Cuando Truffaut hizo llorar a Hitchcock

Un joven director francés entrevistó en 1962 al rey del suspense. De ahí nació un libro mítico que Kent Jones ha convertido en documental. Un curso de cine en 79 minutos

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NANDO SALVÀ

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“Desde que me convertí en director, mi admiración por usted no ha menguado en ningún momento; al contrario, se ha hecho más fuerte y ha evolucionado. Hay muchos directores que aman el cine, pero lo que usted posee es amor al propio celuloide, y eso es de lo que me gustaría hablar con usted”. Carta de François Truffaut a Alfred Hitchcock, junio de 1962.

A principios de los 60, Alfred Hitchcock era considerado un creador esencial de ficciones tensas y siniestras. Sus películas, títulos como '39 escalones' (1935), 'Extraños en un tren' (1951) y 'La ventana indiscreta' (1954), llevaban décadas deleitando a los espectadores –y a veces haciendo que se mearan de miedo en los pantalones–; y su programa de televisión 'Alfred Hitchcock presenta', cada uno de cuyos episodios contaba con una introducción negrísimamente cómica del propio 'Hitch', era un éxito tremendo. Solo había una cosa de la que el cineasta británico carecía: el reconocimiento de la crítica, que lo veía como un mero artesano de ocio palomitero

Por suerte, a 2.700 kilómetros de distancia había un grupo de intelectuales franceses cuyo trabajo teórico aparecía publicado en la revista decana 'Cahiers du Cinéma' y cuyas primeras películas empezaban a ver la luz. Gracias a gente como Claude ChabrolEric RohmerJacques RivetteJean-Luc Godard y François Truffaut, cabezas visibles de un movimiento fílmico pionero llamado 'Nouvelle vague', el cine se empezaba a hacer autoconsciente, a reivindicarse a sí mismo como arte en lugar de resignarse a ser mero entretenimiento.

En el proceso, esos muchachos se dejaban la piel para defender a Hitchcock como el gran artista de las imágenes en movimiento. Truffaut lo declaró su director preferido cuando viajó a Estados Unidos para promocionar su magistral ópera prima, 'Los 400 golpes' (1959): lo definió como “el cineasta más completo de todos”, un maestro de todos los aspectos de la producción incluyendo el rodaje, la edición y la promoción. La prensa experta se rio de él. Era necesario poner los puntos sobre las íes.

“Querido señor Truffaut, su carta ha hecho brotar lágrimas de mis ojos, y me siento muy agradecido de recibir semejante tributo de usted”. Telegrama de Alfred Hitchcock a François Truffaut, junio de 1962.

En agosto de 1962, Hitchcock y Truffaut pasaron una semana en unas dependencias de los estudios Universal hablando de cine. El encuentro comenzó el día 13, coincidiendo con el 63º cumpleaños del británico. La discusión, tal vez la mejor de la historia sobre el asunto de las películas, no fue filmada, pero sí grabada con un magnetófono. Y en 1966, hace justo medio siglo, apareció reconvertida en 'El cine según Hitchcock', uno de los pocos libros indispensables para cualquiera que esté interesado en el séptimo arte.

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Ahora, esa misma entrevista forma la columna vertebral de 'Hitchcock / Truffaut', el documental dirigido por el crítico Kent Jones, que vendría a ser como una versión comprimida –79 minutos— de todo un semestre en la escuela de cine. Lo que hace Jones no es tanto adaptar el libro como darle vida en pantalla. Para ello, además de extractar las 27 horas de audio original –17 de las cuales están disponibles on line–, se sirve de fotos de archivo de la reunión, fragmentos de la filmografía del maestro, citas del volumen original y apasionadas intervenciones de diez directores. Martin ScorseseDavid Fincher, Wes Anderson y James Gray, entre otros, razonan su 'hitchcockmanía' y explican el profundo efecto que el libro tuvo sobre ellos –Anderson recuerda que su ejemplar llegó a estar tan gastado por el uso que necesitaba gomas para sujetarlo–, y por encima de todo sugieren que sin esas páginas tal vez clásicos del cine moderno como 'Taxi Driver' (1976) y 'Seven' (1995) hoy no existirían.

POR QUÉ FUNCIONAN LAS PELÍCULAS

En una época de ‘blu-rays’ rellenos de comentarios del director y entrevistas a las que se puede acceder fácilmente a través de internet, quizá sea difícil para los estudiantes y aspirantes a cineastas de hoy en día comprender el impacto causado por el libro de Truffaut, pero en el momento de su publicación –y durante aproximadamente 20 años más–, ningún director jamás había hablado con tanto detalle y claridad sobre su trabajo. El poder del tomo reside en el modo en que hace sencillas ideas muy complicadas sobre cómo y por qué funcionan las películas.

La conversación fue conducida a través de una traductora. Hitchcock no hablaba francés, y Truffaut no hablaba inglés. Pero ambos hablaban el lenguaje del cine, que trasciende limitaciones comunicativas. Por entonces, el entrevistador solo había dirigido tres películas –'Tirad sobre el pianista' (1960) y 'Jules y Jim' (1962) son las otras dos— mientras que el entrevistado trabajaba en la 48ª, ese extraordinario y probablemente confesional tratado sobre la represión sexual llamado 'Marnie la ladrona' (1964). Esa diferencia de trayectoria, en todo caso, no impidió que la charla fuera un intercambio de ideas derrochante de entusiasmo, placer y pasión.

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Hitchcock no era necesariamente una persona amable. Es bien conocida, por ejemplo, su complicada relación con las mujeres como asuntos de su cine y como colaboradoras artísticas. Pero era un 'showman' lleno de gracia macabra no solo a través de sus películas, sino también de su actitud pública. Las grabaciones capturan esa y otras facetas de su personalidad y algunas anécdotas de su vida –como la broma que su padre le gastó siendo él niño, haciendo que lo arrestaran y lo tuvieran entre rejas brevemente e inculcándole un miedo a la policía que le duraría toda la vida–, pero en todo caso el grueso de la entrevista está consagrado a su técnica como cineasta y a la explicación de muchos de los trucos cinematográficos que él inventó. 

DIFERENCIA ENTRE SUSPENSE Y SORPRESA

Por ejemplo, se discuten conceptos como el McGuffin –un elemento de suspense que no tiene relevancia más que para hacer avanzar la trama– y la diferencia entre el suspense y la sorpresa; se recuerdan la bombilla colocada estratégicamente dentro de un vaso de leche quizá venenosa en una escena crucial de 'Sospecha' (1941) o el mítico beso de Cary Grant e Ingrid Bergman en 'Encadenados' (1946), que Hitchcock define como un 'ménage à trois' entre la pareja y el espectador; y se explica la dificultad que el británico tenía con el tipo de actores que necesitaban comprender las motivaciones de sus personajes. Al parecer, ese fue el motivo por el que Hitchcock y el actor de método Montgomery Clift no se miraron a la cara durante la duración del rodaje de 'Yo confieso' (1953). Aunque, en realidad, con ningún actor se entendía. En 'Hitchcock/ Truffaut' le oímos llamarlos “ganado”.

Asimismo, la película recoge los pensamientos del maestro sobre el ritmo, el encuadre, la simetría dentro de la historia y dentro del plano, y sobre lo que él consideraba “cine puro”: contar la historia a través de las imágenes. “En muchas de las películas que se hacen hay muy poco cine –asegura durante la charla–. Son fotografías de personas que hablan”. En ese sentido, Truffaut sugiere que aquellos directores que empezaron en los años del cine mudo saben algo que los demás nunca conocerán. “Puedes ver una película de Hitchcock con el sonido apagado –se nos dice en el documental– y aun así serás capaz de seguirla”.

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Y eso en buena medida es así porque nada en su cine pasa por accidente. Cada plano, cada ángulo, cada mirada fueron diseñados con un propósito: no tanto contar historias como llevar a cabo visitas guiadas a través de las obsesiones y los traumas más íntimos de su creador, muchos de ellos relacionados con la muerte y el deseo carnal. La importancia de esos dos asuntos en su carrera justifica que 'Hitchcock / Truffaut' preste considerable atención a la secuencia de la ducha de 'Psicosis' (1960), la película que destruyó todas las reglas de escritura de guiones existentes hasta ese momento: el personaje principal, interpretado por Janet Leigh, era asesinado a los 45 minutos de metraje, dejando al público totalmente confundido y disparando sus niveles de terror. También con especial detalle se recrea la discusión sobre 'Vértigo. De entre los muertos' (1958), obra rebosante de frustración sexual y trasfondo freudiano que muchos críticos consideran la mejor película de todos los tiempos.

Por desgracia, no hay tiempo para todo. El documental no menciona la persecución en el Monte Rushmore de 'Con la muerte en los talones' (1959), ni la mirada de Raymond Burr directamente a cámara de 'La ventana indiscreta' (1954), ni la escena onírica diseñada por Dalí en 'Recuerda…' (1945). Aunque eso también tiene su lado positivo: ver 'Hitchcock / Truffaut' nos deja ansiosos por revisar de nuevo las películas del maestro y mantener después nuestras propias conversaciones sobre ellas. 

Eso, en realidad, es todo cuanto Hitchcock siempre quiso: dialogar con un público lo más amplio posible, hacerlo sonar “como si fuera un órgano”. Y no hay más que recordar esa silueta del asesino que se dibuja en la cortina, esa avioneta precipitándose sobre un hombre que corre por un campo, esa mujer que cae en picado desde una torre o alguna otra de las inolvidables imágenes que creó, y dejarnos turbar y sobresaltar por ellas una vez más, para comprender la precisión con la que logró su objetivo. Lleva 36 años muerto y seguimos teniéndolo entre nosotros, cada vez más grande, provocándonos algo mágico, misterioso y cautivador.