ANÁLISIS

Europa a cámara lenta

José Carlos Díez

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La pasada semana he asistido a un seminario con exministros de Economía de Iberoamérica en el que contaban sus experiencias en la gestión de crisis financieras. La lección más importante es el rápido reconocimiento del problema y la intervención urgente para frenar la metástasis. La situación europea la ha definido magistralmente Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo: "Todos los líderes europeos sabemos lo que hay que hacer, lo que no sabemos es si volveremos a ser elegidos cuando lo hagamos".

Como los malos estudiantes, los europeos llevamos dos años sin resolver la crisis griega y su contagio y dos semanas antes del examen del G-20 nos ponemos histéricos ante la amenaza del fracaso. Mi experiencia en la universidad es que la mayoría de los alumnos que se presentan en septiembre no han asistido a clase y el 75% de ellos suspenden el examen y repiten el curso. Todo apunta a que en Europa pasará lo mismo.

Algo hemos avanzado desde la última cumbre en julio. Ya se habla de una quita en Grecia del 50% pero solo para el sector financiero que supone un tercio del total de deuda. Todos los países han aprobado la flexibilización del Fondo de Ayuda pero seguimos en la duda metódica sobre su uso. El BCE ha anunciado barra libre de liquidez y tipos de interés bajos hasta 2013 y compra de bonos bancarios para reabrir los mercados, pero interviene a cuentagotas en los mercados de deuda y permite que el incendio tome oxígeno. Se eleva la exigencia de capital para la banca europea por su exposición a la deuda periférica pero la banca alemana y francesa siguen sin aflorar las pérdidas en los bonos basura que compraron antes del 2007, incluyendo subprimes. Conclusión, Europa sigue con el freno de mano y sin decir la verdad a los ciudadanos.

Ayuda a Grecia

La reestructuración en Grecia debe ser generalizada, incluido los fondos de pensiones de ahorradores alemanes y franceses. El menor pago de intereses debe usarse en planes de inversiones que permitan salir de la recesión y mejorar su productividad, el principal hándicap griego.

El Fondo de Ayuda ya ha emitido tres bonos por valor de 13.000 millones y cotizan en el mercado con un diferencial de 150 puntos contra el bono alemán y ligeramente por encima de los bonos franceses. Da igual lo que amplíen el Fondo, no conseguirá financiarse hasta que se estabilicen los mercados.

Por eso tiene que ser el BCE el que compre los bonos y los monetarice como han hecho en EEUU y en Reino Unido. Si esto entra en conflicto con la Constitución alemana, pues que la cambien y que prediquen con el ejemplo, no hay otra solución para esta crisis.

Una vez resuelto lo anterior los bancos deben evaluar sus daños y estimar sus necesidades de capital, pero caso a caso y no de manera generalizada como estamos haciendo. Y por último hay que parar la austeridad fiscal. El riesgo de recesión en Europa supera el 35% de probabilidad y la austeridad es una de las principales causas. Esto es lo que hay que hacer, ahora solo falta que Merkel se olvide de su reelección.