Berta Vázquez, más que la novia de Mario Casas

La actriz Berta Vázquez forma parte del elenco de 'Palmeras en la nieve' junto a su pareja, Mario Casas

entrevista dominical a berta vazquez

entrevista dominical a berta vazquez / periodico

JUAN FERNÁNDEZ / MADRID

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A veces los sueños se cumplen, aunque no como fueron planeados. Esta es la historia de una pequeña decepción escondida en el fondo de un éxito rutilante, lleno de reconocimientos, aplausos y besos. A Berta Vázquez (Kiev, Ucrania, 1992), una perfecta desconocida hace apenas un año, hoy los fans la paran por la calle para pedirle selfis con devoción, cosecha miradas de envidia y de admiración en los saraos del mundillo del espectáculo donde la invitan, y escucha cuchicheos a sus espaldas en la cola del pan. Unos la señalan por ser la actriz que da vida a La Rizos en la serie de ambientación carcelaria 'Vis a vis', de Antena 3, por la que acaban de darle un premio Ondas. Otros la refieren por ser la nueva novia del deseado actor Mario Casas. Y a partir del próximo viernes hablarán de ella por formar parte del elenco de 'Palmeras en la nieve', la película rodada en castellano más cara de la historia, que aspira a cinco galardones en los premios Goya

Berta sonríe, goza, levita, no disimula la alegría de estar viviendo un sueño del que teme despertar en cualquier momento. Pero tampoco esconde la perplejidad y el desprendimiento con los que asiste a todo lo que le está ocurriendo, que no es exactamente lo que ella venía buscando. "Yo solo quería ser bailarina. Mi sueño era formar parte del cuerpo de baile de Beyoncé y largarme de gira con ella por todo el mundo", suspira.

ENTRE ESPAÑA, UCRANIA Y KENIA

Los caminos del éxito son inescrutables. Los seguidos por Berta Vázquez responden en parte al cliché de la joven que un buen día decide que quiere ser artista y se lo trabaja desde abajo, pero también concentran varios exotismos que dan a su historia un perfil propio.

El primero, su origen: a la vista de sus bellos rasgos tropicales, nadie diría que estamos ante una ucraniana de la cosecha del 92, pero eso es lo que pone en su DNI. Sus padres, emigrantes originarios de Kenia, aguantaron poco en el frío país centroeuropeo y cuando ella tenía 3 años se trasladaron a Elche. Es en esta localidad alicantina donde creció, empezó a bailar y luego a soñar. “Pero soy española de la cabeza a los pies, me apellido Vázquez Mateo y este es mi lugar”, advierte a cuento de los datos inciertos sobre su identidad que circulan por internet.

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Berta es incapaz de fechar el momento cero de su querencia por el arte y el espectáculo, pero recuerda claramente la emoción que sintió cuando descubrió el baile en una escuela de danza de su ciudad. Convencida de que su vida era un paso a dos prolongado en el tiempo, a los 18 años se trasladó a Madrid sin más aspiración que convertirse en bailarina.

Llegó con una voluntad muy férrea y las ideas muy claras: "Quería empezar desde abajo y labrarme mi propio camino. Tenía idealizada la imagen de la artista que curra en mil trabajos y se siente perdida hasta que un buen día alguien la descubre y le ofrece la oportunidad de su vida. Yo quería esa historia, iba de sufridora", explica.

Se aconseja vigilar lo que se desea, no vaya a ser que al destino le dé por atender las plegarias. A Vázquez, el suyo la escuchó más de lo que ella hubiera deseado: en los siguientes meses, la vida de la aspirante a estrella se reveló más dura de lo que esperaba. “Con los curros que me salían ganaba lo justo para pagar el piso, pero no las clases de danza. Hice de todo: de camarera, de modelo publicitaria, hasta de vendedora de seguros puerta a puerta”, recuerda.

Lo intentó con la música, su otra gran pasión desde niña, pero las pruebas a las que se presentó, entre ellas las del concurso televisivo 'La voz', se saldaron con respuestas de indiferencia. ¿Se estaría equivocando? ¿Sería hora ya de tirar la toalla? “Llegué a tirarme semanas enteras comiendo pasta de la mañana a la noche, sin apenas dinero para pagar la luz. Me planteé abandonar Madrid, no para volver a Elche, sino para probar suerte en París o Londres. Cuando ya no podía aguantar más, de repente surgía el siguiente curro para aguantar otro tirón”, rememora.

EL CAMINO HACIA LA INTERPRETACIÓN

La vida de Berta Vázquez está partida en dos por un paseo mañanero con su perro. Uno de aquellos días de paro, desidia y desesperación bajó a airear a su mascota por la plaza de Alonso Martínez de Madrid y de pronto se le acercó una desconocida y le preguntó: “¿Eres actriz? Busco rostros para una película y el tuyo es perfecto para un papel”.

Vázquez no supo qué responder. La interpretación no había figurado jamás en su proyecto profesional y de vida, pero en ese momento no tenía trabajo, así que cogió aquella tarjeta, que anunciaba: Pilar Moya, directora de 'casting'.

Sin nada que perder, Berta se presentó a la prueba y superó varias fases, pero al final el papel fue para otra. “No le di más importancia, ser actriz no era para mí una meta en ese momento”, recuerda. Un año más tarde, la directora de la selección que la había descubierto en la calle volvió a llamarla para otra película. De nuevo probó suerte, y otra vez se quedó en puertas de enrolarse en un rodaje. 

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El tercer intento iba a ser el definitivo: meses después de su segundo chasco, volvieron a llamarla para otro filme. Vázquez acudió sin darle importancia. “Por entonces trabajaba de modelo en un 'showroom'. Apuntaba los diálogos en post-it y los pegaba en los probadores para aprendérmelos. Me escapaba de las sesiones para ir a hacer las pruebas, pero jamás imaginé que aquella iba a ser la oportunidad de mi vida”, confiesa.

UN MUNDO DESCONOCIDO

Nunca olvidará el día que la llamaron para decirle que estaba contratada para rodar 'Palmeras en la nieve'. “Salí corriendo por el 'showroom' gritando: ‘¡Me han cogido en una película!’. Para mí era como decir adiós a todo esto”, recuerda. 

Que sus miras estuvieran puestas en la danza y no en la interpretación le ha permitido acceder al mundo del cine con un punto de inconsciencia que le ha resultado balsámico. “Me ha ayudado a no sentirme intimidada por tener delante a actorazos como Mario Casas o Emilio Gutiérrez Caba, protas de la película. A este último ni siquiera lo conocía y el día que nos encontramos en los ensayos me atreví a darle órdenes. ¡Una novata como yo a un genio como él!”, cuenta entre risas.

Sin más escuela que su intuición, logró armar a la carrera el papel de Bisila, una guineana de la España colonial de mediados del siglo pasado, época en la que está ambientada la película. El rodaje le llevó a vivir tres meses entre Canarias y Colombia. A su vuelta, convertida ya en la novia de Mario Casas, en el mismo aeropuerto se encontró con el primer paparazi que la esperaba para preguntarle por su amor. 

Ahora los fotógrafos los persiguen allá donde van, otra novedad en su vida. “Me choca que me pregunten por mi novio y que se mezcle lo personal con lo profesional. Entiendo el morbo, pero no lo alimento. Nunca he comprado una revista del corazón, así que no le doy más importancia a ese tema. Mario y yo conseguimos aislarnos y vivir como una pareja normal”, asegura. 

Inmersa en el rodaje de la segunda temporada de la serie 'Vis a vis', Vázquez se adapta a marchas forzadas a su nueva vida. Se declara fascinada con la experiencia de la interpretación –“desconocía que tenía todos esos personajes dentro de mí”, confiesa emocionada– y confía en que la llamen para nuevas películas y series. ¿Y el sueño de ser bailarina? “De momento está archivado. Quién sabe, a lo mejor mi destino no era bailar, sino ser actriz”, responde sin sombra de pena