HISTORIAS MÍNIMAS

De todo a cien a 'boutique'

Por su formación en Suiza y una familia multicultural, es un empresario con mirada global. Albert Boada (izquierda), que ha trabajado en Benetton y es director en la consultora de franquicias T4, es su gran aliado.

La cadena Muy Mucho inaugura su tercera franquicia en Japón y superará las 50 este año

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EVA MELÚS / BARCELONA

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Norbert y Gabrielle Quiles, matrimonio franco-suizo afincado en Barcelona, abrieron su primera tienda Muy Mucho en 1997, en la calle de Casanova, en pleno Eixample. El local, que tomaba el nombre de una escena de la película Forrest Gump, vendía velas, artículos de decoración y regalo a precios moderados. «Nuestro origen fue el todo a cien, pero nuestra imagen se ha ido sofisticando tanto que ya nadie nos describe así. Cuidamos mucho los olores o la música. Vendemos una experiencia de compra», explica el hijo de la pareja, Stephan Quiles, que tomó las riendas de la empresa en el 2002 respaldado por su hermana Audrey, responsable de producto y artífice de la imagen de la marca.

Los tonos crudos y naturales, los artículos de aire romántico y el ambiente relajado de los locales han conquistado a un público principalmente femenino (ronda el 85%). A lo largo de estos casi 20 años, Muy Mucho se ha convertido en mucho más. Después de gestar una central de compras y de una aventura emprendedora en Rumanía que enriqueció su how know, la familia Quiles se alió en marzo del 2012 con la consultora de franquicias T4, con la que su trayectoria ascendente se ha disparado.

En dos años y medio, la firma ha triplicado su número de tiendas, locales que rondan los 200 metros cuadrados y en los que los nuevos franquiciados invierten una media  inicial de 180.000 euros. La semana pasada abrió su tercera franquicia en Japón y ya ultima la inauguración de otra en Oporto. Con varias negociaciones en marcha, espera alcanzar las 55 a final de año. «Y en el 2016 esperamos llegar al centenar, con lo que en tres años nos habremos convertido en líderes nacionales del sector», añade Albert Boada, director de área de T4, de expansión de Muy Mucho y propietario de cinco tiendas de la firma.

Las nueve tiendas propias de la familia Quiles, todas en Catalunya, y el resto de franquicias suman hoy una facturación total de más de 30 millones de euros y la empresa da trabajo a 268 personas. A través de su central de compras, Muy Import, este año ha hecho traer más de 200 contenedores procedentes de Asia, de donde llegan el 95% de sus productos. En agosto del 2014, inauguró un centro logístico de 6.000 metros cuadrados en Sant Boi de Llobregat, casi el doble del que había estrenado solo tres años antes.

Muy Mucho fue el último gran proyecto de Norbert Quiles, un emprendedor nato que había desarrollado negocios en ámbitos tan diversos como la construcción o las zapatillas. «Él tuvo la idea y a mi madre, que se dedicaba al hogar, le gustó mucho porque estaba relacionado con algo que ella conocía bien», recuerda Quiles hijo, que por aquella época había dejado Barcelona para estudiar hostelería y después un posgrado sobre dirección de empresas en la Universidad de Lausana. La nueva aventura emprendedora de sus padres fue en principio una oportunidad para aprender mientras buscaba un trabajo definitivo. Lo encontró como delegado internacional de la Cruz Roja, pero en el 2002, cuando estaba a punto de recibir destino, urgencias familiares le obligaron a elegir y se quedó con Muy Mucho. «No me arrepiento en absoluto», afirma.

En aquel momento, uno de los mejores amigos de Quiles durante sus años como estudiante en Suiza fue nombrado director de un gran hotel en Bucarest, donde se estaba gestando la apertura del primer gran centro comercial de la capital. Con esta conexión, Quiles exportó el concepto Muy Mucho a Rumanía. Llegaron a abrir más de una veintena de tiendas entre el 2003 y el 2010, todas con la marca de Bambú. «Tuvimos que cambiar de nombre, porque la traducción de Muy Mucho al rumano resultaba soez», comenta divertido.

Los problemas que vinieron años después, añade Quiles, fueron más difíciles de solucionar. «La crisis económica llegó a Rumanía más tarde que a España, pero cuando lo hizo fue con pasos acelerados y de forma fulminante. Cuando las cosas empezaron a ir no tan bien, se convirtió en un mercado complicado», explica.

Rumania fue el gran campo de pruebas. Con la experiencia conseguid en aquellos años, la empresa familiar volvió a casa y comenzó su gran expansión como Muy Mucho. En ello sigue.