OPINIÓN

¿Qué, todavía no te has congelado los óvulos?

OLGA GRAU

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Facebook y Apple, los dos gigantes tecnológicos de Silicon Valley, han decidido pagar la financiación de la extracción y la congelación de los óvulos de sus empleadas. Han argumentado que se trata de un incentivo laboral más para ayudar a atraer el talento femenino, en minoría en Silicon Valley, la cuna de la tecnología mundial. Pero lo cierto es que no se puede considerar un incentivo laboral, porque es una medida intromisiva con la vida personal y reproductiva de las mujeres, y además no es neutro, porque genera una grave perversión en su objetivo. Y no soluciona el problema de fondo, el fracaso de las empresas en implementar medidas que permitan a una mujer trabajar y ser madre a la vez.

En Silicon Valley las mujeres son minoría porque tras la apariencia moderna de trabajadores en bermudas jugando al ping pong en la oficina, el ambiente de fuerte competitividad, agresividad y meritocracia extrema lleva a los ingenieros a pasar largas jornadas frente a la pantalla desarrollando programas y nuevos proyectos para lanzarlos antes que nadie al mercado. El compromiso con la empresa se vuelve excesivo y el machismo dominante de los programadores ha sido documentado por las escasas mujeres que trabajan en altos puestos de dirección en tecnológicas como como Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook, o Marissa Mayer, consejera delegada de Yahoo.

A esta enorme presión, las mujeres van a tener ahora que sumar otra específica para ellas. Cuando las jóvenes brillantes con su título de ingeniería o economía de Stanford o Harvard entren en recursos humanos se les ofrecerá un programa de congelación de óvulos, una invitación a retrasar la maternidad.

Una medida que no se puede considerar un incentivo laboral neutro, sin consecuencias. La mujer debe tomar hormonas durante 15 días para que sus ovarios experimenten una hiperestimulación y en vez de generar un óvulo en el ciclo, generen más de 20. Posteriormente, tendrán que someterse a una intervención quirúrgica para extraerlos y probablemente no tendrán suficiente con una sola vez, lo tendrán que repetir. El coste estimado por Facebook y Apple para estos dos procesos son 20.000 dólares.

Uno puede imaginarse los comentarios de los trabajadores en los pasillos o en la máquina de cafe: ¿Qué, tú ya los has congelado? El riesgo es que en la empresa se generalice la cultura de que una mujer que no retrasa su maternidad tiene un bajo nivel de compromiso con el proyecto, si las otras lo hacen. La que en vez de congelar decida tener un hijo a la edad natural se verá como una irresponsable. Los verdaderos planes de igualdad son los que dan a la mujer libertad para poder decidir cuándo quiere ser madre e implican a los hombres en la corresponsabilidad. Retrasar la edad de la maternidad para poder llegar a un comité ejecutivo de Facebook o Apple es un caramelo envenenado. Los avances científicos son bienvenidos siempre que la mujer los decida en el ámbito de su vida privada. Pero una empresa no debe decirle a una empleada a qué edad tiene que ser madre.