Goma, el lugar más desgraciado del mundo

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XAVIER MORET

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La ciudad congoleña de Goma está considerada como "el lugar más desgraciado del mundo", según algunos diarios internacionales. Se encuentra en una zona en permanente conflicto, en el corazón de África, a orillas del lago Kivu y muy cerca de la frontera con Ruanda. En pocos años ha sido escenario de una guerra civil, de la llegada de cientos de miles de refugiados, de la ocupación por parte de distintas facciones de la guerrilla y de la amenaza de un volcán.

El centro de Goma está todavía hoy invadido por la lava que en el 2002 arrojó una erupción del Nyiragongo, un volcán que se encuentra a solo una decena de kilómetros.

Junto al caótico mercado, donde los habitantes intentan llevar una vida normal en medio de la escasez generalizada, la lava endurecida queda como testimonio de una desgracia que costó la vida a un centenar de personas. Habría sido mucho peor si la ciudad no hubiera sido evacuada.

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ERUPCIÓN DEVASTADORA

"El corazón comercial de Goma fue arrasado en el 2002", comenta el vulcanólogo Matthieu Ylare en su despacho del Observatoire des Volcans, en una colina del centro de la ciudad. 

"El fondo del lago Kivu está repleto de metano y de CO2 y temíamos que si la lava entraba en contacto con el gas, provocaría muchísimas víctimas. Afortunadamente no ocurrió, pero la amenaza continúa estando ahí".

Mientras Ylare habla, se ve por la ventana la silueta del impresionante Nyiragongo, de 3.470 metros de altura. De momento, el volcán se porta bien, pero nadie puede asegurar que lo seguirá haciendo. El lago de lava que hay en su cráter sigue allí, vigilado de cerca por los vulcanólogos. 

Por las maltrechas calles de Goma, sin embargo, ajenas a la amenaza, miles de personas caminan para buscarse la vida. Mujeres, hombres y niños cargan, en grandes bidones sobre su cabezas, el agua potable que varias onegés se encargan de que no falte. Los más afortunados llevan el peso en 'chukuduks', aparatosas bicicletas sin pedales y con ruedas de madera, con una ancha barra que permite transportar la carga. 

Jim, un niño de 13 años que tiene la suerte de tener un 'chukuduk', me comenta que en los días buenos se saca unos diez euros diarios haciendo transportes. Lleva una camiseta sucia y raída, pero los ojos le brillan de emoción. Es consciente de que, dentro de la desgracia, es un afortunado.

ARMAS POR DOQUIER

En Goma proliferan las armas. Sorprende al principio, pero acabas por acostumbrarte. Al fin y al cabo, Goma es una ciudad límite en la que el aeropuerto está protegido con sacos y torres desde las que soldados permanecen atentos a que no estalle un conflicto. La tensión es continua, pero son pocos los que se atreven a hablar de la violencia latente. Un oficial paraguayo de las Naciones Unidas lo hace a cambio de silenciar su nombre. "Aquí en Goma hay demasiadas armas. En cada esquina hay alguien con un AK47", apunta preocupado.

"El equilibrio es delicado en esta región. Hay grupos armados que quieren hacerse con todo y Naciones Unidas lleva 15 años aquí, intentando evitar un baño de sangre". 

"De Goma despegan cada día aviones con toneladas de coltán, casiterita, wolframio, oro, diamantes y otros minerales", añade bajando la voz. "El Congo es un país muy rico en el que la mayoría de la población se muere de hambre. En los últimos años traficantes extranjeros han venido a hacer negocios a Goma. Algunos se enriquecen, pero los que mandan son corruptos que fingen no ver nada".

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El genocidio de Ruanda, en 1994, provocó que llegaran a Goma miles de refugiados. Huían del terror y se calcula que entre el 13 y el 14 de julio de aquel año pasaron la frontera hacia Goma unos 10.000 ruandeses cada hora, lo que dio origen a una crisis humanitaria que se complicó con una epidemia de cólera. "La carretera estaba llena de refugiados que huían con lo puesto", recuerda un miembro de una oenegé. "Era una escena horrible, apocalíptica".

MÚLTIPLES AMENAZAS

A pesar de los esfuerzos de Naciones Unidas, y de varias oenegés, no hay manera de que Goma recupere la normalidad. La guerra civil del Congo sigue como una amenaza, a la que hay que sumar los intereses que se mueven alrededor del coltán, un mineral básico para fabricar teléfonos móviles, y la corrupción omnipresente.

En este ambiente de caos, la ciudad fue capturada por rebeldes a finales del 2012. Por suerte, las fuerzas gubernamentales no tardaron en restablecer el orden, si es que puede llamarse orden al convulso día a día que vive Goma. 

De noche, cuando la ciudad se queda sin luz, recomiendan no salir a la calle. "Si de día Goma es peligrosa, de noche, al amparo de la oscuridad, el peligro se multiplica", me comenta Gilbert, un empresario congoleño de 32 años. Gilbert sueña, a pesar de todos los problemas que le rodean, que un día llegará la paz y podrá poner en marcha una agencia de viajes que llevará a los turistas a pasear en barca por el lago Kivu, a ascender al Nyiragongo, a visitar los gorilas de montaña del Parque Nacional Virunga y a adentrarse en la selva para ver la flor más grande del mundo.