Orquesta de Cateura: Música en el vertedero

En un suburbio de Asunción (Paraguay), Favio Chávez dirige una orquesta juvenil en que los instrumentos nacen de los desechos de la ciudad

Favio Chávez

Favio Chávez / periodico

IMMA MUÑOZ

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Hasta hace media docena de años, escribir en Google la palabra 'Cateura' daba como resultado desembocar en un mar de basura. Fotos de montañas de desechos, artículos sobre las míseras condiciones de vida de los 'gancheros' que escarbaban en ellas en busca de residuos con los que obtener unas monedas para mantener unos hogares fabricados con esos mismos residuos. Cateura es un suburbio de Asunción, la capital de Paraguay, nacido en un gigantesco vertedero que muy poco, casi nada, podía ofrecer a sus habitantes. 

Pruébenlo: pongan hoy esta palabra en Google. No se van a librar de ver algunas imágenes de escombros, pero la primera entrada que encontrarán no habla “de mal olor, de basura, de indigencia y de desesperanza”, sino de “música, niños, cultura y una firme voluntad de salir adelante”. Y detrás de este cambio hay un nombre propio, el del hombre que pronuncia las palabras entrecomilladas: Favio Chávez, de cuyo amor por la música y por las personas ha surgido la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, que él dirige y que lleva ya un lustro dando conciertos por todo el mundo. Esta Navidad volverá a actuar en Barcelona, en el Palau de la Música, después del éxito cosechado el año pasado, y lo hará también en Madrid Sevilla

Técnico medioambiental y músico

Aunque nacido en Argentina, en 1975, Chávez pasó su infancia en Carapeguá (Paraguay), donde muy pronto empezó a estudiar guitarra popular y se apuntó al coro de la localidad. Ingresó en el seminario, pero tres años después lo dejó y se licenció en FilosofíaTeología e Ingeniería en Ecología Humana. Fue esta última carrera la que lo llevó hasta Cateura: en el 2006, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), puso en marcha en ese vertedero un proyecto de gestión de residuos sólidos. 

Él se incorporó como técnico de educación ambiental. “Pero era músico desde hacía mucho tiempo, y tenía mucha experiencia dando clases a niños”, explica. Se sumaba otra circunstancia: su sensibilidad social. “El tiempo que pasé en el seminario me hizo desarrollar un interés por la gente más necesitada. Además, tengo una formación familiar de trabajo comunitario. Y la música también sensibiliza. Un músico, un artista, es receptivo a lo que pasa en su entorno”. Y lo que pasaba en Cateura era demasiado duro como para permanecer indiferente. 

Un mensaje al mundo

Empezó dando clases de música a los hijos de los 'gancheros' en su tiempo libre. Una manera de demostrarles que había otra vida, una vida llena de belleza, y que estaba a su alcance. Como no disponían de instrumentos para esas clases, los construyeron con lo que tenían al alcance de la mano: la basura. “Queríamos imitar los instrumentos formales con material alternativo, y eso era lo que había por todas partes. El vertedero es una mina de materiales, y lo que necesita uno es imaginación para aprovecharlos, ver la basura de una forma distinta de como la ven otras personas. La comunidad, además, lleva años desarrollando esa capacidad. Ellos se las han ingeniado para construir sus casas a partir de la basura, para hacer juguetes y hasta ropa con los jirones de tela que encuentran. ¿Por qué no instrumentos?”. Esa política, además, lanza un mensaje muy potente. A esos chavales y al mundo. 

“Los que empiezan el aprendizaje musical lo hacen con los instrumentos reciclados. Serán los que usen hasta que aprendan a ser músicos: a cuidar el instrumento, a ser responsables, constantes, hasta que sus familias se involucren. Son, además, los que mejor funcionan en nuestro contexto. Estos niños viven en chabolas. ¿Dónde meten un contrabajo? ¿Resistiría la humedad, estar en el suelo? Probablemente, no. Estos, sí”, explica Chávez. 

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¿Y cuál es el mensaje que lanzan al mundo? El director lo resume en una frase: “El mundo nos envía basura y nosotros le devolvemos música”. Contundente. Y eficaz. “La frase surgió en una cena de la más alta sociedad de Paraguay, en un club muy exclusivo, donde íbamos a tocar. La gente no nos prestaba atención, así que yo di unos golpecitos al micrófono y les dije: ‘Vamos a tocar un par de piezas para ustedes. Nosotros venimos del lugar adonde va toda la basura que van a producir ahora. Ustedes nos envían basura todos los días. No importa: nosotros les vamos a devolver música’. Y se quedaron atónitos”. Y les escucharon. Les escucharon como después, en el 2014, hicieron los 50.000 fans colombianos de Metallica que acudieron al concierto en el que los chicos de Cateura actuaron como teloneros de la banda. Y como lo habían hecho antes los seguidores de Megadeth, grupo con el que colaboraron en el 2013. 

“Somos la orquesta de Paraguay que más viaja, y tal vez la más emblemática. Porque lanzamos un mensaje muy necesario: aunque las condiciones sean las peores, uno necesariamente tiene que emprender algo positivo”. En estos momentos, al tiempo que Chávez atiende a la prensa en Barcelona para presentar el concierto que darán en la ciudad el 28 de diciembre con 25 de los 200 chicos que forman y se forman con la orquesta, 16 más están en París en otra gira. “Y acabamos de volver de Estados Unidos, adonde viajaron otros 26”.

Exportando el modelo

El inesperado éxito de esta orquesta ha cambiado la vida de estos chicos, aunque la mayoría sigan viviendo junto al vertedero. “Hoy en día, están orgullosos de ser de Cateura. No de su entorno ni de las condiciones en las que viven, pero sí de lo que ellos han sido capaces de extraer de ese entorno. Han ganado mucha autoestima, y eso es fundamental. Cambiar la mentalidad es el primer paso para mejorar su situación. Aquí ven que sí hay salidas, que tienen oportunidades, que pueden cambiar ellos y después, poco a poco, modificar su entorno. Nosotros no los llevamos de gira y ya está: hacemos un acompañamiento profundo, pagamos su escolaridad, emprendemos inversiones concretas para mejorar su calidad de vida... Es un proceso a largo plazo”. ¿Y cómo lo financian? “Con las entradas que vendemos para nuestros conciertos, y con ciertas aportaciones de organismos que cooperan con nosotros, algunas donaciones...”, explica Chávez. 

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Una de estas entidades colaboradoras es Ecoembes, que, tras conocer el trabajo de Chávez decidió, en enero del 2014, poner en marcha una iniciativa similar con niños de entre 8 y 16 años en riesgo de exclusión social de dos centros de Madrid: un colegio público del Pozo del Tío Raimundo, en Vallecas, y un hogar infantil de Pozuelo de Alarcón. 58 niños del primero y 15 del segundo forman parte del  proyecto 'La música del reciclaje'. Durante meses han estado aprendiendo a tocar, como sus compañeros paraguayos, con instrumentos creados con desechos. Y, como estos, han constatado que no todas las puertas están cerradas para ellos. De momento, les han abierto las del Auditorio Nacional de Madrid, donde el próximo 4 de enero interpretarán un par de temas con los chicos de Cateura. 

“El reciclaje da segundas oportunidades a las cosas. La música, a las personas”, concluye Chávez. La frase suena bien. Y la verdad que encierra, van a poder comprobarlo quienes vayan a escucharles, todavía mejor. 


La orquesta de instrumentos reciclados de cateura actuará en el Palau de la Música el 28 de diciembre; en el Palacio de Congresos de Sevilla, el 30, y en el Auditorio Nacional de Madrid, el 4 de enero del 2016.