Análisis

El rescate de Europa y el cumplimiento de España

Un panel de cotizaciones de la sesión de ayer.

Un panel de cotizaciones de la sesión de ayer.

JOSÉ CARLOS DÍEZ

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Agosto avanza y la tensión en los mercados va en aumento. Esta crisis financiera pasará a la historia y se estudiará en las escuelas de economía, al igual que sucedió con la de 1992, como un paréntesis en el proyecto europeo. Las crisis financieras son similares a los huracanes: no se pueden anticipar, no sabes qué evento la va a provocar y, cuando estallan, su dinámica es caótica e impredecible. La buena noticia es que, como los huracanes, no son eternas. La mala noticia es que dejan daños colaterales que hay que reparar.

La crisis está en su máximo apogeo por lo que aún es pronto para escribir la historia y sacar conclusiones definitivas, pero ya se puede acabar con algunos mitos. El primero es que ha sido provocada por malvados especuladores. La pasada semana se han prohibido las ventas a corto y las acciones de los bancos siguen en caída libre. La causa es que los inversores institucionales están vendiendo renta variable y comprando bonos alemanes y estadounidenses principalmente para proteger el patrimonio de sus participes en fondos de pensiones y de inversión.

Otro mito es que la culpa de la crisis era de gobiernos despilfarradores y que la medicina que tranquilizaría a los inversores era la austeridad. Grecia ha reducido su déficit público en dos años del 15% del PIB al 9%, un hito histórico. Sin embargo, su situación fiscal ha empeorado y su deuda pública ha aumentado ya que tres cuartas partes del déficit se dedica al pago de intereses de la deuda, y estos no han parado de aumentar en los mercados de deuda. ¿Por qué? Porque el plan de ajuste ha provocado una nueva recesión próxima al 5% en 2011.

El mito más próximo es que España era el gran evento que provocaría el final del euro. Ha pasado un año y medio desde que estalló la crisis de la deuda y seguimos financiándonos en los mercados sin necesidad de pedir un plan de ayuda, lo cual es la prueba del algodón. Además, hemos aplicado el mayor recorte del gasto público de la historia de la democracia y la economía no ha entrado en recesión. No obstante, el plan de austeridad ha provocado un estancamiento del consumo y ha prolongado la destrucción de empleo, por lo que nos hemos quedado en el filo de la navaja.

En este contexto hay que entender las medidas extraordinarias que aprobó ayer el Consejo de ministros. Un entorno de mínimo margen de maniobra de la política económica que, por desgracia, no ha sido el único en los últimos 30 años. En la crisis de los 70 y en la de 1992 el margen era igual de limitado o incluso más, y con tasas de paro más elevadas y un 50% menos de ocupación, conseguimos salir y continuar nuestro proceso de convergencia con nuestros socios europeos. Por eso, como dijoFranklin D. Roosevelt,«ahora solo hay que tener miedo al propio miedo».

Las medidas van encaminadas a reducir el déficit en al menos medio punto del PIB. El relato que el Gobierno ha estado contando a los inversores desde abril del 2010 fue que la prioridad sería cumplir el objetivo del 6% de déficit en el 2011, y con lo aprobado ayer se refuerza enormemente el compromiso, incluso si se produjeran desviaciones en las comunidades autónomas.

Lo más importante es que las medidas no solo tendrán mínimo impacto sobre la actividad, sino que dan margen para un crédito fiscal temporal que intente reanimar las ventas de viviendas nuevas. El adelanto del pago a cuenta en el impuesto de sociedades afecta a 4.000 empresas de los tres millones censadas y no supone un aumento de la presión fiscal. Por lo tanto, no altera la cuenta de resultados de las compañías, aunque sí su liquidez. En el caso de reducción del gasto farmacéutico, el impacto si será sobre márgenes, pero se aplicará a fármacos con la patente ya amortizada que tendrán que sustituirse por genéricos.

Las medidas deberían haber tenido reflejo inmediato en la cotización de nuestra deuda pública y haber reducido nuestro diferencial con Alemania. No se ha producido, pero nadie podrá decir que haya sido por incumplir nuestros compromisos. Ánimo, podemos.