'El rey León', el gran filón de Disney

La película 'El regreso del rugido' y la teleserie 'La guardia del león' aprovechan el tirón del filme que se estrenó hace 22 años, que ha recaudado 900 millones de euros desde entonces

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IDOYA NOAIN

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Más que a la sabana africana, el mundo de la animación infantil desde hace un tiempo evoca a una selva: frondosa, lustrosa y llena de distintas especies que conviven pero también se miden constantemente en un salvaje duelo de supervivencia y dominio. Es una jungla en continua transformación; un terreno por explorar, descubrir, disfrutar –y también temer– para progenitores y vástagos; y en ella hay un animal que sigue siendo el rey: un ratón. La marca de fábrica del auténtico mastodonte que arrastra todo el poderío de 92 años de historia en los que se ha asentado como poderoso conglomerado mediático y de entretenimiento aparentemente inmune al derribo. Es la Walt Disney Company o, simplemente, Disney, seis letras tras las que se mueve un auténtico imperio con 180.000 empleados, la undécima marca más valiosa del mundo, según la revista Forbes, que el año pasado calculaba su valor de mercado en más de 170.000 millones de euros. 

Como todos los imperios, Disney emana un aura de poder, que se resume a la perfección en una frase que pronunciaba recientemente en la sede de la compañía en Burbank (California) Tati Pradilla, una colombiana residente en Estados Unidos que es madre y bloguera y había acudido a un acto promocional. “Disney es inevitable”, decía. Es una realidad, una especie de mantra, que posiblemente entiendan y compartan todos esos padres que llevan los últimos años tarareando incluso sin querer el 'Let it go' de 'Frozen', comprando juguetes o disfraces, y viendo y sabiéndose de memoria capítulos de series o películas enteras.

Ecos racistas y sexistas

Como a todos los imperios, a Disney no le faltan detractores. Hay ríos de tinta derramados sobre los ecos racistas, sexistas o de moralina que algunos encuentran en sus creaciones, por más que estas incluyan cada vez más esforzados y obvios intentos de reflejar diversidad. Recientemente fue George Lucas quien, pese a disculparse tras comparar a la compañía con “esclavistas blancos” por lo que ve una explotación irrespetuosa de 'La guerra de las galaxias', no se retractó de otra crítica: que Disney ejemplifica el extendido problema de un Hollywood donde se da prioridad a los beneficios a costa de la narración. 

El argumento de George Lucas podría parecer apropiado ahora que, casi 22 años después del estreno de 'El rey león', Disney da la enésima vuelta en el exprimidor a la jugosa fruta que desde 1994 ha sido esa película, uno de los últimos productos de animación puramente clásica de la compañía, que fue un auténtico fenómeno y para el 2014 llevaba recaudados casi mil millones de dólares en las taquillas de todo el mundo. De su banda sonora premiada con dos Oscars y tres Grammys se vendieron 14 millones de discos; dio pie a dos secuelas realizadas directamente para vídeo y a una serie basada en los personajes secundarios de Timón y Pumba. Inspiró, además, atracciones para los parques temáticos y de atracciones de Disney y un musical que lleva 18 años en Broadway, donde ganó seis premios Tony y desde donde dio un salto global. Casi 80 millones de personas han visto las 22 producciones del musical que se han realizado alrededor del planeta en ocho idiomas, llenando con más de 4.500 millones de euros las arcas de los teatros (y de Disney).

Mensajes para los niños

Con esos precedentes no se le puede negar la lógica y la visión de negocio a Robert Iger, el consejero delegado de Disney, que para celebrar el 20º aniversario planteó en el 2014 desarrollar alguna idea a Nancy Kanter, vicepresidenta ejecutiva de Disney Junior y encargada de programación original en esa cadena presente en todo el mundo con 34 canales en 25 idiomas. Se trataba de mantener vivo el clásico salpicado de referencias bíblicas, shakesperianas y de Rudyard Kipling, y de mensajes sobre la importancia de la conservación de la naturaleza, pero acercándolo a las nuevas generaciones, especialmente a los niños pequeños y a los padres jóvenes que crecieron con el original.

La misión recayó entonces en Ford Riley, un hombre que como joven escritor vendió su primer guion precisamente a Disney para 'Timón y Pumba' y que, además de otros trabajos, creó la serie' Oso, agente especial'. Era tarea complicada porque, según explica Riley en una entrevista en Burbank, “había expectativas de la compañía, pero también de los fans”. “Había que respetar el espíritu del original pero sin quedar atados. Y queríamos mandar un mensaje de conservación y de diversidad, pero sin ser abiertamente aleccionadores”.

La inspiración que Riley necesitaba para encontrar ese camino le llegó de Quinn, uno de sus dos hijos, diagnosticado a los 2 años con autismo. Cada semana, el pequeño y sus amigos jugaban en el parque convertidos por obra y gracia de la imaginación en una banda de superhéroes, y así Riley pensó en el argumento de la película (que en España se estrenará el 27 de febrero) y de la serie de 'La guardia del león' (fecha aún sin confirmar). Kion, el segundo hijo de Simba y Nala, recibe el encargo de formar el equipo que tiene como misión proteger las tierras del reino, donde es su hermana mayor, Kiara, la primera en la línea hereditaria para el trono.

Cada dólar está en la pantalla

Reconectado con el rugido de sus ancestros, el cachorro rompe la ortodoxia con la que se había formado esa guardia (la misma que una vez dirigió el malvado tío Scar de la película original antes de corromperse por el ansia de poder), y, en vez de elegir a otros leones para acompañarle, escoge a sus amigos: Bunga, un tejón melero; Fuli, una gueparda veloz; Beshte, un hipopótamo fuerte y Ono, una garza macho de aguda visión. A partir de ahí comienzan las aventuras. La idea gustó a Disney y la maquinaria se puso en marcha. Y es toda una obra de ingeniería, por más que el estilo de animación que acaba en la pantalla, pese al uso de técnicas digitales, sea de vieja escuela. Aunque en una entrevista en la sede de Disney Kanter elude hablar del presupuesto, asegura que “cada dólar está en la pantalla”, y en todo el trabajo que hay detrás. 

A las cerca de tres decenas de personas que participan en la producción en las oficinas de Disney en Burbank se les suman los actores que prestan las voces y entre 75 y 100 personas que trabajan en Canadá haciendo la animación.' La guardia del león' cuenta con un equipo de tres guionistas fijos. Son ellos quienes desarrollan una idea en dos o tres párrafos (principio, medio y fin) y se la dan a Disney, esperando el sí o el no. Cuando lo que llega es la aprobación, se empieza a desarrollar el guion completo, del que se van pasando páginas a dos ilustradores. Una vez que el texto está completo (que suele llegar a unas 40 páginas) pasa a manos de los artistas gráficos, y de los compositores, que crean la música y las canciones. 

Sin viajar a África

A diferencia de lo que sucedió en 'El rey león' original, aquí no hubo viaje a África para estudiar en vivo a los animales. Pero en 'La guardia del león'  se cuenta con la asesoría de científicos y educadores que trabajan en Animal Kingdom, el parque temático de Disney en Florida dedicado al mundo salvaje. También ha colaborado en el proyecto una especialista en suajili y cultura africana, Sarah Mirza, que ha ayudado a salpicar la película y la serie con nombres y expresiones como “zuka zama” (algo así como “salta y sumérgete”), que con su propia canción intentará ser el 'Hakuna matata' (no hay problema) del siglo XXI. 

El resultado es, según los primeros datos de audiencia en Estados Unidos, donde la película se estrenó en noviembre, un éxito. 'La guardia del león. El regreso del rugido' se convirtió en la cinta más vista del año por público infantil en televisión por cable, con más de cinco millones de niños y padres sentados frente a las pantallas, y entre 1,3 y 1,5 millones viendo cada semana los primeros capítulos de los 26 de la primera temporada de la serie. Y muchos críticos estadounidenses también se han entregado, como Kevin Johnson, que en AV Club ha definido la película como “una hora placentera y relajada, una pieza de animación sincera en una era definida por el cinismo, las extravagancias y la ironía”, de “increíble y precisa animación y narración directa”. Entre los convencidos está también Pradilla, la madre de Florida que dijo lo de “Disney es inevitable”, que formó parte de un grupo de blogueras invitadas a ver la película y a hablar con sus creadores (un ejercicio inteligente de promoción por parte de Disney, que eleva así sus posibilidades de generarse publicidad positiva en internet, y encima en sitios dirigidos justamente a las madres y padres que tienen que decidir cada día qué poner en el menú de entretenimiento de sus hijos).

“La responsabilidad de educar, de decidir que ven los niños, es de los padres”, aseguraba Pradilla, defendiendo a Disney de posibles críticas, tanto implícitamente como explícitamente, aplaudiendo que “tiene valores de fondo y herramientas educativas”. En el caso concreto de 'La guardia del león', encontraba alabanzas específicas. Una: que esa guardia “la componen distintos animales, y eso transmite el mensaje de integración en la comunidad y de aprovechar las fortalezas de cada uno aunque sean diferentes”. Otra: que “al menos hay una nena”, una referencia al personaje de la gueparda en el grupo de animales encargados de proteger la sabana. Su principal aplauso, no obstante, era por algo más. La película le había entretenido y le parecía “fabuloso que habla a los niños sin aleccionarlos. Los niños son niños –recordaba– y tienen que divertirse, no todo tienen que ser lecciones”.