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España y Chipre: lejos, pero...

JOAQUÍN TRIGO

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La súbita irrupción sobre las finanzas de Chipre, bloqueando los cajeros de sus bancos y fijando las cuotas de lo que se quitaba a cada uno, con una proporción creciente según la cuantía de sus depósitos, desalentó al país, pero también a media Europa (incluyendo a España) que pensó que le podría ocurrir algo similar.

Cuando se apagó el ruido y se supo la tasa que tocaba a cada uno -y que aumentaba con la cuantía de cada cuenta bancaria- muchos lo vieron con otros ojos, menos airados, porque pensaron que de un solo golpe se reducía drásticamente el volumen de la deuda del país y, en consecuencia, el tipo de interés aplicado al resto sería más bajo.

El segundo paso tenía un deje agridulce. Por una parte, las cuentas más elevadas eran de extranjeros, lo que aliviaba el esfuerzo del país pero, por otra parte podría hacer que la parte restante se fuera para siempre, reduciendo así la capacidad de crecimiento del país.

Después se cae en la cuenta de que las cuentas de los ahorradores de menor cuantía deberían estar a cubierto de estas y otras vicisitudes, porque los depósitos menores de 100.000 euros están protegidos, aunque solo en caso de quiebra y, si bien, en este caso, los ministros de de Finanzas de la zona del euro acordaron que los pequeños ahorradores quedaban exentos, aunque, se debía mantener la recaudación prevista, cifrada en 5.800 millones de euros.

Estas contingencias deberían estar previstas a fin de evitar a los ciudadanos sobresaltos y angustias acerca de sus ahorros. Esto lo hizo la Generalitat de Catalunya, para la tributación de los depósitos en las entidades de crédito (que no es una quita). Se reguló por Decreto-Ley 5/2012 de 18 de diciembre, y fue impreso en el BOE n. 49 del 26 de febrero de 2013. Esto no tiene que ver con los topes impuestos a la retribución de los depósitos por parte del Banco de España, pero, aunque no mucho, también afecta a la banca que, en buena lógica, tratará de traspasar ese coste a sus clientes.

Estas medidas y otras son un freno a la recuperación porque, mucho o poco, reducen el crédito y aumentan su coste. En paralelo, el Boletín Oficial del Estado (BOE), a pesar del intento del gobierno para reducir sus costes, continua acumulando subvenciones, ayudas, financiaciones … y permite la continuidad de actividades discutibles.

Para Chipre se abre un periodo de austeridad en el que el acceso al crédito será más difícil que hasta ahora y más caro. Para España se mantiene, algo más, la pérdida de empleos, el ajuste de gastos de las familias, el aumento de la economía irregular y de la presión tributaria.

Si se ha de ser coherente, la prioridad pasa por facilitar la labor de quienes crean empleo y riqueza mientras cumplen con sus obligaciones fiscales. El resto debe dejarse para cuando haya empleo, producción, demanda … y algo más que permita el resto.