La cocina de CCOO

Las grandes empresas tecnológicas de hoy en día fueron creadas de forma muy modesta por alumnos aventajados en varios garajes. Salvando las distancias, el movimiento obrero organizado durante el franquismo nació hace 50 años en varias fábricas, iglesias y en una cocina. Era la cocina de Josep Maria Folch, un operario metalúrgico de la antigua fábrica de motos de Montesa que se convirtió en uno de los pioneros de las Comisiones Obreras (CCOO) que desafiaban la represión del general Francisco Franco y del aparato del Estado y que hoy reivindicará el sindicato como imagen de sus orígenes en un momento en que las centrales están en el ojo del huracán por las presiones y las críticas.

En su cocina de un modesto piso del barrio obrero barcelonés de Nou Barris, Folch y otros activistas que actuaban de enlaces sindicales en empresas emblemáticas prepararon la primera manifestación. Antes fueron necesarios decenas de militantes de diferentes partidos de la órbita comunista que se infiltraron como enlaces sindicales en las empresas y que fueron tomando conciencia colectiva. De esos primeros contactos entre los responsables de diferentes Comisiones Obreras surgió la necesidad de agruparse y organizar esos grupos sindicales en un movimiento obrero transversal. Así se llegó a la convocatoria, tal día como hoy de hace 50 años, de una reunión en la parroquia de Sant Medir de Barcelona en la que participaron unos 300 enlaces sindicales de Barcelona y otras ciudades catalanas que fue uno de los embriones de los que surgió el sindicato CCOO.

«La policía nos seguía de cerca e intentó infiltrarse en la reunión de Sant Medir. Al inicio del encuentro, con el fin de aislar a los policías infiltrados nos agrupamos por empresas, con lo que ellos quedaron aislados y tuvieron que abandonar la parroquia. A pesar de eso, nos hicieron fotos para tenernos fichados», explica Josep Maria Folch gracias a una memoria que conserva todos los detalles de esos momentos históricos. Recuerda perfectamente cómo se libró por los pelos de ser detenido el 20 de febrero de 1965 al recibir un chivatazo de que la policía estaba a punto de entrar en su casa tras haber apresado al resto de la cúpula.

Para evitar ser blanco de la policía franquista y del Tribunal de Orden Público (TOP), estuvo escondido varios días. Se inspiraron en las revueltas obreras de Asturias y el País Vasco para armarse de valor y desafiar al poder totalitario para reivindicar cuatro medidas básicas: «Centramos nuestra reivindicaciones -relata- en pedir un salario mínimo, el derecho de huelga, la escala móvil y la libertad sindical».

En el cónclave de Sant Medir también participó Conxita Vila, una de las primeras trabajadoras de la fábrica de Seat en la Zona Franca de Barcelona. «Yo trabajaba como asistenta social y atendía a muchos trabajadores y familias necesitadas en un momento en que había muchas necesidades sociales que eran muy difícil de resolver», asegura Vila.

Tanto Folch como Vila consideran que algunas de las reivindicaciones de hace 50 años vuelven a ser válidas hoy debido a los efectos de la crisis, los recortes y la voracidad de muchas empresas «deshumanizadas». «Están ahogando de mala manera a la gente y tendrían que dar gracias a la economía sumergida y no criticarla tanto porque permite a mucha gente subsistir», indica Vila con un tono crítico intacto. «Quizá estamos incluso peor -añade- en algunos aspectos como la persecución de los trabajadores», en referencia a los sindicalistas que han ingresado en prisión o están pendientes de juicio por las querellas presentadas por la fiscalía motivadas por actuaciones en las huelgas generales.

Los supervivientes de los fundadores volverán a ser protagonistas en los actos convocados por CCOO para conmemorar el aniversario y los valores de sus orígenes. Josep Maria Folch animará al actual secretario general de CCOO de Catalunya, Joan Carles Gallego, a «salir más a la calle para defender los derechos laborales y sociales».