Jessica Chastain: "Siempre he sentido que era un fraude"

La protagonista de 'La desaparición de Eleanor Rigby' guarda otros seis títulos en la recámara

Chastain, Festival de San Sebastián

Chastain, Festival de San Sebastián / periodico

NANDO SALVÂ

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"No me interesa salir de casa. Para mí ese es el mejor plan posible. Nada como el hogar”, asegura Jessica Chastain en un momento de la conversación. Y así, fuera de contexto, la frase fácilmente da a entender que la actriz se ha equivocado de profesión. Pero no es eso. “Hacía años que no dormía en mi cama, con mis sábanas”, matiza.

Porque, literalmente, Chastain no ha parado. En los próximos meses la veremos en 'Interstellar', la nueva aventura de ciencia ficción de Christopher Nolan, y en el thriller 'A most violent year', y derrochando pasión enfermiza a las órdenes de nada menos que Liv Ullmann en 'La señorita Julia', a partir del texto de August Strindberg.

Y eso son solo algunas de sus nuevas películas. “Cuando en mayo acabé de rodar 'Crimson Peak', de Guillermo del Toro, sentí que estaba al borde de un ataque de nervios”, lamenta. “Me sentía vacía y agotada. Tuve que cancelar algunos proyectos en los que, se suponía, debía interpretar. Y ahora, por primera vez en mucho tiempo, no tengo nada que hacer. Se me hace raro”.

Frenesí creativo

Nada que hacer excepto, eso sí, promocionar todos los títulos resultantes de ese frenesí creativo, empezando por el que acaba de llegar a nuestras pantallas: 'La desaparición de Eleanor Rigby', que ni es el relato de un secuestro ni un tributo a los Beatles, sino la melancólica historia de una pareja, Conor (James McAvoy) y Eleanor (Jessica Chastain), y de cómo dejan de serlo. Es un proyecto en el que Chastain lleva volcada desde hace cinco años. “Su director, Ned Benson, lo ha tenido en mente desde hace lustros”, explica. “Yo lo conocí hace 10 años, durante un festival de cine en el que me enamoré de un corto que él presentaba. Más tarde, me enamoré también de él. El proyecto se convirtió en una pasión para ambos, y como tal ha permanecido incluso después de que el amor se desvaneciera”.

Podría decirse que es la primera película dirigida por Benson de no ser porque en realidad no es una película sino tres. La primera, distinguida con el sufijo Él, cuenta la historia de la ruptura sentimental desde el punto de vista del marido; la segunda, Ella, lo hace desde el de la esposa; y la tercera es un montaje más convencional que mezcla las otras dos. Es esta la versión que puede verse desde hace dos días en los cines de nuestro país. Sus predecesoras estarán disponibles próximamente en las plataformas de vídeo bajo demanda. “Lo interesante de la película es que nos recuerda que, cuando hablamos de la pareja, preguntarse cosas como qué pasó y quién tuvo la culpa no tiene sentido, porque tan solo nos hace más miserables”.

Ahí va un dato que evidencia el grado de implicación de Chastain en 'La desaparición de Eleanor Rigby': es también la primera película que produce. Ahí va otro: para protagonizarla, rechazó participar en títulos del calibre de 'Oblivion' –junto a Tom Cruise–, 'Iron Man 3' y 'Diana', el biopic de Lady Di que acabó estrellándose en la taquilla. Y es que, a una edad en la que muchas actrices empiezan a preocuparse por la falta de papeles, a ella se la rifan.

La edad del personaje

Aunque hablar de su edad es dedicarse a la mera especulación. La omnisciente base de datos IMDb le atribuye 37 años, pero ella ni confirma ni desmiente. “Y nunca lo haré, porque soy una intérprete, y quiero ser capaz de encarnar diferentes edades”, se justifica. En realidad, es tremendamente reservada respecto a todo excepto sus películas. Ni siquiera ha revelado el nombre de la ciudad del norte de California donde ella y sus cuatro hermanos fueron criados por su padre, bombero, y su madre, cocinera vegana.

Durante un tiempo, la estrategia le sirvió para escapar de la voracidad de fotógrafos y fans, pero ya no. Hace dos años, tras la premier en Los Ángeles de 'La noche más oscura', se encontró a un grupo de personas esperándola junto a la puerta de su casa. “No habían conseguido su autógrafo y su foto conmigo antes de la proyección de la película y por eso decidieron seguirme”, recuerda.

“Eran muy majos, pero yo no los conocía de nada. Entonces me di cuenta de que mi ilusión de llevar una vida completamente normal se había esfumado”. A pesar de que durante años ha tratado de mantener en secreto su vida sentimental, recientemente se supo que comparte su vida con el empresario de la moda Gian Luca Passi de Preposulo, y con un perro de tres patas llamado Chaplin.

2011, el año clave

En el camino hasta llegar a este punto, sin duda hay una fecha clave: el año 2011, también conocido como “el año de Jessica Chastain”. Durante esos 12 meses, Chastain estrenó en Hollywood nada menos que seis películas, entre ellas 'El árbol de la vida', de Terrence Malick, 'Coriolanus', de Ralph Fiennes, y 'Criadas y señoras', que luego le proporcionaría su primera nominación al Oscar.

Un año después obtendría la segunda gracias a su trabajo a las órdenes de Kathryn Bigelow en 'La noche más oscura', dando vida a la analista de la CIA que participó en la caza de Osama bin Laden. “Me convertí en la primera actriz de la historia que nadie conoce pero de la que todo el mundo está harto”, bromea. “Durante estos últimos cuatro años he trabajado tanto y he acumulado tanta experiencia que casi siento que la Jessica Chastain de entonces no era yo”.

Reconoce que su ética laboral es particularmente férrea. Obsesiva, casi. Incluso cuando no trabaja parece estar haciendo los deberes. Prefiere jugar al Trivial Pursuit con amigos o ponerse al día de las últimas novedades de cine de autor en alguna sala de versión subtitulada de Greenwich Village que irse de clubs nocturnos.

Jamás una borrachera

“Nunca me verás dando tumbos a la salida de una discoteca, eso seguro”, aclara. “Jamás me he emborrachado, de verdad. No sé lo que es una resaca. Supongo que soy una persona aburrida”, añade, pero inmediatamente después, como si tal explicación le resultara demasiado fácil, lo piensa mejor. “Siempre he sentido que si me tomaba un descanso probablemente no me llamarían más. Me costó tanto tiempo conseguir trabajo que la idea de volver al paro me aterraba. Y sigo temiendo que un día alguien me dará un golpecito en el hombro y acto seguido me dirá que se ha acabado. Siempre he sido así, desde niña: sentía que era un fraude, que no merecía los elogios que se me daban”.

Chastain era muy joven cuando decidió su futuro. A los 7 años fue con su abuela al teatro. “Cuando se levantó el telón, apareció un niña sobre el escenario, y tan pronto como abrió la boca me di cuenta de que yo también quería estar en esa situación”. Posteriormente, en el instituto, mientras los otros chicos se iban de fiesta ella leía a Shakespeare y participaba en funciones teatrales amateur. A los 21, formó parte de un montaje de 'Romeo y Julieta' que, visto en perspectiva, resultó ser capital en su carrera.

Envalentonada por otro actor de la producción, y aunque de ningún modo podía costeárselo, decidió hacer las pruebas para ingresar en Juilliard, el prestigioso conservatorio neoyorquino. No solo fue aceptada, sino que recibió una beca completa financiada por un exalumno ilustre, Robin Williams. “Nunca tuve ocasión de agradecérselo”, comenta la actriz sobre el actor recientemente fallecido. “Sospecho que es algo que voy a lamentar toda mi vida”.

En todo caso, el acontecimiento que ella misma identifica como principal en su camino hacia el éxito es una llamada telefónica que recibió en el 2006. No una cualquiera, claro: una de Al Pacino. Quería que hiciera una audición para protagonizar una producción teatral de 'Salomé' en la que él mismo interpretaría a Herodes y ella, a su rencorosa hijastra, que pide la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja de plata a cambio de una danza de los siete velos.

Completamente desnuda

El proceso de creación del montaje fue meticulosamente filmado por una cámara y el resultado se acabaría convirtiendo asimismo en el debut cinematográfico de Chastain, 'Wilde Salome'. Entre otros retos, el personaje requirió que la actriz bailara frente al público completamente desnuda, tanto sobre el escenario –frente a 1.500 personas, cada noche– como frente a la cámara. “Nunca aceptaría quitarme la ropa si no está realmente justificado, pero me gusta la idea de explorar diferentes personalidades femeninas y, entre ellas, por supuesto, mujeres que explotan su sensualidad”.

¿Y qué opina de la idea de convertirse en un icono sexual? “¿Yo? ¿Un icono sexual? Por favor”. En cualquier otra actriz, una respuesta así sería señal de falsa modestia, pero no en ella, a pesar de que tenerla delante es como contemplar una versión vestida, y sin concha gigante de por medio, de la Venus de Botticelli.

¿Qué pasó después, hasta “el año de Jessica Chastain”? Películas que se rodaban pero no llegaban a estrenarse, facturas que apenas podían pagarse e, inevitablemente, alguna tentativa de abandono en pos de una profesión más segura. Pero lo que Chastain más lamenta, aunque de forma jocosa, es otra cosa. “Después de que trabajara con Al Pacino, mis padres y mi abuela se lo contaron a todas sus amistades. Estaban muy orgullosos de mí. Pero pasaba el tiempo y la película no se estrenaba”. Luego, en el 2008, Chastain rodó 'El árbol de la vida junto a Brad Pitt'. “Mi familia volvió a contarlo por ahí. Pero, de nuevo, el tiempo pasó y tampoco esa película llegaba a los cines. Un día mi madre me llamó y me regañó: ‘¡Nuestros vecinos piensan que somos unos mentirosos! ¡Se ríen de nosotros! ¿De qué te sirve rodar esas películas si nadie puede verlas?”. Sus labios dibujan una sonrisa maliciosa. “Pero, como suele decirse, quien ríe el último ríe mejor”.