Plácido Domingo: "Si no canto, me oxido"

El tenor español, hoy reciclado en barítono, es el más veterano de los divos de la ópera que actúan en el elitista circuito de los grandes teatros

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La voz de Plácido Domingo (Madrid, 1941) suena enérgica y fresca después de haber cantado la noche anterior el rol de barítono de la zarzuela 'Luisa Fernanda'. Es la hora del café, que tomamos en el jardín del hotel valenciano donde se aloja. La blanca barba del maestro resplandece en la soleada tarde invernal. Dice sentirse como nuevo después de haber dormido hasta la una del mediodía. El sueño reparador es su mejor receta para recargar las pilas antes de dirigir, horas más tarde, desde el foso del Palau de les Arts, 'Manon Lescaut'. Dos retos diferentes asumidos con un solo margen de 24 horas no parecen ser un obstáculo importante para esta leyenda de la ópera que se ha empeñado en batir todos los récords, incluido el de su asombrosa longevidad.

Aunque hay otros cantantes en activo mayores que él, a sus recién cumplidos 74 años es el divo más veterano entre los que actúan en el elitista club de los grandes teatros de ópera. Con más de medio siglo en los escenarios, sigue cantando en la Scala de Milán, el Met de Nueva York, la Staatsoper de Viena o el Covent Garden de Londres, templos líricos donde no solo actúa sino que también dirige sus orquestas. Su polifacética personalidad le permite asumir, al mismo tiempo, la dirección general de la Ópera de Los Ángeles, gobernar su influyente concurso Operalia y mantener vivos sus centros de canto en Estados Unidos y en Valencia, dedicados a formar nuevos talentos.

¿Hay quién dé más? Si por este patriarca de la lírica fuera, aún se embarcaría en otras aventuras, pero resulta difícil que pueda encontrar más tiempo en su mareante agenda para dar rienda suelta a todas sus inquietudes. Sobre todo si además utiliza las noches y los espacios que le quedan entre sus continuos viajes para estudiar nuevos papeles que se adapten a su actual tesitura vocal de barítono.

Verdi que te quiero Verdi

Las obras de este autor centran su actual andadura. Acaba de debutar en Berlín con el papel de 'Macbeth', dirigido por Daniel Barenboim. Y repetirá estreno el 20 de marzo con el de Don Carlos de 'Ernani' en el Met de Nueva York. Será ¡el título 146! de su colosal carrera, antes de dirigir musicalmente en abril una 'Aida' en el mismo teatro y regresar al Liceu de Barcelona, el 30 del mismo mes, para interpretar la versión concierto de 'I due Foscari'.

Nadie se explica de dónde saca la energía para asumir la responsabilidad de tantos proyectos a la vez. Y más tras superar dos serios sustos de salud: un cáncer de colon intervenido a tiempo y una embolia pulmonar. De ambas situaciones salió con la decisión de aprovechar cada minuto de su existencia para dedicarse, mientras pueda, a lo que más ama: el canto.

¿Cuál es el secreto de esa infatigable entrega? ¿Es la genética, es disciplina? "Lo que me sostiene es la pasión y el entusiasmo por mi trabajo. Si no canto, me oxido. Me siento un privilegiado al mantenerme en la programación de los teatros más exigentes y de contar con el respaldo del público. Nunca pensé que seguiría cantando a mi edad. Cuando di el paso de aparcar la cuerda de tenor para pasar a la de barítono lo hice sin saber cuánto tiempo duraría con el cambio, pero ya llevo cinco años".

¿Sabrá escuchar a su voz cuando ella le diga hasta aquí hemos llegado? "No lo dude. Es un paso muy difícil, pero si yo sigo es porque entiendo que estoy en condiciones de hacerlo. Siempre he sabido donde estaban mis límites". El versátil artista afirma que en este oficio la ambición y la renuncia coexisten. "Mis expectativas se han cumplido sobradamente con la gran cantidad de títulos que he asumido, pero me hubiera gustado representar 'Tristán e Isolda'. Sin embargo, me di cuenta de que el esfuerzo de hacerlo me hubiera quitado 10 años de carrera y por eso solo grabé la ópera”.

Metal o terciopelo

El artista expone las razones de tal decisión. "Mi vocalidad no encajaba con la obra. Hay voces que tienen metal y otras terciopelo y creo que la mía está más en la segunda categoría. La tesitura metálica de Tristán era muy peligrosa para mí". Eso lo dice quien ha triunfado con grandes papeles de Wagner y quien ahora ha encontrado en Verdi una razón para seguir explorando nuevos retos que le permitan explotar la poderosa franja central de su noble y robusto timbre: "La mayoría de papeles de barítono que hago son verdianos, aunque también he interpretado 'Thais', de Massenet 'Ifigenia en Táuride', de Gluck, y sigo buscando otros títulos. Pero Verdi es lo más hermoso que se puede cantar. Debería haber adelantado el cambio a barítono tres años".

El Liceu le oirá en una de las obras del autor italiano, 'I due Foscari'. "En esta partitura empezó a demostrar lo prolífico que era, ya que el mismo año escribió también 'Ernani'. Cuando la descubrí, me encandiló. Primero la conocí como tenor, aunque solo grabé las romanzas, pero el papel de barítono es extraordinario. Obviamente, me hubiera gustado más hacerlo escenificado, pero me ilusiona volver al Gran Teatre".

El tenor/barítono no olvida los 10 años en los que, en la década de los 70, tuvo su domicilio en Barcelona, adonde llegó después de experiencias tan extenuantes como la de su paso, junto con su esposa y soprano Marta Ornelas, por la Ópera de Tel-Aviv, donde llegó a actuar dos años y medio en 280 funciones. La ascendencia catalana de su padre, nacido en Tordera (Barcelona), y el prestigio del teatro de la Rambla como eje de la ópera en España le empujaron a tomar esta decisión.

Veladas en Barcelona

"Fueron años inolvidables. Mis hijos habían cumplido 4 y 7 años, y además mi mujer tenía una hermana que vivía en la ciudad. Veníamos siempre en Navidad y lo pasábamos muy bien. En esas fechas coincidíamos con Montserrat CaballéJaume AragallPedro LavirgenJoan Pons y más tarde, Josep Carreras. Todos actuábamos en el Liceu y el extraordinario público barcelonés lo disfrutaba tanto como nosotros".

Antes de este regreso a Barcelona, Plácido se las verá con un rol de malvado. "No me gusta hacer de malo en las óperas, pero 'Macbeth', sin ser inocente es, desde mi visión, una víctima de su propia esposa y el instrumento del que ella se vale para lograr el poder. Es un personaje débil y atormentado, que exige un gran esfuerzo dramático y respeto por la exigente línea del canto verdiano".

Plácido dice sentir cada vez más respeto por sus apariciones en escena: "Cantar es más difícil que dirigir. Estar en el podio te cansa, pero interpretar te exige estar en condiciones cada tres días. Muchos me dicen: 'Plácido. No eres un hombre de negocios. Tienes que hacer 20 funciones de ópera para ganar lo que te pagan por un concierto'. Y yo digo que sí, pero lo que ocurre es que la vida en el escenario me vuelve loco. Ya sé que algún día tendré que dejarlo. No moriré con las botas puestas en el teatro, pero sí en tareas relacionadas con este arte".

¿Nunca ha sentido pánico escénico, como el que afectó a Sabina? "Más que este tipo de miedo, he vivido cuatro incidentes que me obligaron a cancelar durante la función. Un catarro me hizo interrumpir 'La forza del destino' en Hamburgo y lo propio sucedió en el Met con 'La Gioconda' o en recitales en Chile y Portugal. Cuando sucede algo así lo mejor es decir la verdad al público y buscar otras fechas para compensárselo. Y todo vuelve a la normalidad".

Eso sucederá el próximo agosto en Salzburgo, donde fue muy criticado el pasado verano por su actuación en la segunda función de 'Il trovatore'. "La culpa fue mía —admite—. No estaba en condiciones de cantar a causa de las secuelas de una severa infección y me sentí presionado por el interés de los espectadores que habían venido a verme". Por eso volverá a interpretar al Conde de Luna junto a la megaestrella Anna Netrebko, a la que califica como la "Maria Callas del siglo XXI" por su personalidad y sus condiciones vocales y dramáticas.

Su sucesor

Para quien fuera considerado el mejor tenor de la historia en una encuesta de la BBC, la carrera del alemán Jonas Kaufmann es, entre los divos actuales, la que más se parece a la suya. Lo apunta como su sucesor. "Es un cantante con una musicalidad y un gusto exquisitos al que admiro mucho. Hay muchos paralelismos entre su trayectoria y la mía”, dice. El bávaro acaba de estrenar 'Andrea Chenier' en Londres y la última nueva producción que se hizo allí de la obra la interpretó Plácido. Y algo parecido sucede con una reciente 'Manon Lescaut' que había cantado el español hace 30 años.

"Hará seguro todo el Verdi que yo interpreté. Y 'Carmen''Tosca''Adriana Lecouvreur' y otras. Claro que hay cosas que él ha estrenado, como 'Fidelio', y yo no y al revés. La diferencia entre nosotros se verá cuando se haga balance de los dos currículos y se vea cuántos años cantará él y qué obras le habrán interesado más".

Atento a los jóvenes valores, le llena de orgullo ver que los cantantes que surgen del Centre de Perfeccionament que lleva su nombre en Valencia, así como los de sus escuelas de Washington y Los Ángeles sean reclamados para los repartos operísticos o salten a Operalia porque están preparados para competir al máximo nivel. “Ellos son la prueba de un eslabón que continúa para garantizar el futuro de la lírica”.

Atento a las convulsiones sociales

En un momento de crisis de las instituciones, y desde su experiencia como gestor, valora la trayectoria de los teatros europeos de gran tradición, donde son compatibles las ayudas públicas con las privadas. "La Scala, por ejemplo, tiene dotaciones federales grandes, pero también patrocinadores muy fuertes. Y eso pasa, como ocurre en EEUU donde no hay ayuda del Gobierno, porque las aportaciones se deducen en los impuestos. En España hace falta una ley de mecenazgo que regule esta cuestión".

Atento a las convulsiones políticas y sociales españolas, opina que la irrupción de Podemos se produce en un momento de descrédito de los dos grandes partidos opositores. "La aparición de esta iniciativa regeneracionista aporta vitalidad y suscita ilusión en un momento de búsquedas de soluciones alternativas. Pero hay que ver si esas promesas que hacen se pueden cumplir". El cantante añade que él cree más en las personas con liderazgo que en los partidos. Y no le importaría cualquier tipo de coalición entre políticos, sean del color que sean, capaces de enfrentarse a los problemas colectivos.

Es mucho más cauto con el tema del soberanismo en Catalunya. "Es una cuestión muy delicada. Hay muchas personas que quieren la independencia y otras que, siendo catalanas, no la desean, y no digamos visto desde el resto del Estado. La verdad es que sentiría una pena muy grande si Catalunya, a la que quiero y admiro y donde tengo familia y muchas vinculaciones, no fuera parte de España. Lo veo casi imposible, pero no me atrevo a juzgar".

Apasionado del fútbol y del deporte en general y seguidor del Madrid, se presta a cualquier debate. ¿Messi o Ronaldo? "Los dos son extraordinarios. El de Messi es un talento innato, de esos que salen de siglo en siglo y que le viene desde niño. Puedes considerar que lo que hace es fácil o difícil, pero le sale de dentro. Ronaldo se ha dedicado toda su vida a mejorar sus prestaciones y tiene muy buenas cualidades tanto en el juego de pie como en el aéreo, pero es alguien que se ha hecho a sí mismo, y eso lo valoro mucho".

Uno de sus sueños sería ver cómo alguno de sus ocho nietos hiciera carrera musical: "Al menos siete apuntan cualidades para cantar o dedicarse a este arte, pero habrá que verlo". De momento, el pequeño Álvaro ya ha hecho sus pinitos con el papel de Pablito en 'Il postino'. El patriarca de una gran familia tiene sobrados motivos para disfrutar de su esplendoroso otoño.