PRESUPUESTO DE LAS FAMILIAS

La obsolescencia programada amenaza tras seis años de crisis

La mayoría de productos empiezan a dar problemas pasado un lustro de uso continuado y lastran la economía familiar

Ofertas de electrónica en una tienda de Barcelona.

Ofertas de electrónica en una tienda de Barcelona. / periodico

EDUARDO LÓPEZ ALONSO / Barcelona

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La obsolescencia programada amenaza a las familias. Ya han pasado seis años tras el reconocimiento público de la crisis económica en España y quien más quien menos recortó sus gastos por aquel entonces o un poco antes. Como consecuencia, la sensación o la constatación de que muchos de los electrodomésticos que nos rodean dejarán de funcionar en breve parece hacerse realidad. La nevera empieza a perder agua, el lavavajillas se apaga sin razón, la lavadora funciona por los pelos, la televisión hace tiempo que dejó de verse bien y el coche nos deja tirados. No es una cuestión de mala suerte. El reloj tecnológico es imparable y todo se rompe. Los seis años de crisis pesan en la tecnología actual como una losa y suponen una amenaza para las economías domésticas. Sin compasión, los gastos aumentarán en los próximos meses.

Ha llegado el plazo

El 8 de julio del 2008, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, utilizó por primera vez la palabra "crisis", para referirse a la situación económica del país. Ese mismo año, el 14 de agosto, el Gobierno aprobó un plan de choque para reactivar la actividad. Para entonces, los electrodomésticos comprados durante el boom inmobiliario ya tenían unos años. El fin de la vida útil de muchos productos que nos rodean ya ha llegado o falta poco.

Demanda obligada

Como con el mensaje que recibían Mortadelo y Filemón ("...se autodestruirá en 15 segundos"), los productos tienden a estropearse, de forma más o menos prevista. La denominada obsolescencia programada, programada o no, obliga a incrementos de la demanda tarde o temprano. En ocasiones la rotura está prevista por la empresa con un diseño determinado o un 'software' puñetero. En otras ocasiones, el fabricante decide romper el compromiso de soporte o reparación para incentivar la venta de otras líneas de producto.

Sin servicio

Las primeras versiones del iPad resultaron tan buenas técnicamente que a Apple no se le ocurrió otra manera de fomentar las ventas de sus nuevas versiones que suspender nuevas actualizaciones de programas. Microsoft ha tenido que hacer lo mismo con el incombustible Windows XP. El 3D llegó a las teles con el objetivo de animar las ventas, pero al final serán las 4k la única innovación capaz de expulsar del mercado las generaciones actuales y anteriores de televisores. Tiempo al tiempo.

Basura y más basura

Cuando Bernard London proponía en 1932 terminar con la gran depresión con técnicas de obsolescencia programada no advirtió de los efectos medioambientales de su genialidad marketiniana. La basura nos rodea y se amontona en nuestro entorno ante el inexorable consumismoy la obsesión por renovar aquello que podría funcionar casi eternamente.

China, los reyes de la obsolescencia

En nuestros días, los chinos se han convertido en maestros de la obsolescencia, con productos de usar y tirar, de esos incluso que no soportan ni el primer uso pero son un bálsamo para los consumidores amantes de las compras impulsivas. Pero el producto caca llena de basura el planeta y la obsolescencia programada amenaza las economías familiares torpedeadas por la crisis. Todavía quedan algunos productos garantizados de por vida, pero eso suele ser demasiado tiempo hasta para los más optimistas y la letra pequeña existe para establecer cláusulas de salvaguarda (eso si el fabricante no ha cambiado de nombre).

Comprar o reparar

La clave de cualquier obsolescencia programada efectiva es que la reparación del bien cueste más que la adquisición del producto nuevo. Así, sustituir un chip de una impresora cuesta más que la compra de otra nueva (la base del negocio es vender tinta). La reparación de un ordenador cinco años después de su compra generalmente costará más que un producto equivalente nuevo (atención a las bisagras de los portátiles). Además, el precio de cualquier producto se sitúa en la mayoría de los casos en torno al 50% a los cinco años de su adquisición, por lo que su reparación no apetece casi nunca salvo que el bolsillo no deje otra alternativa.

China y Mercedes

China ha acusado este lunes a Mercedes-Benz de manipular los precios de los repuestos. Las autoridades chinas han considerado "exhorbitantes" las tarifas del fabricante alemán, muy del gusto de las fortunas del gigante asiático. Justifican las críticas en el hecho de que en el caso de una berlina clase C, por ejemplo, el precio total de las piezas del coche es unas 12 veces superior al del vehículo nuevo en un concesionario. Lo que para algunos es inmoralidad para otros es márketing.