'Boyhood', retrato de un adolescente

Richard Linklater filma un obra maestra en 39 días repartidos en 12 años

Ellar Coltrane, de niño, en un fotograma de 'Boyhood'.

Ellar Coltrane, de niño, en un fotograma de 'Boyhood'.

NANDO SALVÀ

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Cuando Ellar Coltrane era solo un niño que crecía en Austin, Texas, sus amigos le tomaban el pelo sobre esa película que decía estar rodando y sobre si iba a estrenarse algún día. “Nadie me creía”, recuerda ahora el muchacho. “Y a mí mismo me cuesta creer todo esto”, confiesa al pensar en lo que esa película sigue significando para él ahora. “Para mí no fue un empleo, sino una parte de mí mismo, de modo que estar discutiéndola y analizándola y vendiéndola me parece algo surrealista”.

Niños actores los hay a patadas en Hollywood, pero ninguno de ellos ha tenido, y quizá ninguno de ellos tendrá, la experiencia de Coltrane. Porque él es el protagonista de 'Boyhood' (Momentos de una vida), la película que ahora mismo tiene fascinado al mundo porque, en pocas palabras, nadie ha hecho jamás nada parecido.

Dirigida por Richard Linklater (Oso de plata al mejor director), esta odisea de lo íntimo observa hacerse mayor a un muchacho, Mason (Coltrane), de los 6 años a los 18, y junto a él a su hermana (Lorelei Linklater, hija del director) y sus padres separados (Patricia Arquette y Ethan Hawke).

Lo que convierte el filme en un hito sin parangón en la historia del cine es el método seguido por Linklater para ello. La ha rodado durante los últimos 12 años a razón de tres o cuatro días anuales –39 días de rodaje en total–, y usando a los mismos intérpretes.

Resulta realmente asombroso contemplar la edad imponiéndose cada pocos minutos de metraje sobre el rostro de Coltrane y sus compañeros de reparto. A nivel logístico, es una película tan cercana a lo imposible que es lógico que nadie hubiera intentado nunca algo parecido, aunque no tendría ni una quinta parte de la importancia que tiene si además no fuera una obra tan magnífica.

Proyecto inusual

Dado lo inusual del proyecto, ninguno de los actores firmó un contrato: hacer que un niño firme un contrato por 12 años es algo parecido a secuestrarlo. “Simplemente fui optimista”, reconoce Linklater. “Estadísticamente, lo más probable era que ninguno de nosotros muriera”. Pero ¿y si por ejemplo Coltrane se hubiera plantado al entrar en la edad del pavo? Después de todo, cuando andaba por los 11 años, su hija Lorelei le preguntó: “Papá, ¿no podría morir mi personaje?”, recuerda este director que a lo largo de su carrera se ha dedicado consistentemente a explorar la vida a través del paso del tiempo, como por ejemplo en la exquisita trilogía romántica que componen 'Antes del amanecer' (1995), 'Antes del atardecer' (2004) y 'Antes de la medianoche' (2013).

El primer escollo que Linklater tuvo que salvar para levantar su proyecto fue encontrar al niño adecuado. Recuerda la primera vez que vio al mofletudo Ellar. “Era un chaval meditabundo, algo misterioso. Muy carismático”. Ellar explica sobre el encuentro: “Cuando eres niño, lo normal es que los adultos te traten como a una mascota, pero Richard siempre me consideró una persona”. En todo caso, no tiene recuerdos de sí mismo en esa época. “Guardo un par de recuerdos, pero son solo sombras borrosas de mi infancia”. Sus padres “son gente extraña”, afirma. “Adoptaron una forma de paternidad muy sui géneris, pero me apoyaron incondicionalmente, en parte porque eran amantes de las películas de Richard”.

Mientras le escucha, Linklater sonríe. Es un tipo tan relajado y poco pretencioso como sus películas. Explica que 'Boyhood' se inspiró en lo que había sentido de niño al empezar a ir a la escuela. “En mi primer año de colegio no podía dejar de pensar: ‘¿Y voy a tener que estar aquí los próximos 12 años?’. Me parecía una eternidad. Sentía que al otro extremo de ese periodo estaba la libertad”. Por supuesto, se equivocaba. “No sabía que ser adulto es renunciar a tus sueños”.

Algo trascendente y universal

Su gran mérito en 'Boyhood' es convertir un relato típico de disfunción familiar en algo trascendente y universal. Y de hacerlo sobre todo a través de momentos aparentemente intrascendentes. No se fija en el primer beso ni en el baile de graduación, sino en lo que pasa antes o después: ordinarios viajes en coche, desayunos antes de ir a la escuela. “Quise retratar el desorden y el caos de la vida”, aclara Linklater, y la vida no está estructurada como una película.

A falta de grandes clímax dramáticos, son los cambios físicos de los actores lo que puntúa la cronología del filme, como el momento en el que Coltrane, de repente, deja de tener la cara rechoncha y pega el estirón. Linklater tiene una anécdota al respecto: “Hubo un año en el que la chica de maquillaje me dijo: ‘Ellar tiene unos granos en la frente, ¿se los cubro?’, y yo contesté: ‘¡Por Dios, no! Hemos estado esperando esos granos durante años!”.

El chaval podría haber acabado siendo cualquier cosa: un payaso, un gandul, un traficante. “Creció y se convirtió en un tío muy cool y la película se adaptó a eso. Si se hubiera convertido en un luchador de wrestling de 120 kilos, la película habría ido por otro camino”, bromea.

Empezó a ser un actor

A pesar de que Mason es un personaje de ficción, muchos aspectos de su personalidad están tomados directamente de la de Ellar. “Richard me preguntaba: ‘¿A qué videojuegos estás enganchado últimamente? ¿Cuál es tu grupo musical favorito?”, comenta el actor. “Quien soy yo influenció al personaje, y quien era el personaje me influenció a mí”. A medida que se hizo mayor, el muchacho experimentó con diferentes 'looks', y Linklater nunca puso objeciones. Tan solo hubo conflicto respecto a su corte de pelo. Cuando tenía unos 10 años, un productor le pidió que se lo dejara largo porque así se lo podrían rapar en una escena crucial. “Al principio me resistí. Pensé: ‘Que os jodan. Es mi vida y hago lo que quiero”. Al final aceptó, claro, y ese momento de la película es su primer triunfo interpretativo. “Ahí empezó a ser un gran actor”, opina el director.

Por supuesto, también el resto del reparto cambia a lo largo del metraje. En la piel de sus padres, Arquette y Hawke pasan de ser seres humanos impulsivos y tendentes a la autodestrucción a asumir todos los compromisos que la madurez conlleva. Arquette tenía 34 años cuando se embarcó en el proyecto, y comenta que la idea de envejecer abiertamente en pantalla fue muy estimulante. “No puedes amarrarte para siempre a tu belleza de juventud”, opina. “A veces he recibido reacciones de fans que me dicen: ‘Ya no eres la mujer-cañón de antes’, y me hace gracia. ¿Es que se supone que debería seguir siéndolo? ¿Teníamos un acuerdo al respecto, o algo parecido?”.

También la sociedad cambia a lo largo de 'Boyhood'. Mason deja la Gameboy por la Wii, hay una guerra en Irak y Estados Unidos elige a su primer presidente negro. Arcade Fire y Daft Punk reemplazan a Coldplay en la banda sonora. “Me resulta brutal contemplar todos esos cambios en pantalla”, confiesa Coltrane ahora. “La mayoría de la gente no es capaz de comprobar cómo se transforma de un día para otro. Se pueden mirar al espejo y revisar viejas fotos, pero no hay forma de percibir el cambio. Yo sí he podido hacerlo”. Y se da cuenta de que, en realidad, apenas hay variaciones. “A lo largo de nuestras vidas nos van pasando cosas, pero esencialmente siempre somos la misma persona. De algún modo me resulta reconfortante”, explica. “Me obliga a aceptarme como soy, para bien o para mal”.

Una prueba de que soy real

Después de 12 años dar por completado el proyecto no resultó fácil para nadie. “Me dije a mí mismo: ‘No me voy a volver a sentir así nunca más”, afirma nostálgico Linklater, y con razón: probablemente no vuelva a existir una película como esta. “Cuando trabajas tanto tiempo en algo, llegas a olvidarte de que un día se acabará”, añade Coltrane. Cuando 'Boyhood' estuvo acabada, Linklater les dio una copia a él y a Lorelei y les dijo: “Es mejor que la veáis a solas, y que construyáis vuestra relación con la película antes de que el resto del mundo tenga acceso a ella”. En aquella primera y solitaria proyección, toda su infancia y su adolescencia le pasaron a Coltrane por delante, y al principio no sintió nada. “Pero tan pronto como aparecieron en pantalla los títulos de crédito, empecé a llorar a mares”.

'Boyhood', después de todo, representa el proyecto más importante de lo que lleva de vida. “Encapsula toda mi existencia. No puedo evitar pensar: ‘Y ahora, ¿qué?”. Ya se ha hecho con los servicios de un agente, así que otras películas se cruzarán en su camino. Pero nunca dejará atrás esta. “Es una gran parte de mí, un regalo maravilloso que Richard me hizo. Algo así como una prueba de que soy real”.