La despedida de un referente sindical

Honores de Estado para Camacho

El príncipe Felipe, el Gobierno, el PP y la patronal elogian al histórico líder de CCOO

Josefina, la viuda de Camacho, con Santiago Carrillo.

Josefina, la viuda de Camacho, con Santiago Carrillo.

MERCEDES JANSA / Madrid

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Marcelino Camacho consiguió ayer algo por lo que había luchado todavía su vida: una unanimidad honesta y sentida. Poco dado al culto a la personalidad, no le hubiera gustado que esta manifestación de sentimientos se refiriera a él, pero fue el comentario general de todos los que desfilaron por la capilla ardiente instalada en el auditorio que lleva su nombre, en la sede del sindicato de Madrid, un antiguo edificio que en su día fue la sede de la organización sindical franquista.

Aunque un centenar de coronas de flores se ordenaban en el patio de butacas, solo cinco merecieron el honor de acompañar al féretro en el escenario presidido por una gran foto del veterano sindicalista: las enviadas por los reyes, los príncipes de Asturias, CCOO, el PCE y su familia. Y a los pies del ataúd otro símbolo: las rosas rojas de sus «amigos ferroviarios» del sindicato.

La viuda, Josefina Samper, de 83 años, sus hijos Marcel y Yenia, sus nietos y el secretario general del PCE, José Luis Centellas, lo velaron en primera fila y recibieron a todas las personalidades -socialistas, comunistas, conservadores y empresarios-, afiliados y simpatizantes que desde primera hora de la mañana se acercaron para rendirle homenaje.

Todo se desarrolló en un ambiente calmoso, a media voz y con una sobriedad y un orden casi espartanos a los que contribuyó un estricto protocolo fijado por la familia y el sindicato para que cada ilustre visitante estuviera acompañado del dirigente sindical de los sectores más próximos a su actividad profesional.

FAMILIA REAL / A la una de la tarde, llegó el príncipe Felipe que conversó unos minutos con la familia, firmó en el libro de pésames y manifestó públicamente el homenaje de la familia real a «una figura histórica en la transición, en la defensa de los trabajadores y en la lucha por los derechos sociales».

A la salida, Felipe de Borbón se cruzó con el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, uno de los últimos en ver al fundador de CCOO con vida cuando ingresó en el hospital el pasado martes. Gómez trasladó sus condolencias a «todos los trabajadores» por el fallecimiento de «uno de sus referentes morales».

Referente fue una palabra muy oída, pero uno de sus sucesores, José María Fidalgo, prefirió la de «valentía». El presidente del PSOE, Manuel Chaves, habló de «un hombre ilustre que pasará a la historia» porque reunía «todas las virtudes cívicas que hacen una sociedad más fuerte», según apostilló Rubalcaba.

Todo el Gobierno pasó por el salón de duelo -el presidente Zapatero procedente de Bruselas-, así como los dirigentes del PP Esperanza Aguirre, Cristóbal Montoro o Rodrigo Rato, quien se unió a la «opinión de muchísimos españoles que han visto en él a un hombre de bien».

PERDER UN AMIGO / Entre quienes conocieron mejor a la persona que al personaje, su compañero de fatigas Nicolás Redondo, con quien empezó a fraguar la unidad sindical, destacó la pérdida de «un amigo entrañable». «Ha sido una referencia que ha trascendido a CCOO y al movimiento sindical para serlo de la izquierda sociológica», dijo el exlíder de UGT.

Santiago Carrillo, compañero de Camacho en el PCE, ensalzó al «gran luchador obrero y gran militante comunista que quedará en la memoria como uno de los más enérgicos y entregados luchadores por la causa de la libertad del pueblo español».