Empar Fernández, a las puertas del éxito

¿Por qué unos libros triunfan y otros no? ¿Quién tiene la clave de las ventas? A esta autora barcelonesa le falta un premio sonado, la recomendación de un gurú o un simple golpe de suerte para llegar al gran público. Todo lo demás ya lo tiene

Empar Fernández

Empar Fernández / periodico

IMMA MUÑOZ

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A veces, de entre el alud de títulos que se publican cada año en España (56.435 en el 2013, y la cifra supone un 19% menos que en el año anterior, para que se hagan una idea de la potencia que tienen que tener la casualidad o el destino), hay uno que se cuela inesperadamente en nuestras vidas. Inesperadamente porque no está en todos los escaparates, no es imprescindible para poder mantener una conversación en la máquina del café ni le permite a uno colgarse la medalla de yo-sí-que-estoy-en-la-pomada. Aun así, salta del montón de libros, vence los recelos del desconocimiento y consigue que empecemos a leerlo. Y entonces bastan apenas una treintena de páginas para que nos digamos, entre sorprendidos y molestos por el tiempo perdido: ¿cómo puede ser que yo no conociera esto?

Pues eso es lo que pasa con los libros de Empar Fernández. Esta barcelonesa de 53 años, profesora de historia en un instituto de Sant Feliu de Llobregat, ha publicado 17 novelas –escritas en solitario o a cuatro manos–, dos ensayos, un buen puñado de cuentos y un guion de cine. Cultiva con maestría el género negro, que suma adeptos cada día, ha ganado premios, colecciona críticas elogiosas y los profesionales del mundo editorial con los que ha tratado solo tienen buenas palabras para describirla. "Escribe muy, muy, muy bien". "Es muy fácil trabajar con ella". "Lo tiene todo para triunfar", dicen. Basta adentrarse en sus dos últimas novelas, 'La mujer que no bajó del avión' (2014) y 'La última llamada' (2015), ambas publicadas por Versátil, para comprobar que eso es cierto: son dos ejemplos de que evasión y calidad no tienen por qué estar reñidas. Entonces ¿por qué no es conocida por el gran público lector? ¿Por qué ese buen hacer no se traduce en ventas?

"No tengo la respuesta –dice Fernández–. De hecho, no creo que nadie tenga el secreto. Sí puedo decir que no me gusta demasiado venderme. No tengo problema en responder entrevistas, pero no soy muy de ir a saraos. Ese es un aspecto que muchos autores tienen presente que hay que trabajar, y yo me esfuerzo si me lo piden, pero no es lo mío. Siempre he concebido la escritura como algo íntimo y personal, y pensaba que con hacer bien eso, crear una historia interesante con buen estilo, bastaba. Pero la realidad hoy muestra que no es suficiente".

Las ventas mandan

"Le falta un premio importante, uno de esos que te ponen en el mapa", dicen en Versátil. Últimamente se ha quedado a las puertas de dos premios internacionales de novela negra, el Medellín Negro (en el 2013) y el Ciudad de Carmona (en el 2014), y en el 2007 fue finalista del Premio de Novela Fernando Quiñones, que convoca la Fundación Unicaja y supone la publicación del libro en Alianza Editorial, una de las grandes. Aunque no lo ganó, el sello se interesó por publicar la obra presentada a concurso, 'El loco de las muñecas'. "La novela tuvo muy buenas críticas, pero ventas modestas. Aun así, la editorial publicó una segunda novela mía, 'Mentiras capitales', en el 2010, pero las cifras no fueron mejor. He trabajado con editoriales de todos los tamaños y no soy la única que se lo dirá: no pesa tanto la calidad, ni el estilo ni la historia como las ventas. Y es lógico: estamos hablando de un negocio y tienen que salir los números".

Por esa tiranía del Excel, cada vez que acaba un libro, a Fernández le toca enfrentarse al mercado editorial casi como si fuera una recién llegada, a pesar de que publica desde 1998. "El hecho de que tus cifras sean modestas hace que cada novela sea como la primera. Tienes que volver a llamar a todas las puertas: el mérito no es acumulativo si las ventas no lo son", concluye. Ella tiene una agente que le ahorra la parte "más ingrata del proceso" –colgarse del teléfono, mantener reuniones, negociar contratos–, pero cuando al poner el punto final a su creación ya sabe dónde encontrará acomodo, respira tranquila. Esto es lo que ha pasado con sus dos últimos libros y lo que espera que pase con el tercero, que ya tiene acabado y que cerraría una trilogía con un eje común: la culpa y sus devastadores efectos. "Es un sentimiento muy destructor, que roba cualquier posibilidad de paz. Si el que la sufre no se libera de ella, no encuentra una justificación, una salida, puede echar a perder su vida", dice. Si todo va como espera, el de Versátil será el sello que, como los dos precedentes, el libro lucirá en el lomo. El tiempo lo confirmará.

Empar Fernández supo muy pronto que quería ser escritora. Su padre trabajaba en el almacén de la editorial Juventud, así que en la casa familiar, en el Turó de la Peira, no faltaban los libros. "Mi gran regalo de Reyes era poder elegir en el catálogo de la editorial los que quería. Editaban a 'Los Cinco', 'Los Siete Secretos', 'Tintín', pero también biografías y libros de viajes, y yo, que era una niña más bien solitaria, enseguida me aficioné a leer", cuenta con el tono calmado que no abandona en toda la charla. Escribe porque le hace feliz. "Imagino que podría vivir sin hacerlo, pero mi salud mental es mucho mejor si tengo la cabeza en la historia de otra persona. Para mí, escribir es una cuestión de bienestar", asegura. Así que lo hace a diario, disciplinadamente, con el silencio como requisito indispensable y armada de brújula, que no de mapa, para llevar las historias que le bullen en la cabeza a buen puerto.

Escritora "de brújula"

"Alguien dijo que hay escritores de brújula y escritores de mapa. Yo soy de los primeros: sé adónde quiero ir, pero no sé cómo llegaré. No hago esquemas, dejo que los personajes me lleven. Pero luego corrijo mucho, dejo reposar los libros dos o tres meses, los vuelvo a coger y los reviso, y modifico lo que haga falta, incluso la estructura. La brújula te lleva, pero luego vuelves sobre tus pasos y marcas tú la guía, el itinerario", sonríe. 

La disciplina y la autoexigencia le han facilitado la tarea de escribir a cuatro manos, algo que ha hecho a menudo, aunque le parece "más difícil" que escribir en solitario. "Tiene que satisfacer tus expectativas y las del otro, cada frase puede desencadenar una verdadera negociación. Pero el resultado, al final, es más redondo", asegura. Y eso que cree que el público siente un recelo hacia esas obras: "Yo he notado en la gente cierta desconfianza, como si, al compartir la escritura, estuvieras traicionando al estilo literario". Tal vez la causa sea la imagen instalada en el imaginario colectivo de que el escritor funciona a partir de arranques de genialidad. "Sí, un genio inspirado y alcohólico... cuando, en realidad, el oficio y las horas de dedicación son fundamentales".

Para ella ha sido muy gratificante compartir páginas con Pablo Bonell Goytisolo, con quien creó al inspector Santiago Escalona, protagonista de tres novelas. También con Judith Pujadó, coautora de uno de los mayores éxitos de Fernández: el libro de ensayo 'Planeta ESO', con el que ganaron el premio Pere Quart de Humor y Sátira en el 2002 y que publicó La Campana un año después. "Hay alumnos que me dicen que conocen a gente que lo ha leído, porque en su momento circuló mucho", dice. ¿Y les impresiona tener una profesora que publica libros? "Un poco sí. Yo doy clase a los mayores, y a veces alguno de los pequeños se me acerca y me pregunta: '¿Tú eres la escritora? Mi madre ha leído una novela tuya'. Y hay un punto de admiración, pero yo creo que es porque algunos se sienten muy lejos de la literatura y les parece ciencia-ficción que alguien esté tres horas diarias escribiendo, o que lleve 20.000 páginas elaboradas a lo largo de su vida".

Estudios de Psicología

Antes de empezar a trabajar como docente, Fernández estudió Psicología Clínica. Y, aunque no llegó a ejercer jamás, es innegable que ha sacado un partido considerable a los conocimientos adquiridos: uno de los puntos fuertes de sus novelas es la capacidad para meterse en la mente del otro, no solo de aquel que sufre alguna patología, sino del ciudadano medio sin más problemas que su atonía. En su novela más reciente, 'La última llamada', inspirada, aunque solo en su arranque, en la desaparición de la joven cornellense Cristina Bergua ("su familia vive a 10 minutos de mi casa", dice), Fernández retrata la angustia que genera una desgracia como esa en quienes la viven de cerca. También denuncia con qué desfachatez se pueden aprovechar de ella personajes sin escrúpulos que pueblan los platós de televisión y los despachos de videncia. Inevitable pensar en Anne Germain y en sus impúdicos (y tramposos) espectáculos.

"La realidad es una fuente de inspiración para mí. No soy muy amiga de psicópatas y novelas con acción y muertos en cada página, aunque tal vez vendan más, sino que me interesa indagar en los crímenes cotidianos y en los motivos que llevan a cometerlos", dice. Y tan cotidianos como sus personajes son sus escenarios, esos suburbios del área metropolitana que la han llevado a definir su literatura más como "gris asfalto que como propiamente negra". Sus novelas son oscuras porque se sumergen en la negrura del alma, y en ese sentido están más cerca de la novela psicológica que de las tramas detectivescas milimetradas que tanto abundan en el género. "El término novela negra engloba hoy muchas cosas. Cada vez se abre más. Y es bueno que así sea, romper esquemas y patrones, porque si no lo acabaremos asfixiando", opina.

Oxígeno. Eso es lo que necesitan las novelas que tiene Empar Fernández en el cajón, a la espera de ver la luz cuando lleguen mejores tiempos para el sector editorial. "Hemos pasado unos años en los que publicar ha sido especialmente difícil. Los autores no dejamos nunca de escribir, así que las obras, inevitablemente, se nos acumulan". A la espera de esos nuevos títulos, no pierdan la ocasión de echar un vistazo a los que ya pueden encontrar en las librerías. Para que, cuando llegue la merecida campanada, no sean ustedes los que se tengan que preguntar cómo es posible que no conocieran esto. 

CLAVES PARA UN SUPERVENTAS

1/ Visibilidad en las grandes librerías. Poder disponer de montañas de ejemplares, monopolizar una mesa, aparecer en vitrinas y expositores se paga. Y caro. Si tu libro no es más que un lomo en un estante, nadie lo verá.

2/ Exposición mediática. No sirve la lluvia fina, tiene que ser torrencial. Que se hable en todas partes en un tiempo corto, vaya. Y, mejor, en el momento en el que el libro sale: lo que no se venda en el arranque, difícilmente se venderá. No hay que olvidar las redes sociales, sobre todo para calentar motores y generar expectación.

3/ El poder de los influencers'. Si lo recomienda un líder de opinión, el libro tiene mucho ganado. Por eso reciben toneladas de títulos.

4/ Premios con tirón comercial. Reconocimientos como el Planeta o el Nadal, aunque por razones distintas, ponen un libro en el mapa.

5/ El boca-oreja. Está detrás de éxitos inesperados, pero algo tiene que motivar al primer prescriptor.

OTRAS VOCES POR DESCUBRIR

Claudio Cerdán. Otro talento criminal por el que ha apostado Versátil y que, pese al atractivo de su propuesta, no logra arrancar en lo comercial. Cerdán (Yecla, 1981) tiene dos thrillers publicados en la colección Off Versátil (dirigida entonces por el criminólogo Vicente Garrido y ahora por David G. Panadero): 'Cien años de perdón' (2013) y 'Un mundo peor' (2014), aunque su último libro, 'La revolución secreta', ha salido con Alrevés. Los críticos califican su estilo de tarantiniano, y como referencias él cita a James Ellroy y Jim Thompson, entre los anglosajones, y a Andreu Martín, Carlos Salem y Francisco González Ledesma, entre quienes escriben es castellano. En el 2011 obtuvo el premio Novelpol, que concede esta asociación de amigos de la literatura policial, con la novela 'El país de los ciegos' (Ilarión). En la actualidad vive en Suecia, en una especie de exilio económico, ya que su mujer, médica, recibió una oferta para trabajar allí.

Muriel Villanueva. Nacida en Valencia en 1976, esta escritora tiene cinco novelas publicadas en catalán, solo una de las cuales ha sido traducida al castellano ('Madres, ¿y si salimos del armario?', editada por Lumen en el 2006). Las otras cuatro son 'Jo toco i tu balles' (Motflorit, 2009), 'Baracoa' (Motflorit, 2010), 'La gatera' (Amsterdam, 2012) y 'Motril 86' (Proa, 2013). Profesora de escritura, también publica relatos y tiene un libro de poesía: 'Poemes sense punts de goma' (2011). 'La gatera' le ha proporcionado dos de los premios más importantes que tiene: el Just Casero, de la Llibreria 22 de Girona (un galardón de prestigio porque ha logrado mantenerse ajeno a los tejemanejes comerciales de otros y regido por la calidad literaria), y el Premi de la Crítica dels Escriptors Valencians. Pese a todo ello, y a que esta obra parecía que iba a catapultarla (y, de hecho, le permitió dar el salto a una editorial mayor), aún es un talento por descubrir.

Javier Díez Carmona. Que este autor bilbaíno no haya logrado buenas ventas con la novela 'Correr a ciegas' es algo que la responsable de la editorial Meteora, Maria Dolors Sàrries, que apostó por él hace dos años, no se explica. "Es una novela trepidante, con excelentes críticas y que quienes han leído no han dudado en recomendar, como ellos mismos nos han hecho saber", explica. Además, ella personalmente recorrió infinidad de librerías, sobre todo en el País Vasco, para conseguir la complicidad de los libreros, con una buena respuesta de la mayoría. El reproche que hacen muchos autores a sus editores, que se desentienden de la novela una vez la ponen en manos de la distribuidora, jamás podrá hacérsele a Sàrries. De hecho, ni siquiera dos años después de la publicación se ha olvidado de este libro. "Es excelente y merece una oportunidad".

Julián Ibáñez. Parece extraño reivindicar como voz por descubrir a un autor que está a un paso de alcanzar la categoría de clásico del género negro, si no la ha alcanzado ya. Pero sigue siendo tremendamente desconocido, como lamentan autores que sí que están ahora mismo en el candelero de la literatura criminal: Lorenzo Silva y Carlos Zanón, entre otros. Julián Ibáñez (Santander, 1940) ha publicado 14 obras oscuras como el tizón, desde la primera, 'La triple dama' (editada por Sedmay Ediciones en 1980 y reeditada más tarde por Edelvives), hasta la última, 'Giley' (RBA, 2010). Con esta novela, Ibáñez abandonó la publicación de libros en papel, porque, como él mismo explicó en una entrevista en la revista on-line 'Prótesis', ya no encontraba dónde editar. "Soy muy poco comercial", decía sin ambages, y apostaba por la comodidad de la edición digital.