Trato preferente

El expresidente de Caixa Laietana Jaume Boter de Palau se benefició de una póliza de crédito de 1,3 millones que nunca devolvió

J. ROVIRA /J. SALICRÚ /A. VÁZQUEZ / BARCELONA

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La ley catalana de cajas establecía que los cargos de consejero y presidente eran honoríficos y sin remuneración. Esto fue así hasta el 2006. En todo caso, durante gran parte de la historia los presidentes no cobraron por el cargo, aunque eso a menudo se compensaba de otras formas. Así, en Caixa Laietana, entre 1999 y el 2001, Grupibo, la empresa de los hijos de Antoni Bonamusa, presidente en aquel periodo, facturó 497.734 euros como proveedora de los materiales de construcción de la nueva sede central de Laietana, inaugurada en el 2007. Costó más de 40 millones.

Esta dinámica también benefició a Jaume Boter de Palau, miembro de una histórica saga mataronesa, que asumió la presidencia de la caja en mayo del 2004. «Yo tenía mucha confianza con él. Era una persona que tenía mucha fincabilidad, pero no tenía ningún tipo de ingreso», recuerda en Desmuntant Laietana Desmuntant LaietanaAmèlia Vives, la persona que trataba con él cuando el presidente acudía a su oficina.

Así, en el consejo de administración del 17 de mayo del 2005, a Boter de Palau se le concedió un crédito de 600.000 euros con un terreno que esperaba que fuera declarado urbanizable como garantía. Aunque la recalificación no llegó y la primera póliza no se había amortizado, en el 2009 se aprobó -ya bajo el mandato de Josep Ibern, sucesor de Pere Antoni de Dòria- una ampliación de 360.000 euros.

Cada vez que la póliza se ampliaba se daba cuenta de ello en al consejo, pero omitiendo que era una ampliación y que la anterior no se había retornado, confirma Xavier Carbonell, de

SEC/L-UGT, representante en el consejo por los trabajadores del 2004 al 2012. «Incluso el señor Ibern [director general a partir de 2008] bromeaba diciendo: '¡Como no lo va a devolver, si es el presidente!», recuerda.

En el 2011, Boter de Palau obtuvo una tercera póliza de 360.000 euros. De nuevo al consejo no se le informó correctamente. Esta vez, la póliza tenía como garantía Can Català, la masía del siglo XVI restaurada donde reside. Como no se canceló la cuenta de crédito cuando esta venció, Bankia ha confirmado el inicio del proceso de ejecución hipotecaria de la masía. «Si este señor no hubiera sido quien era, si hubiera sido yo o cualquier otra persona de la calle, le hubieran dicho 'señor, no solo no se le amplía sino que tiene que amortizar una parte de esta deuda'. En 24 años no recuerdo ningún caso como el del presidente», dice Vives.

La institución responsable de controlar los órganos de gobierno de las cajas era la Generalitat. Varios testigos que aparecen en Desmuntant Laietana Desmuntant Laietanacritican la falta de control del ente autonómico.

Pero el trato preferente a la cúpula de Laietana no se limitó a los presidentes. Hijos del director general De Dòria mantenían una estrecha relación laboral con la caja que dirigía su padre. Así, Rosa María de Dòria trabajaba en la caja como responsable de asesoramiento legal, de la que era la única trabajadora. Además, tenía un despacho con dos socios más, que prestaba servicios jurídicos externos a la entidad. Xavier de Dòria, no solo trabajaba como abogado externo, sino que era asesor de la caja y llegó a ser el secretario del consejo. Entre el 2007 y el 2011, las empresas de los hijos de Dòria facturaron a la caja casi 3 millones de euros.