Análisis

Un candidato frente a la adversidad

CARLES PASTOR

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La primera victoria electoral deMargaret Thatcher (1979) no fue abrumadora. En realidad, bajo su liderazgo, el Partido Conservador británico no ganó muchos votos. Más que ganar las elecciones, las perdió el laborismo, muchos de cuyos votantes se abstuvieron o se pasaron a los liberales.Thatcherno entusiasmaba, pero el Gobierno saliente, presidido por el laboristaJames Callaghan,se había enajenado el apoyo de su base social, con un programa de reestructuraciones y recortes sociales y salariales que le enfrentó a los sindicatos.

¿Les suena? Salvo que la resistencia sindical fue infinitamente mayor en la Gran Bretaña de entonces que en la España de hoy, la experiencia británica dibuja lo que posiblemente suceda en las elecciones del 20 de noviembre. Rajoy no entusiasma, el PP posiblemente conservará su techo electoral, pero el electorado socialista amenaza con quedarse en casa y el PSOE puede pasar más de una década a la oposición. La Dama de Hierro gobernó hasta 1990, hasta que los suyos la echaron.

El candidato socialista,Alfredo Pérez Rubalcaba, se esfuerza para que la anunciada caída electoral no sea un descalabro. Hay quienes, comoAlfonso Guerra,argumentan que aún puede haber sorpresas, como en 1993, peroGuerraha dirigido muchas campañas electorales y sabe que lo único que no puede hacerse es aceptar la derrota de antemano.

Rubalcaba trata de marcar distancias con la pesada losa de los últimos años deZapatero, pero sin pasarse, no sea que parezca desleal con el Gobierno del que ha formado parte. Una dosis de política fiscal de izquierdas: recuperación del impuesto de patrimonio, armonización fiscal con Europa y persecución efectiva del fraude. Otra dosis de keynesianismo: inversión pública para crear empleo; no exagerar en la disminución del déficit, no sea que nos pasemos de frenada. Unos gramos de optimismo para levantar el ánimo: saldremos de la crisis y lo haremos con una economía más sana. Una ración de austeridad: eliminar o al menos jibarizar las diputaciones. Una actitud acrítica (y por eso poco seria) ante el catalanismo político para cuidar el granero catalán. Y muchas cucharadas de realismo: seguir en Europa nos obliga a pasar por el aro del eje franco-alemán, hay que fomentar la industria competitiva y exportadora, etcétera.

La verdad es que el brillanteRubalcaba lleva la iniciativa, y el PP se ve arrastrado a combatir sus propuestas y a ningunear su credibilidad sin ofrecer nada a cambio, no sea que el respetable se entere de qué va y se asuste. Porque no hay que olvidar que lo que le vino encima a Gran Bretaña conThatcher dejó en nada los recortes sociales que había aplicadoCallaghan.