APRESTO DOMINICAL

El euro, error inevitable

Desde visiones opuestas, Josep Borrell y Antón Costas coincidieron en un debate celebrado en el Ateneu barcelonés en las críticas a la política monetaria europea, que debería completarse con mayor integración y fiscalidad más compartida

Conferencia de Josep Borrell y Antón Costas en el Ateneu de Barcelona.

Conferencia de Josep Borrell y Antón Costas en el Ateneu de Barcelona. / periodico

JOSEP-MARIA URETA / BARCELONA

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Quienes pensaron que se podía debatir sobre lo malo que es seguir en la Europa del euro siendo un país del Sur, mediterráneo y periférico, pero que esa opción sigue siendo una buena elección pese a los efectos negativos, tuvieron el pasado lunes la oportunidad de alimentar sus filias y fobias a la moneda común acudiendo a la sala Oriol Bohigas del Ateneu barcelonés. Debatían dos pensadores de peso, Josep Borrell y Antón Costas, convocados por el propio Ateneu (Josep Maria Carreras) y otros dos foros de opinión: los Amics de la UAB (Antonio Franco), y el portal Economistas Frente a la Crisis (Emili Ferrer).  El colega Manel Manchón (Economía Digital) puso las pausas adecuadas.

El euro, como moneda y como línea definitoria de la Unión Europea no gusta ni a Borrell ni a Costas. Ambos comparten europeísmo, pero discrepan sobre quién debe asumir el liderazgo y, sobre todo, si la única representación visible de la gobernanza del euro, los presidentes del BCE Trichet y Draghi, han cumplido con sus obligaciones. Para Borrell, si Trichet hubiera actuado años antes que Draghi diciendo aquello de  que “haremos lo que haga falta para mantener el euro”, se habría ahorrado buena parte del malestar en los países del sur de Europa. Pero Draghi pronunció la emblemática frase en el 2012 y Trichet gestionó mal la crisis monetaria global en el 2010. Así nació el creciente rechazo a la moneda común europea.

MANTENER PERO CAMBIAR

¿Borrell y Costas están a favor de mantener el euro? Sí. ¿En las actuales condiciones? No. Sus matices enriquecieron el debate. Dice Borrell que “la eurozona no ha sido buena, y habrá que buscar quién tiene la culpa. Decíamos que la moneda única haría converger en riqueza a Alemania España, pero la realidad lo ha desmentido”. El expresidente del Parlamento europeo, extendiendo su frustración, pero con perfil positivo, amplió: “Somos el continente más divergente del mundo entre ricos y pobres. La única manera de evitarlo es reforzar la unidad política. Está claro que solo con el euro no es posible”. Pasión por lo que debió ser y no ha sido. Al otro lado, el circunspecto Costas, dispuesto a seguir aportando doctrina económica con derechos de autor (Toni Judt, Robert Lucas, Charles Kilderberger y su frase “el euro ha sido un error inevitable”) apuntaba lo mismo, pero con otros argumentos. Para él hay un error en la concepción del euro, porque “pudo ser un sistema de cambio monetario fijo, sin necesidad de una moneda única” y luego todos los esfuerzos para mantener una decisión política discutible, la moneda única, han antepuesto la prioridad del euro a la compresión de quienes sufren sus efectos de la peor manera. “Toda decisión económica tiene ganadores y perdedores y nos corresponde a los economistas buscar cómo equilibrarlo”, advirtió Costas.

¿Por qué no ha servido el euro para paliar la crisis social y política, a diferencia de lo que ha sucedido en otras áreas monetarias?  Otra vez Borrell y Costas coinciden en que la moneda única, pese a sus defectos de fábrica, no es la principal responsable del desaguisado actual europeo, pese a que haya contribuído ¿Sin euro, habríamos tenido burbuja inmobiliaria en España? Se preguntaron ambos. La interpretación de los asistentes al debate es que no: los precios únicos inmobiliarios en la eurozona – advierte Borrell-- propiciaron la especulación del Norte frío en el Sur con sus playas cálidas. Aunque Costas tiene argumentos en sentido contrario: “entre el 2002 y el 2014 España ha tenido tasas de exportación sin precedentes”.

Lo malo es que tampoco sería tan difícil reorientarlo: con unos simples ajustes de convergencia fiscal con juego limpio entre los países de la eurozona se recuperaría la ilusión sobre el futuro del proyecto de la conexión europea.

Así transcurría la partida de pimpón de argumentos sólidos de dos ingenieros de carrera y economistas de vocación cuando alguien les advirtió de que en el título de la convocatoria proponía hablar de Europa tras la crisis de Grecia. Ningún problema. Dijo Borrell que “los griegos no quieren salir del euro, aunque su deuda ya es del 200% del PIB”. Y Costas se refugió en Keynes: “Contra la desigualdad indecente, más democracia”. Y la moneda sigue su curso.