Flamenco sin límites

El bailaor y pedagogo José Galán (izquierda), Vanesa Reinón (centro) e Isabel Palomeque, en plena clase en Casa Candela.

El bailaor y pedagogo José Galán (izquierda), Vanesa Reinón (centro) e Isabel Palomeque, en plena clase en Casa Candela. / FERRAN NADEU

NÚRIA MARTORELL / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"Moved las manos como palomas", les pide el profesor durante su primera clase de flamenco, mientras suena el tema 'Orobroy' de DorantesDessiré Cascales suelta por un momento el tacataca y sus dedos se convierten en salerosas alas. "El baile siempre ayuda a sacar movimientos. Movimientos que normalmente no puedo hacer. Y yo, que además tengo la palabra muy limitada y me frustra quedarme con cosas por decir, veo que consigo expresarme, sacar lo que llevo dentro", constata la entusiasta alumna.

"Dessiré Cascales: "No necesito ser perfecta. En todos hay belleza, aunque a veces la gente no la sepa ver. Si fueran más allá de la primera imagen, si realmente supieran mirar..., la percibirían"

Dessiré explica que padece "una discapacidad de nacimiento: parálisis cerebral". Pero su discurso, entrecortado, fluye con una clarividencia que merece todos los oles. "No necesito ser perfecta. En todos hay belleza, aunque a veces la gente no la sepa ver. Si fueran más allá de la primera imagen, si realmente supieran mirar..., la percibirían. Bailar te ayuda a conocer cómo es tu cuerpo, a valorar los movimientos, buscar su belleza, ¡a esforzarte para eso! Me miro al espejo y esa soy yo. Y es bonito. Con mis defectos, que para mí son cualidades. Hay que buscar dentro de ti cómo tener una vida más rica, valorar los momentos. El futuro ya vendrá..."

El taller en el que participa forma parte de una iniciativa gestada en Casa Candela con el objetivo, entre otros, de que las personas descapacitadas mejoren su calidad de vida con el flamenco, e incluso se conviertan en bailarines y profesores a los que dar un empleo. Hasta este centro-escuela y entidad sin ánimo de lucro de la calle Sant Pere Més Alt, 39 de Barcelona (muy cerca del Palau de la Música) se ha desplazado desde Sevilla José Galán, maestro y alma del llamado flamenco inclusivo. El bailaor y pedagogo lleva semanas formando, también en Casa Candela, a la primera tanda de voluntarios y docentes que impartirán este otoño los próximos cursos. Su lema: "Hacer visible lo posible".

PIONERO EN ESPECTÁCULOS INTEGRADORES

Galán sabe de lo que habla. Este pionero en crear espectáculos integradores convirtió a una joven que padeció un ictusIsabel Palomeque, en primera bailarina de la obra 'Sin descuido'. Hoy ella se presta a ser una discípula más. "Tenía 24 años cuando sufrí un accidente vascular cerebral, a raíz de una malformación congénita. Entonces trabajaba como enfermera en la UCI de un hospital, qué cosas... Estuve en coma. Me quedó el lado derecho paralizado. Sigo con la mano derecha tonta, pero he logrado que las dos clavículas estén a la misma altura: ¡no voy torcida! Y tengo problemas con el lenguaje, sobre todo por la noche". Palomeque compagina su labor como vicepresidenta de la Fundación Ictus Barcelona con su pasión por el deporte, el teatro y el flamenco, inoculada por José hace cinco fructíferos años. Juntos grabaron también el cortometraje 'Ictus', "que sirvió de interesante ventana. ¡Él es tan creativo y cercano!", exclama.

 "Jose Galán: "Ella, tan catalana. Yo, tan basto... Teníamos que hacer un paso que no entendía y se lo aclaré: 'Te levanto y tu chochete acaba en mi boca...' ¡Cómo se reía!"

Galán le hizo superar reticencias y pudores con desarmante desparpajo. "Ella, tan catalana. Yo, tan basto... Teníamos que hacer un paso que no entendía y se lo aclaré: 'Te levanto y tu chochete acaba en mi boca...' ¡Cómo se reía! Nos hicimos muy amigos. Isabel imitaba mi acento andaluz, muy mal, por cierto... [risas]. Es un claro ejemplo de superación".

Filip Heinrich baila sentado en silla de ruedas. Le diagnosticaron esclerosis múltiple hace más de 10 años. Galán y él improvisan una coreografía recorriendo la sala, mirándose a los ojos, y con un remate final que deja al maestro con los ojos vidriosos. "Con lo introvertido que parecía ¡y la de cosas maravillosas que ha sentido!", suspira el bailaor. Filip es alemán, tiene 49 años y vino a Barcelona por trabajo. "Vendía y compraba acero inoxidable y, debido a la enfermedad, me jubilé aquí", relata. "La clase ha sido una experiencia muy interesante y sana, sobre todo por mezclar a personas con y sin discapacidad. El flamenco invita a sentir. Mi cuerpo se ha movido poco. Pero el corazón, mucho".

Laura Reinón: "El flamenco es tan potente, que te despierta la energía. José nos ha espoleado bien: '¡Sentid la energía cómo sube a través de la tierra y despierta al cuerpo!"

LA ENERGÍA DE LA TIERRA

Laura Reinón asiente. Ella viene acompañando a su hermana Vanesa, con síndrome de Down, y la que más dotes para el baile despliega. "A mí, en cambio, me ha salido peor. Y qué vergüenza he pasado, tan pendiente de hacerlo bien... Somos demasiado mentales. Pero cuando José ha explicado que el flamenco te marca el ritmo del corazón, me he dejado llevar. Es una herramienta que, si tienes problemas de movilidad, te invita a mover distintas zonas del cuerpo y, a la vez, demuestra que hay muchas maneras de expresarse", asegura esta periodista de profesión. Sus momentos más emotivos: "Cuando he bailado con Filip y con mi hermana, claro. No solo hemos intercambiado miradas, también el alma. El flamenco es tan potente, que te despierta la energía. José nos ha espoleado bien: '¡Sentid la energía cómo sube a través de la tierra y despierta al cuerpo!".

Laura hace un año que vive con Vanesa. "Falleció nuestra madre y el cambio fue brutal. Hablando de discapacidad... me di cuenta de que la discapacidad era mía para tirar adelante. Tenía dos opciones: dejarme caer, y tentaciones tenía, o levantarme. Y es mi hermana la que me empuja cada mañana. Si rompes con los prejuicios descubres que no importa si una persona puede o no caminar, o si su cabeza funciona diferente. ¡Hemos de aprender tanto de ellos! Y actividades como esta te ofrecen la oportunidad". Vanesa se acaba de quitar la falda de faralaes. "He disfrutado mucho. Venimos de familia andaluza y me gusta ser artista. Hice un corto, ¿sabes? Ah, y salí en un capítulo de 'Amar en tiempos revueltos' porque escribí el final de la serie para un concurso, mi hermana lo envió y ese fue el premio".

El espíritu y las manos de Vanesa son como palomas. "¡Qué bien las mueve al bailar!", exclama la jerezana María Ramos, coordinadora del área social del proyecto. La primera vez que María pisó Casa Candela fue para recibir clases. Se enamoró de un lugar en el que los trajes de sevillana que venden los cosen mujeres en riesgo de exclusión social. Se enamoró de la idea de la dueña, Mónica Batiste, y juntas se arremangaron.

María le había contado que organiza talleres de estimulación cognictiva en La Modelo con presos del módulo de salud mental. Le confesó que una de sus ilusiones era acercar el arte a personas con dificultades. La conexión fue inmediata. Lo mismo que con José Galán, al que descubrió indagando por internet. "La experiencia que aporta es muy valiosa. Este ha sido el primer taller flamenco, y la emoción ha sido contagiosa. En los anteriores, la magia la daban las personas. Pero hoy... compartir los compases, los pasos, las miradas..." 

DESAFÍO SUPERADO

Mónica Batiste está feliz. "Lo de esta tarde ha sido la culminación de más de un año de trabajo. La constatación de lo que es para mí la inclusión. Y hacerlo con discapacidades dispares ha supuesto un desafío del que hemos salido airosos, cohesionando al grupo, sintiéndonos todos en un mismo compás [ella también ha ejercido de alumna]". Al día siguiente, el reto será con un niño autista.

"Casa Candela va a liderar la introducción del 'flamenco inclusivo' en Catalunya, con un equipo docente y de voluntarios que cuenta con colaboradores especializados en medicina, salud mental, sociología, psicología y riesgos laborales. Además, suma la complicidad y apoyo de instituciones como el Hospital Clínic, el Vall d’Hebron, Vall d’HebronSant Joan de Déuel Institut Guttmann y de asociaciones relacionadas con la diversidad funcional, buscando la complicidad del barrio", aclara Batiste, consciente de lo importante que es "fomentar la proximidad". Se trata de un proyecto sin límites, que crece según las necesidades. En el taller constatan, por ejemplo, que hace falta calzado adaptado a los discapacitados, y ya buscan aliados.

Mónica termina la jornada sabiendo que "el flamenco tiene más fuerza de lo que somos capaces de procesar, sentir, pensar...".

Y el bailaor y coreógrafo José Galán comprueba el poder de las palabras con las que inicia la clase: "Respiramos. Nos imaginamos que somos un pájaro. El aire es lo que produce el vuelo, y eso es lo que vamos a hacer".