una vecina llamada... Gemma Nierga, periodista

«Al llegar al Poblenou le dije a mi marido: 'Prepárate a saludar'»

<b>'La ventana', el programa que Gemma Nierga </b>dirige y presenta en la Cadena Ser, se abre todas las tardes, de lunes a viernes, en viviendas, taxis, despachos... de toda España. Pero las suyas, las ventanas del hogar de la periodista, se abren en el Poblenou.

Los Icaria Salas de versión original y matinalesNIERGA Y JAUME FIGUERAS QUEDARON PARA IR A VER JUNTOS EL ESTRENO DE 'CISNE NEGRO', DE DARREN ARONOSKY, NOMINADA A LOS OSCAR

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CARME ESCALES
BARCELONA

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Naves fabriles reconvertidas en modernoslofts para una nueva generación de parejas y gente soltera, chimeneas que sobreviven a un pasado industrial, rodeadas de edificios de luminosos pisos, y una rambla que lo pasea todo hacia el mar. Este es el barrio en el que reside, con su familia, un marido cordobés y sus hijos Pau, de cinco años y Arnau, de tres, la periodista Gemma Nierga.«Los contrastes definen al Poblenou. En su arquitectura, puedes leer su pasado, que convive con estudios de diseño, productoras, músicos y creativos de nuestro siglo».

Tenía 20 años cuando, desde el Eixample, ponía rumbo al Poblenou de aquel entonces. Nierga, que nació en Girona aunque vivió allí poco tiempo, compaginaba estudios de periodismo con distintos trabajos y con ensayos y estrenos de teatroamateur cuyos recuerdos han viajado con ella a todas partes. «Éramos un grupo de aficionados que veníamos aquí y preparábamos obras con mucha gente del barrio. El Centre Moral i Cultural del Poblenou nos acogió»,explica. Con ella, subían al escenario Jordi Galcerán, Àngels Gonyalons o Victòria Pagès.«Todos menos yo son hoy actores profesionales»,señala Nierga.«A mí, el teatro me gustaba mucho... Pero el periodismo me atraía todavía más»,afirma.

Ballet clásico

También la danza contemporánea ocupó largas horas de la periodista.«Hasta tercero o cuarto curso de facultad, aún hacía ballet clásico»,dice.«Pero, al final, fue el trabajo como periodista el que me eligió a mí»,sentencia.

A pesar de ello, sus tardes y fines de semana sobre el escenario del Centre Moral continuaron echando su jugo. El jugo de los aplausos de las representaciones y las relaciones sociales, en la calle y en las tiendas, que ahora ha recuperado al instalarse a vivir en el barrio.«Sentía cierta envidia por ese espíritu de barrio, tan propio del Poblenou», declara Nierga.«Yo vivía en un edificio del Eixample, de 21 pisos, había tanta gente como en un pueblo. A mí me gusta que me conozca la gente de mi barrio. Y, cuando nos instalamos en el Poblenou, le dije a mi marido: 'Prepárate a saludar'».«Recuerdo que, al salir de los ensayos, siempre había quién preguntaba: '¿Alguién va a Barcelona?'»,explica la periodista, que 25 años después, desmenuza los recuerdos en el café del Centre Moral.«Aún vengo, alguna vez, a leer textos dramatizados», apunta. El pasado aflora también en los comercios más antiguos y emblemáticos del barrio, como la pastelería Triomf, en la rambla con Ramon Turró y en la horchatería Tío Che.«Con las sillas sobre la rambla, tomamos el aperitivo cada domingo»,detalla Nierga. La presentadora también es clienta habitual de la pesca salada Sendra. La pasta de buñuelos que compra allí le permite compartir con sus hijos el sabor familiar de la Baba, como llamaban en casa a la madre de la periodista.

Vínculos vecinales

Gemma Nierga no le hace ningún feo a las céntricas tiendas de la ciudad, pero en las de barrio, zapatería, tintorería..., se impregna de aquello que solo se percibe en los comercios de toda la vida, de tenderas con delantal que te llaman por tu nombre.«Esto es lo que valoro y echo en falta en otras zonas, pero este tipo de comercio no se improvisa. Es imposible», señala la presentadora.

Donde ella vive, en el límite con la Vila Olímpica, unas calles algo más alejadas de la rambla, ya no es igual.«Faltan tiendas y equipamientos. Aunque tenemos otras cosas. Los cines, con tantas salas en versión original, son una maravilla. Yo, muchas veces vengo sin mirar la cartelera y siempre encuentro alguna película que quiero ver», dice.«Y el super, los restaurantes, como el Ugarit o la pizzeria Vela, que me encanta, también tienen su función. Sabes que cuentas con ello, que te saca de apuros, pero los sabores de toda la vida y los vínculos que se establecen en los pequeños comercios, no debemos dejar que desaparezcan», apunta.

Ha comprobado que cuando hay una causa común, como la reciente desaparición del parque infantil donde jugaban y se relacionaban sus hijos con otros niños, la gente se acerca.«Ese era un espacio que, a través de los niños, cohesionaba al barrio. Ahora las familias se unen y movilizan para pedir reubicar los columpios que han quitado y que hacía solo tres años que los habían instalado. Es triste», lamenta Nierga.