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Aveyron y Lozère: Alma serena

La huella templaria en Occitania

Entre fortalezas medievales, gargantas vertiginosas y cuevas de ensueño, el sur de Francia revela su esencia más auténtica: historia, naturaleza y sabor

Las formaciones rocosas de La Cité de Pierres dibujan un laberinto natural

Las formaciones rocosas de La Cité de Pierres dibujan un laberinto natural / Anastasia Galkina

Albert Falcó

Albert Falcó

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El viaje comienza en La Couvertoirade, uno de esos pueblos franceses que parecen detenidos en el tiempo. Las murallas templarias abrazan sus callejuelas de piedra y los talleres artesanos conservan el eco de una vida medieval. Catalogado entre Les Plus Beaux Villages de France (Los pueblos más bonitos de Francia), este enclave del Larzac, en el departamento de Aveyron en la región de Occitania, abre las puertas a un territorio donde historia y paisaje conviven en equilibrio perfecto.

A pocos kilómetros de La Couvertoirade, el aire adquiere un aroma inconfundible: el del Roquefort. Desde hace siglos, el queso azul más famoso de Francia se afina en cuevas excavadas en la roca. Este 2025, se cumplen cien años de su AOP (Appellation d’Origine Protégée), la primera denominación de origen del país. Una visita a las cuevas de Roquefort permite comprender por qué este queso es mucho más que un producto: es un emblema de identidad y del saber hacer.

Vista aérea del pueblo francés de La Couvertoirade en L'Aveyron, Occitania, Francia

Vista aérea del pueblo francés de La Couvertoirade en L'Aveyron, Occitania, Francia / Mike Workman

El itinerario continúa hacia Peyre, un pueblo encaramado a un acantilado de toba que domina el río Tarn. Sus casas, literalmente adosadas a la roca, regalan una panorámica hipnótica, con el viaducto de Millau recortando el horizonte. Precisamente Millau es la siguiente parada. Conocida como la ciudad del guante, por su larga y rica tradición en la fabricación de esta prenda, conserva un rico patrimonio que va desde la Torre de los Reyes de Aragón hasta el mercado cubierto de Les Halles. En la Ganterie Fabre, una firma familiar fundada en 1924, todavía se cosen a mano los guantes que durante décadas vistieron a la alta sociedad europea. El Museo de Millau completa la inmersión en esta artesanía convertida en símbolo local.

Cuatrocientas estalagmitas

La ruta se adentra luego en un paisaje casi irreal: La Cité de Pierres, en Montpellier-le-Vieux. Gigantescas formaciones rocosas dibujan un laberinto natural que se puede recorrer a pie o en trenecito, entre formas esculpidas por el viento y el agua. Más al norte, en Le Rozier, ya en el departamento de Lozère pero aún en Occitania, la naturaleza cobra vida con el vuelo majestuoso de los buitres sobre las Gargantas de la Jonte. En la Maison des Vautours, una terraza de observación permite verlos planear en libertad absoluta. El viaje prosigue bajo tierra en la cueva de Dargilan, un espectáculo de estalactitas y colores que parece salido de un sueño, y en la de Aven Armand, donde un funicular lleva al visitante al corazón de una caverna con más de cuatrocientas estalagmitas.

Formaciones geológicas de la "Cité des Pierres" en Montpellier-le-Vieux, con vistas a las gargantas del Dourbie

Formaciones geológicas de la "Cité des Pierres" en Montpellier-le-Vieux, con vistas a las gargantas del Dourbie / ldgfr photos

El broche final lo ponen los sabores del Causse Méjean: en la Fromagerie du Fédou, los quesos de oveja se moldean a mano y se degustan con calma, mientras fuera el paisaje se abre hacia el infinito. Un último vistazo al viaducto de Millau resume la experiencia de la ruta: piedra, aire y arte fundidos en un viaje que invita a descubrir el alma más serena del sur de Francia.

Información a: https://www.lozere-tourisme.com/ y https://www.tourisme-aveyron.com/fr