Tom Hanks: "Yo no soy un líder de nada"

Tom Hanks

Tom Hanks / Efe / ANDY RAIN

IRENE CRESPO / Los Ángeles

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El 8 de abril de 2009, el 'Maerk Alabama' un carguero estadounidense que hacía la ruta Omán-Kenia, fue abordado por cuatro piratas somalís. Tras una actuación increíblemente valiente y rápida, la tripulación consiguió controlar y reducir al líder de los piratas, devolviéndoles al mar en un bote salvavidas con, en principio, un único botín de 30.000 dólares. Pero en un giro inesperado, que cualquier guionista de cine habría querido imaginar, los piratas se llevaron con ellos al capitán del 'Alabama': Richard Phillips. Cuatro días con sus noches tuvo que pasar el experimentado marino con sus secuestradores en el sofocante bote salvavidas con el que ellos intentaban llegar a la costa de Somalia. El cuarto día, la madrugada del 12 de abril, el capitán Phillips fue rescatado por la Marina y las fuerzas especiales del ejército norteamericano, nuevamente en una secuencia que ni los mejores cineastas de acción habrían soñado.

Mientras, en EE UU, los medios de comunicación contaban la noticia al minuto a miles de ciudadanos interesados. Entre ellos, un actor, Tom Hanks (Concord, California, 1956), ávido buscador de historias reales para su carrera, convencido de esa máxima popular que asegura que la realidad siempre supera a la ficción. “Me fascina eso que llamamos entretenimiento de no ficción –dice el actor, realmente fascinado–. Soy de este tipo de personas que leen los periódicos, las revistas, ve una historia real y piensa: ‘Esto es mejor de lo que podría ser cualquier película’. Y esta del capitán Phillips estaba tan bien contada que parecía ya un guion directo para el cine”.

'A captain’s duty: somali pirates, Navy Seals, and dangerous days at sea' [el deber de un capitán: piratas somalíes, Navy Seals y días peligrosos en el mar] era el título de ese 'guion', de la crónica que el auténtico capitán Phillips escribió sobre su terrible experiencia cuando las aguas en tierra firme se calmaron y la atención mediática disminuyó, y que ahora el director Paul Greengrass y Tom Hanks han llevado al cine. “Yo leí el libro antes que el guion [que firma Billy Ray]”, recuerda Hanks. “Era muy claro y muy directo sobre todo lo que pasó, pero cuando vas a pasarlo a la pantalla grande descubres que hay una serie de elementos nada agradables que conllevan hacer una película comercial”.

Rodar la verdad, un desafío

Por resumir un poco, esos elementos serían: rodar durante semanas en un carguero, “extrañamente glamuroso”, anclado en alta mar con un heterogéneo grupo de protagonistas (cada uno de los 20 miembros de la tripulación tenía que tener su función, personalidad) y unos sugerentes antagonistas, los piratas con unas motivaciones obvias y no tanto. Todo con unos sobrios 50 millones de dólares, un presupuesto especialmente ajustado para una producción de estas aspiraciones. “Hemos visto unas cuantas versiones de ficción sobre qué ocurre cuando un barco, un avión o incluso la Casa Blanca es atacada y secuestrada”, explica para, a continuación, alabar el trabajo de su director, Paul Greengrass. “Precisamente porque esta historia estaba sacada de unos titulares tan actuales, creo que es uno de los desafíos más grandes a los que un cineasta puede hacer frente”.

¿Cómo de real tiene que ser y puede ser una película basada en hechos reales? La respuesta de Greengrass, director curtido en el documental y que en ficción ha firmado películas tan reales como 'Bloody Sunday' o 'United 93', es obvia: “Mi instinto me lleva a estar lo más cercano posible a la realidad. Lo más complicado aquí fue, por ejemplo, comprimir esos largos cinco días en dos horas”. Sin perder nada de la tensión y la angustia que supuso para Richard Phillips, por supuesto. “Yo me fui a verle hasta su casa en Vermont un par de veces” –recuerda Hanks–. Y lo primero que le dije fue que esto es una película, que yo iba a decir cosas y hacer cosas que él probablemente ni habría dicho ni hecho, pero que si lo hacíamos bien, estaríamos capturando la esencia y la naturaleza de lo que pasó”. La verdad, como la llama Greengrass

El punto de vista de los piratas

Una verdad que pasaba por aportar el punto de vista que no salía en el libro del capitán Phillips: el de los piratas. Cuando el guionista, Billy Ray, se puso a investigar, se topó con la auténtica realidad: los somalís viven con una media de 400 euros al año y el 64% de la población está armada. “Tiene que haber algo más que ser pescador y secuestrar gente”, le dice el Phillips de Tom Hanks a Muse, su raptor. Eso mismo pensaba Hanks, que habría algo más y que estos corsarios del siglo XXI no eran más que “chicos malos, matones con armas automáticas”.

Pero Greengrass y lo que investigó para su personaje le abrieron los ojos. “Tan pronto como empezamos a hablar del proyecto, Paul me dijo: ‘Es cierto, pero la industria pesquera internacional ha agotado sus aguas, los humildes pescadores somalís con sus pequeñas redes no pueden competir con esos barcos enormes”. Y continúa. “El país está desmoronado, controlado por la corrupción, la violencia y la hambruna. Algunos de estos piratas no tienen miedo, porque ¿cuál es su opción?”. No tienen muchas. Esa es la tesis de la película y de lo que ocurre.

Aunque Richard Phillips sí crea que la tienen. “Esa es la parte romántica de la película: son piratas porque la pesca se ha acabado. No, son piratas porque han tomado una decisión, porque es la forma más fácil de vivir, de hacer dinero… pero hay otras formas. Y la conclusión es que a ellos no les importa nadie más. Solo les importan ellos mismos, y han tomado una decisión consciente de dedicarse a eso y pagan por ello”.

Barkhad Abdi, el somalí que interpreta a Muse, el capitán pirata, sí tuvo una opción. Más bien tuvo la suerte de tener esa opción. Cuando estalló la guerra, su padre, que trabajaba en Yemen, les sacó de Somalia y de ahí acabaron en EE UU, en Minneapolis, entre una de las comunidades más grandes de somalís del país, donde le encontró Greengrass, que se lo llevó directamente al rodaje, sin presentárselo a Tom Hanks. “La idea de Paul era que ellos eran esas pequeñas figuras lejanas, y de repente eran como arañas corriendo por el barco. Y las oías cada vez más cerca y más cerca, disparando sus pistolas. Y cuando por fin entran en el puente de mando, vimos que realmente existían. Eran increíblemente delgados, las personas más delgadas que he visto jamás, y daban miedo con sus grandes cabezas, y ondeando sus armas en tu cara”, recuerda. “Se me erizaron los pelos de la nuca. Fue muy, muy emocional y visceral. Me quedé verdaderamente petrificado”.

Una idea muy inteligente

Fue una idea muy inteligente por parte de Greengrass, aunque sabía que contaba con el actor que mejor sabe interpretar al no héroe, al hombre moralmente intachable. “Nadie es capaz de capturar mejor que él la humanidad y la normalidad en circunstancias extraordinarias”, explica el director. “Es, literalmente, el mejor actor para demostrar un profundo conocimiento de lo que significa no ser especial”. De 'Forrest Gump' a 'Philadelphia', de 'Salvar al soldado Ryan' a 'Apolo 13', de 'Náufrago' al Woody de 'Toy Story' y ahora al capitán Phillips. Hanks ha desarrollado en sus más de 30 años de carrera, cuando empezó en la serie 'Amigos del alma', una habilidad especial para atraer e interpretar personajes extraordinariamente normales que encuentran soluciones a las crisis más inesperadas. Sin embargo, se sacude los halagos de Greengrass con un golpe de humildad. Si algo le gusta poco es que le traten de estrella del cine, porque nunca quiso serlo. Su aspiración, cuando empezó en el teatro en el instituto y cuando volvió este año a las tablas en su aclamado estreno en Broadway (''Lucky guy', con nominación a los premios Tony incluida) era y aún es: “Seguir trabajando, trabajar regularmente”. Y añade. “Yo no soy un líder de nada, no tengo ninguna cualidad que me convierta en alguien especial. Solo interpreto gente así en las películas. Así que supongo que robo algunas de esas partes de mis personajes para incorporar a mi vida real algo de mi vida falsa”.

El pragmatismo de Richard Phillips es con lo que se ha quedado esta vez. “Me impresiona mucho cómo actuó durante y después de una situación así de extraordinaria, de la que casi no sobrevive”, cuenta. “¿Y sabe qué está haciendo ahora? Sigue trabajando en el mar. Es un marino mercante orgulloso de serlo”. El oficio, quizá lo que más respete y admire Tom Hanks. “Como yo –dice Phillips–, creo que Tom aprecia y agradece el trabajo que tiene, porque además sabe que se puede acabar en cualquier momento, especialmente en esta economía”. Y, por eso, a sus 57 años, el actor, con una vida personal estable tras 25 de matrimonio con la actriz Rita Wilson, padre de cuatro hijos, abuelo de dos nietas, sigue buscando el desafío, lo extraordinario, en su carrera. Por eso aceptó el reto de pasar semanas en alta mar, “con el estómago en la boca”, para acabar derrumbado en una escena final que Greengrass decidió sobre la marcha. Por eso, se lanzó a los brazos de Broadway este año, para interpretar a un periodista de sucesos que su amiga Nora Ephron había escrito para él antes de morir. Por eso, antes de que acabe 2013, el año en que olvidaremos sus últimos reveses en taquilla ('Tan fuerte, tan cerca'; 'El atlas de las nubes'; 'Larry Crowne'), será el primer actor que dé vida a Walt Disney. Será en 'Saving Mr. Banks', un filme sobre cómo el creador de Mickey Mouse consiguió llevar al cine 'Mary Poppins'. Otra historia de las que le gustan, más allá de la ficción.