UNA HISTORIA DE SANT ANDREU... Sant Pacià

Del grano a la oración

La iglesia de Sant Pacià, que tiene más de 130 años.

La iglesia de Sant Pacià, que tiene más de 130 años.

SÍLVIA ALBERICH / BARCELONA

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Majestuosa e imponente, la parroquia de Sant Pacià (de les Monges, 27-33) se erige desde hace más de 130 años en el corazón de Sant Andreu, siendo una de las más emblemáticas del barrio. También lo es su historia, ya que antes de ser iglesia fue un convento de monjas e incluso sirvió como almacén para guardar el grano y como comedor popular durante la guerra civil.

Sant Pacià nació entre 1876 y 1881 como convento-colegio de monjas construido por Joan Torras Guardiola, arquitecto de Sant Andreu que fue profesor del célebre Antoni Gaudí. "Gaudí realizó el mosaico de la capilla, el altar mayor, una custodia y otros elementos decorativos de la iglesia", explica Jaume Seda, historiador y vecino del barrio.

CÓLERA

A finales del XIX, una epidemia de cólera afectó a muchas religiosas, creando una sensación de inseguridad que provocó que muchas se trasladaran al convento de Sant Gervasi. El de Sant Andreu fue vendido a los hermanos Maristas, que ampliaron las instalaciones y crearon una escuela para novicios.

La Semana Trágica de 1909 marcó un punto de inflexión en el edificio, que fue saqueado e incendiado y, posteriormente, abandonado por los Maristas. A partir de ese momento y durante más de una década, el recinto se utilizó como almacén de grano hasta que en 1923 el obispado de Barcelona lo compró para convertirlo en la parroquia de Sant Pacià.

En julio de 1936, el rector de la iglesia logró evitar mayores destrozos a cambio de convertirla en un comedor popular. Lo fue durante toda la contienda. "Tras la guerra, la parroquia ha sido restaurada varias veces", afirma Seda, quien revela por qué hay zonas más oscuras en el suelo de la iglesia. "Son las resinas sobrantes del fuego, que se han querido conservar como testimonio de una época", añade.

Sant Pacià es una parroquia activa, que acoge un esplai, ofrece talleres de teatro, country y gospel, y también recoge alimentos. "Y reutilizamos ropa y calzado para personas necesitadas y organizamos actividades para los mayores", dice Joaquim Ilari, voluntario de la parroquia.