Análisis

La Europa penal del acuerdo franco-alemán

SAMI NAIR

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El acuerdo franco-alemán del 5 de diciembre, cuyo objetivo proclamado es la salvación del euro, siembra en realidad los gérmenes de la disociación en círculos dentro de Europa. Preparado a partir de negociaciones entre los dos socios, y tomando en cuenta primero sus intereses respectivos, lo presentan a los 27 países sin alternativas posibles. El presidente de Francia,Nicolas Sarkozy,lo dijo claramente: los que no aceptan los términos deldealfranco-alemán puedensalirde Europa.Sarkozypiensa evidentemente en Gran-Bretaña. Merkozy propone cinco medidas, supuestamente imprescindibles, para afrontar la crisis: sancionar a los países cuyo déficit supere los 3% del PIB; adoptar obligatoriamente la regla de oro del no déficit en las constituciones nacionales; proteger a los inversores privados en caso de insolvencia del Estado (caso griego), crear un nuevo mecanismo europeo de estabilidad permanente, en vez del actual fondo de rescate europeo provisional; organizar un encuentro mensual de los jefes de Estado y de gobiernos, «focalizado sobre la necesidad de ayudar al crecimiento de la zona euro».

La cumbre de Bruselas debe adoptar este acuerdo. ParaSarkozy,este acuerdo con Alemania tiene una función política interna obvia: le va a servir para obligar a la izquierda francesa a tomar una posición o a favor o en contra. A favor, le permitirá presentarse como el salvador de Europa; en contra, le dará la posibilidad, durante la campana electoral presidencial, de acusar a la izquierda de ser responsable de la crisis europea.

Para la cancillera alemana,Angela Merkel,el acuerdo es una señal hacia los mercados financieros, demostrando su voluntad de establecer una disciplina fiscal de hierro dentro de la zona euro y, sobre todo, creando de hecho la posibilidad de salida de la Unión para los que no puedan respetar esta disciplina. No sabemos cuáles van a ser las consecuencias para los que no podrán cumplir; tampoco si es realista una reunión mensual de los jefes de Estado y de Gobierno, y menos aún si el nuevo mecanismo de rescate tendrá capacidades financieras para hacer frente a las enormes necesidades de los cinco países en crisis grave (Portugal, España, Italia, Grecia, Irlanda): el actual fondo de rescate dispone de 250.000 millones de euros cuando la deuda de estos cinco países supera los… ¡3,4 billones de euros!

Unión a seis o a ocho

Veremos muy rápidamente si este acuerdo ha podido calmar a los mercados financieros o si se trata, en realidad, por parte de Alemania y Francia, de preparar el repliegue sobre una Europa reducida a seis (Alemana, Francia, Países Bajos, Luxemburgo, Finlandia y Austria) o a los ocho, con Italia y España. Pues es obvio que Grecia y Portugal no pueden soportar esta política disciplinaria a medio plazo. El objetivo de Alemania es prepararse para acoger a los países del norte y del este de Europa (Polonia y Hungría) capaces, una vez acabadas las privatizaciones de sus economías, de entrar en la órbita alemana. Se trata de una estrategia de hegemonía alemana, apoyada por razones diferentes por Francia, que supera el mero proyecto de solucionar la crisis actual de la deuda. Alemania aprovecha la situación para imponer al resto de los socios sus reglas de juego. Es el precio que deban pagar los que, creyendo construir una Europa federal, sentaron las bases de la dominación de Alemana sobre el continente.

Helmut Schmidt,el excanciler alemán, acaba de atacar la política ultraconservadora deMerkel,recordándole que los «excedentes de Alemania (200.000 millones en el 2011) son los déficits de nuestros socios europeos». Es decir, que Alemania se beneficia de las pérdidas de los países europeos. Lo más grave es que el ultimátum presentado por Merkozy a los países de la Unión no soluciona el problema de fondo, que no es de deuda, sino de crecimiento y empleo. Alemania no quiere que el BCE ayude a los países en crisis, no quiere que los bancos privados paguen por su política irresponsable de estos diez últimos anos. Prueba de que, vista la debilidad de la izquierda europea, los gobiernos conservadores, con la punta de lanza franco-alemana, trabajan hoy más para los mercados financieros que para los pueblos. Tenemos ya la Europa del mercado sin solidaridad; viene ahora la Europa penal.