l'eixample
Un sorbo de cerveza
«En 1992 aquí se paró el reloj. Quedan incluso taquillas antiguas de empleados con el póster de Marisol desnuda en Interviú». Con mezcla de orgullo y nostalgia lo explica Carles Cervantes, responsable del museo-archivo de la antigua fábrica Damm, en la calle de Rosselló.La fábrica produjo cerveza de 1905 a 1992. Hasta cerca de 100 millones de litros anuales, cantidad que ahora Damm multiplica por cinco en la nueva planta de El Prat.
El emporio cervecero tiene en Rosselló sus oficinas, con más de 400 personas. Los departamentos de marketing y compras están donde antes se llenaban los barriles de cerveza de los bares. Un recuerdo que tiene su mejor visión los miércoles por la tarde cuando la fábrica-museo abre sus puertas al público.
Su atracción principal reside en la conexión con el pasado. Unas imponentes ollas de cobre reciben al visitante. Luego se puede bajar a la planta de cocción, donde está el grueso del museo.
Durruti cervecero
Entre la evolución de los envases y campañas publicitarias se encuentra una fotografía de Agustí Centelles de 1954 o la ficha de Buenaventura Durruti, que trabajó en Damm entre julio y setiembre de 1934. También ayuda la cerveza gratis que se ofrece al visitante.«Pero aquí la gente no viene a beber. No somos la competencia de los bares. Hay un recorrido museístico y se tiene que hacer antes de la degustación», puntualiza Cervantes.
Entre los extrabajadores de Damm hay uno que tiene su propio museo en una habitación. Es Fernando Pavón, que trabajó en transporte y botellería de la fábrica.«Allí rompíamos las botellas a mano o las rellenábamos», recuerda. Pavón cree que«en el museo deberían poner cosas más antiguas» y se vanagloria de tener de las primeras copas marcadas al fuego. También asegura que las primeras botellas que San Miguel debía embotellar en Lleida en 1956 fueron llenadas en la fábrica de Rosselló con Estrella, por un problema en la empresa rival.
Entre el fondo de colección del museo de Rosselló hay el mobiliario original de las oficinas (de principios del siglo XX) o una colección de jarras, algunas del XVIII.«Podría ser un museo de la cerveza más que de Damm», explica Cervantes. La ampliación del museo, que aspira a tener cinco plantas, está en suspenso. Solo en el 2009 el museo necesitó 900.000 euros de inversión. Pero también Damm ha gastado cerca de 243 millones de euros en tres años en tecnificar la fábrica de El Prat, lo que aplaza otros gastos.
Las paredes de ladrillo rojo que definen la fábrica seguirán a disposición de la ciudad. Ahora para las visitas, aunque antes con otra función:«Las paredes eran muy gruesas y ejercían de aislante. En la guerra civil la gente venía aquí a refugiarse y curarse», dice Cervantes.
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