Conozca a Àlex Brendemühl como la palma de su mano

Le leemos la mano al protagonista del nuevo 'thriller' 'Insensibles'

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ANA SÁNCHEZ / Barcelona

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DE ANTEMANO

Tiene mirada de pre-fundido a negro. “La más inquietante del cine español”, la han titulado los peliculeros. En persona, el aura intimidante dura como mucho dos minutos. “Si sonrío, la cago. Ya ven cómo soy de verdad”. Àlex Brendemülh sonríe y se le queda cara de buenazo. “Soy un trozo de pan”, asegura. Nadie lo diría al chequear su filmografía. Su pan de cada día son los personajes siniestros.El próximo: un neurocirujano con pasado de 'thriller'. El día 14 estrena 'Insensibles', todo un tratado sobre el dolor y la memoria con descargas de escalofríos. Acumula otras cinco películas en la recámara. Tres títulos germanos con los que amortiza su mitad alemana ('Die Vermessung del

Welt', 'Nemez', 'Eltern'). Se ha metido en el pellejo sádico-nazi de Mengele ('Wakolda') y ahora será un histriónico Amadeo de Saboya en Estrella fugaz (en rodaje). Y todavía le ha dado tiempo a presentar en cinco festivales su segundo corto como director-guionista ('Rifirrafe').

Pese a su currículo, él –insiste– es sensible. Hombre con doble forro. Es un actor que persigue la vida sencilla. Un tipo casero al que le encanta viajar. Padre-de-familia-encantador a ratos iracundo. “Lo más importante para mí es mi familia”. Su familia: pareja, dos hijos y un tercero en camino. Navega. “Navego, sí. Parece que no tengo rumbo y siempre voy a algún lado”. Su truco para mantenerse a flote: “Un buen chaleco salvavidas".


Toca el fagot y el saxo.

Sí, los toco. Los tocaba, más bien. Ahora no tengo tiempo para estudiar.

¿En la vida hay que darse muchos aires?

[Se ríe] Sí, sí, sí, hay que darse aires y hay que soplar mucho.

Es melómano, pero no le gusta dar la nota.

Soy un tipo discreto. No me gusta ser protagonista permanentemente.

Se reunía con su familia los domingos para interpretar música de cámara.

En mi casa todos tocamos un instrumento. Y, en vez de ir al fútbol [se ríe], tocábamos música de cámara. Era muy bonito. Y aprendí mucho. Aprendí a saber que tienes que someterte a veces al tono general de un conjunto.

Dos instrumentos, cinco idiomas.

Pero eso me ha venido dado. Son cosas que no tienen mérito. He tenido la suerte o la desgracia [se ríe] de tener un padre alemán y una madre catalana. De niño hablaba castellano y alemán, empecé con el catalán más tarde, mi madre es profesora de inglés y estudié francés en el colegio.

40 años.

Soy un cuarentón [se ríe].

¿Con o sin crisis?

Como vivo permanentemente en crisis, no lo he acusado más de la cuenta. Pero sí que hubo un momento de cataclismo, de decir: “Esto va en serio”. Ahora me toca a mí dar lecciones.

Tiene hijos, libro...

Sí, un guion escrito, sí.

¿Árbol?

Sí, algún arbolillo he plantado.

¿Qué le falta?

Esa es la crisis. Decir: “Ya lo he hecho todo”. No, me quedan muchas cosas. Aprendo mucho de mis hijos, sobre todo.

Cada vez que sale de casa, vuelve a entrar tres veces por si se deja algo.

Sí. Dudo muchísimo.

Tiene que salir 10 minutos antes.

Sí, sí. Cada día llego más puntual a los sitios. Como soy caótico, te pones una reserva, un margen de error que luego te sobra. Me estoy volviendo responsable en ese sentido.

¿Ha madurado?

He madurado [se ríe]. Me he vuelto un tipo muy insulso y aburrido.

¿Alguna adicción, aparte de su Montesa Impala?

Sí. Adicciones, todas. Soy un tipo adictivo. Tengo muy poca fuerza de voluntad. Me puedo enganchar a cualquier cosa. Soy muy voluble. Por eso me salen momentos de ira y rabia contra mí mismo y contra el mundo.

De adicto.

De persona inestable. De persona ciclotímica [se ríe]. Le estoy dando titulares a mansalva [carcajada].


Dice que en su profesión “hace falta picar piedra”.

Sí. Sí, sí.

Usted se ha bajado los pantalones.

En casi todas las pelis he tenido que salir en pelotas. Pero eso no quiere decir que me haya bajado los pantalones. He intentado ser muy honesto con lo que me gusta, porque soy demasiado transparente. Por eso he tendido a no bajarme demasiado los pantalones. La bragueta un poquillo [se ríe].

Empezó de figurante en la ópera.

Sí, en el Liceu. Y hace un par de años volví para hacer de demonio ['El cazador furtivo']. Me encantó volver al Liceu y poder hablar [se ríe].

“Todos los personajes tienen algo de mí”, ha dicho.

Sí, claro, en todos intentas poner algo. Todos somos diablillos, ¿no?

Usted triunfó como asesino en serie ['Las horas del día'].

Sí, todos somos asesinos potenciales también. A veces mataríamos. Lo que te diferencia es que no lo haces.

¿Es de los que las mata callando?

Ehhhh. Sí.

¿Obsesivo?

Sí, soy un poco obsesivo. Soy voluble. Todos tenemos muchas caras diferentes.

Le presentan como “la mirada más inquietante del cine español”.

Algo hay que ser, ¿no?

Hasta que sonríe. Entonces se parece a Chase Gioberti [el bueno de 'Falcon Crest'].

Un pringao, en definitiva. Yo era al que curraban en el cole. Nunca me peleaba. Soy un tipo entre cobarde y diplomático.


Siendo actor, alguna vez habrá perdido los papeles.

Muchas. Siempre. Antes, siempre. Ahora ya empiezo a no perderlos tanto [se ríe].

¿Le han montado muchas escenas?

Me han montado bastantes escenas, sí. Sí, sí. [Se lo piensa]. Sí, de todo.

¿Algún ejemplo práctico?

A veces me he ido a la Cochinchina para seguir a una mujer o para perderla de vista.

Impulsivo.

Era más impulsivo antes. Para mí el amor estaba en primer lugar. Era muy inconsciente. Y me tiraba a la piscina sin que hubiera agua a veces [ríe]. Algún chichón me he hecho.

¿Ha protagonizado más melodramas, comedias románticas, algún 'thriller'...?

Un poco de todo. He podido cambiar de género con cierta asiduidad [se ríe]. Más comedias románticas que dramas. Antes era más masoquista.

¿Alguna locura por amor?

Muchas. Todas.

¿Por ejemplo?

Irme a Brasil siguiendo a una chica. Estuve a punto de dejarlo todo.

¿Ha tenido que contar muchas películas?

He intentado no contar demasiadas. Además, soy muy transparente. Se me ve el plumero.

Ha pedido la mano, pero no hay forma.

No ha habido suerte. No he pasado por el altar, pero cualquier día igual... Mi chica me dice que lo hemos hecho todo al revés [tienen dos hijos y otra niña en camino]. Me gusta no seguir los patrones establecidos.

Ha estado embarazado [en 'El cazador furtivo'].

[Se ríe] Sí, he estado embarazado. Y he estado en situaciones embarazosas. Y he tenido embarazos no deseados también.

¿Embarazos no deseados?

A veces tienes sorpresas, sí. No te lo esperas y de repente tienes tres críos [se ríe]. Sin buscártelo, sin preverlo, en el momento que menos te lo esperas.

Usted sí que sabe lo que es la cuesta de enero: se estrenó como padre un 1 de enero.

1 de enero, sí.

Su primer Max.

Sí, sí, sí, ya tengo mi premio Max. Es el mejor que puedes tener.