Rebelión educada en el IESE
El IESE reunió ayer a casi mil personas en una protesta educada --convocada por la Cámara de Comercio, Foment del Treball, el RACC y 130 asociaciones-- para reivindicar un aeropuerto de primera. El Prat tiene ya 30 millones de pasajeros al año, es el noveno de Europa y en el 2006 ha sido uno de los cinco --de entre los 50 primeros del mundo-- que más ha crecido. Y la terminal sur, en servicio en el 2009, multiplicará por cuatro la capacidad. Pero la insatisfacción movió ayer a mil catalanes, mayoritariamente empresarios y directivos. Porque para el peso demográfico y económico de Catalunya, El Prat tiene pocos vuelos intercontinentales, lo que en el mundo global se percibe como una amenaza.
Y se cree que la escasez de este tipo de vuelos --en comparación con Zúrich, Milán o Manchester, ciudades que tampoco son capitales-- se debe a la decisión de convertir Madrid en un gran hub intercontinental. AENA priorizó la T-4 de Madrid a la T-Sur. E Iberia hizo de esa T-4 su centro de interconexión. Ahora Catalunya se moviliza para que AENA no supedite el aeropuerto a los intereses de Madrid. Y se reclama tanto saber qué pasará con la T-Sur como una gestión individualizada del aeropuerto. El acto de IESE ha consagrado una creciente y profunda desconfianza hacia Madrid. Es algo que se visualiza ahora, pero que se ha incubado durante mucho tiempo, en especial en los años de Aznar, cuando se planificó y realizó la T-4. Zapatero debe prestar atención a este fenómeno. Es un asunto de Estado.
Pero el acto indica también resquemor con los partidos catalanes. Con CiU, porque el asunto no se arregló en sus 23 años de Gobierno --cuando la ciudad se preocupaba del aeropuerto más que la Generalitat--, y porque el pacto del Estatut Mas-Zapatero olvidó El Prat. Con el PSC, porque no es el partido natural de los concentrados en IESE. Y porque hay confusión sobre la relación Zapatero-Montilla, sobre el poder real del segundo y sobre la actitud de fondo del primero. Pero el recelo no impide complicidades. El primer ponente, Germà Bel, fue diputado (díscolo) del PSC. Y el segundo, Mas-
Colell, fue conseller (peculiar) de CiU. Y tanto Rosell como Miquel Valls saben que el acto de ayer fortalece la posición negociadora del Govern.
Al salir, alguien comparó el acto con el destape político de Pujol en Esade en el 75. A mí --no se por qué-- me recordó más, muy vagamente y ausencia de grises aparte, lo que terminó en encierro de estudiantes contra Franco de 1965 (la Caputxinada). Entonces el IESE, a través de López-Rodó y del Opus, tenía un papel positivo en la política económica liberalizadora. Pero quien tuvo, retuvo, y Pedro Nueno, profesor del IESE, lanzó el mensaje: "Hacer un hub implica negociar mucho, muchas veces, sin caer en el desánimo".
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