Zipi y Zape, aventuras 'vintage'

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JUAN FERNÁNDEZ

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Hace tres años, el director de cine Oskar Santos y los responsables de Zeta Cinema, Mod Producciones, Antena 3 Films y Kowalski Films lanzaron un órdago a la cartelera y contuvieron la respiración. Los creadores de 'Zipi y Zape y el club de la canica' decidieron usar como reclamo para atraer al público a las salas de cine a dos de las figuras más conocidas del cómic popular español, auténticas referencias sentimentales para varias generaciones de ciudadanos que crecieron disfrutando de las diabluras de los traviesos hermanos mellizos. Sin embargo, nada en la película recordaba al universo visual y narrativo creado por Josep Escobar, padre de las criaturas de viñeta. Ni la cinta respiraba el casticismo de aquellas legendarias tiras ilustradas ni las aventuras que vivían sus protagonistas en la pantalla admitían la comparación con las del papel. Había serios riesgos de rechazo con sentimientos de engaño por parte del público.

El éxito de la película, que se convirtió en la producción nacional más taquillera del 2013 –recaudó más de 5 millones de euros después de que 883.451espectadores pasaran por la taquilla–, demostró que la fórmula había sido un acierto y que el público había pillado el mensaje: en formato celuloide, Zipi y Zape solo estaban obligados a evocar al tebeo en el nombre de sus protagonistas, nada más. El resto corría a cargo de esa magia llamada cine, un invento capaz de contar historias, embobar miradas y desatar emociones como no consiguen hacerlo ni la literatura ni el cómic. 

Alcanzada la hazaña, Santos reconoce que una nueva propuesta cinematográfica inspirada en los mismos personajes partía con una ventaja y una dificultad añadidas: el buen sabor de boca que habían dejado los intrépidos hermanos en su debut en la gran pantalla debía afrontar el reto de ofrecer en su regreso una historia que recordara a la primera película, pero a la vez se distinguiera de ella lo bastante como para evitar la mala fama que persigue a las segundas partes. 

UNA PELÍCULA DIFERENTE

'Zipi y zape y la isla del capitán', que aterriza en la cartelera el próximo viernes, supera este envite con creces, y va más allá. Quienes disfrutaron de las truculentas aventuras que vivieron los protagonistas de la primera película comenzarán a ver la segunda con aquella referencia en la memoria, pero no tardarán en olvidarla a la vista del atractivo narrativo y visual de la nueva entrega. A un reparto diferente se le suma una trama que poco tiene que ver con la anterior y una textura fotográfica con personalidad propia. Esta es otra película.

El máximo responsable de ambas producciones lo explica apelando a símiles cinematográficos. "Las películas de Indiana Jones se parecen entre sí, pero son todas diferentes. También hay muchos agentes 007, pero todas las películas de James Bond son igual de reconocibles. Con Zipi y Zape queríamos hacer algo parecido. El reto era no acomodarnos y buscar una historia que fuera completamente distinta de la anterior. Debíamos evitar la tentación de hacer una secuela al uso", compara Oskar Santos. 

Los actores Teo Planell y Toni Gómez son los encargados en esta ocasión de dar vida a los inquietos mellizos y el malo malísimo de la historia es en realidad una mala: Elena Anaya. La actriz encarna a Pam, un personaje remotamente inspirado en Peter Pan que empieza la película ofreciendo una vis infantil y vivaracha y la termina mostrando un interior lleno de sombras. 

Más de un fan de la intérprete se sentirá sorprendido al descubrirla en este perfil. "Pero no más de lo que se sorprendieron los seguidores de Cate Blanchett cuando hizo 'Cenicienta'. En el cine norteamericano es más habitual ver a actores dramáticos haciendo películas infantiles. Ya era hora de que aquí también nos atreviéramos a llevar a cabo esos viajes, porque el público de 10 años también existe", reclama la intérprete. A fin de cuentas, hasta el actor más maduro ha sido niño en un momento de su vida. "Y es de ahí de donde una tira para armar un personaje como Pam, que se resiste a hacerse mayor. He buscado en la niña que llevo dentro para pensar como pensaría una cría y comprender sus inquietudes. No es difícil: bien mirado, interpretar consiste en jugar, y los que más saben de juegos son los más pequeños. He disfrutado como una niña haciendo esta película", asegura Anaya.

LA CONDENA DE VIVIR SIN LÍMITES

El punto de partida del guion está a la altura de esa vocación juguetona que comenta la actriz. Después de volver a liarla parda en una tienda de regalos, Zipi y Zape son obligados a acompañar a sus padres a un viaje de trabajo por el interior de una isla misteriosa que acabará conduciéndoles hasta la mansión de Pam, un extraño lugar lleno de niños y gobernado por el culto a la diversión y la ausencia de cualquier norma paterna. Tanto, que los propios padres de los protagonistas –interpretados por Jorge Bosch y Carolina Lapausa– se esfuman sin dejar rastro y reaparecen convertidos en críos tan curiosos y vivarachos como ellos. 

En compañía de Maqui (Máximo Pastor), Flequi (Iria Castellano) y Pipi (Ana Blanco de Córdova da vida al álter ego infantil de Pam), los dos hermanos se ven sumergidos en un laberinto de aventuras lleno de sorpresas, suspense y giros inesperados. Siguiendo con el juego de las diferencias, Santos admite que la mansión es el reverso del centro de reeducación Esperanza, donde se desarrollaba la primera película. "Si allí el juego estaba prohibido, aquí ser niño es una obligación. Pero los protagonistas descubrirán que vivir sin límites puede acabar convirtiéndose en una condena", compara el director. 

La decisión de rodar una segunda película basada en estos mismos personajes de viñeta no existía cuando la primera llegó a los cines, pero el argumento principal de la nueva cinta flotó sobre aquel rodaje. "De hecho, la idea figuraba en el guion de 'El club de la canica', pero finalmente la descartamos. Queríamos plantear un juego intergeneracional y ver qué ocurriría si Zipi y Zape interaccionaban con sus propios padres convertidos en niños de su edad. El juego tiene más profundidad de la aparente. Es un eterno debate: cuando oigo a mis amigos quejarse de no entender a sus hijos y decir que los adolescentes de hoy son diferentes de los de antes, pienso en las gamberradas que ellos hacían cuando tenían 12 años y que han olvidado al hacerse padres", explica el realizador.

GUIÑO A LOS CLÁSICOS DE CIENCIA FICCIÓN

¿Una isla misteriosa? ¿Papás y mamás que regresan a la infancia? ¿Una malvada inspirada en Peter Pan? Parecen los mimbres de una película fantástica, pero nada había más lejos de las intenciones de Oskar Santos y Jorge A. Lara, autores del guion, que proponen un viaje delirante estilo Disney o una excursión por los pasadizos de la magia en plan Harry Potter. La salvaguarda la encontraron en el otro elemento que compone la receta de la película: los clásicos de la ciencia ficción de finales del siglo XIX y principios del XX. La cinta está plagada de referencias a las obras de Julio Verne, H. G. Wells, J. M. Barrie, Conan Doyle y Stevenson. De hecho, personajes de ficción como el hombre invisible, el doctor Jekyll y Mr. Hyde, el capitán Nemo y Sherlock Holmes forman parte del reparto y acompañan a los protagonistas en su yincana de aventuras sin fin.

"'El club de la canica' dialogaba con los grandes títulos del cine fantástico de los años 80, como 'Los Goonies''Regreso al futuro' y 'ET'. Esta vez hemos viajado a los libros de ciencia ficción que devoramos los chicos de mi generación, y de otras muchas, en la adolescencia. La película está llena de situaciones sorprendentes, algunas inverosímiles, pero no están explicadas a través de la magia, sino mediante las propuestas que hacía este género literario hace cien años. Como si Zipi y Zape se hubieran colado en una novela de Julio Verne", aclara el director. 

La evocación de los mundos que imaginaron aquellos genios de la ciencia ficción traslada la película a una escenografía poblada de batiscafos, pulpos gigantes, tubos, válvulas y manivelas. "Esto le da un carácter visual muy marcado a la película. Su estética se inspira en el retrofuturismo que definía aquellas obras y supone, en parte, un homenaje a esa literatura que tanto fascina a los lectores que comparten edad con los protagonistas", explica Santos.

SEGUNDAS PARTES SÍ FUERON BUENAS

Pedirle a un padre que señale a su hijo favorito resulta comprometedor, pero el creador de las dos películas de Zipi y Zape no duda en quedarse con la segunda. "La experiencia de 'El club de la canica' nos ha permitido afinar más en el guion de 'La isla del capitán', que hemos medido al milímetro, y convertirlo en imágenes con más acierto. Esta película es más emocionante que la primera, juega más con las reacciones del público", señala. Y pone un ejemplo: "Si expones a un niño a una situación que le provoca miedo y a continuación le das la vuelta a la escena y eso mismo que antes le asustaba ahora le causa la risa, te lo has ganado para siempre. La película está llena de lances de ese tipo, es una continua montaña rusa de emociones", ilustra el realizador.

Rodada el verano pasado, la cinta comparte localizaciones con la primera entrega. Los acantilados que circundan la isla ficticia son en realidad los de la costa vasca, y la mansión de Pam se encuentra en Hungría. El presupuesto también ha sido parecido en ambos casos, rondando los 4,5 millones de euros. 

Que el empaque visual de la segunda película supere con creces al de la primera hay que anotarlo, según Santos, en el haber del equipo técnico. "En los festivales internacionales, la gente alucina cuando ve lo que hemos hecho con un presupuesto tan corto. Si las productoras de Hollywood conocieran a los profesionales que hacen cine en este país, los ficharían a todos sin dudarlo", asegura. 

El resultado final de 'Zipi y Zape y la isla del capitán' avala sus palabras. A este paso, aplaudir a una película nacional diciendo de ella que no parece española va camino de formar parte del pasado.