Escapa de proximidad

Grand Tour de Catalunya: un ‘roadtrip’ a la catalana (parte 2)

Exploramos los tramos 2 y 3 de este viaje circular por el territorio catalán, que en este caso parte de Tarragona para poner dirección a Lleida y, finalmente, a los Pirineos de Catalunya

Vista del curso del río Ebro, a su paso por Miravet

Vista del curso del río Ebro, a su paso por Miravet / Agència Catalana de Turisme

Xavi Datzira

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No hay que mirar demasiado lejos para embarcarse en un ‘roadtrip’ que conecte aventura, cultura, patrimonio, gastronomía, naturaleza y todas las sorpresas inesperadas que puedan surgir en el camino. El Grand Tour de Catalunya representa una propuesta inmejorable para una Semana Santa de proximidad pero llena de descubrimientos. Se trata de un itinerario circular de más de 2.000 kilómetros para recorrer en vehículo propio ya sea de una tacada —en una ruta única de 13 días—o bien en cinco tramos, de entre cinco y siete etapas cada uno.

Lo bueno de esta segunda opción es que puede ir completándose poco a poco, aprovechando los días de vacaciones o puentes. Es la gran ventaja de este tipo de viajes por carretera: la flexibilidad para trazar un itinerario que fluya a un ritmo personal y único. Es el viajero el que decide los tiempos y el que tiene en sus manos la brújula (o el GPS) para trazar su propia aventura. El viajero puede hacerse una ruta a medida a través de este planificador de viaje o bien dejarse asesorar por las agencias de viaje especializadas.

Si en este artículo se profundizaba en el primer tramo del Grand Tour de Catalunya, ahora toca explorar la segunda parte, que conecta Tarragona con Lleida, y la tercera, que enlaza la capital leridana con la Seu d’Urgell.

Tramo 2. Tarragona-Lleida

Tramo 2 Grand Tour Catalunya

Tramo 2 Grand Tour Catalunya / ACT

Este tramo consta de siete etapas, y supone una doble transición: geográfica y temporal. En el primer caso, porque pasaremos del mar al interior, del azul inmutable a los paisajes rurales que van cambiando de tonalidad según la estación. Pero también significa pasar de la herencia romana a las huellas de la Edad Media diseminadas por todo el territorio. Y que, por supuesto, se debe afrontar con los cinco sentidos.

La etapa 1 comienza en Tarragona, aunque en un ejercicio de imaginación nos situamos en la Tarraco de dos milenios atrás, gracias a su conjunto arqueológico designado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La reconstrucción en miniatura de la ciudad romana representa un buen punto de partida, aunque también es fundamental recorrer sus murallas y quedarse maravillado por el anfiteatro. La ruta sigue por Reus, donde tomarse un buen vermut y descubrir su legado modernista, y termina con un 'suquet' de romesco en Cambrils. Aunque los más atrevidos también pueden acabar el día boca abajo en el Dragon Khan de Port Aventura World.

La etapa 2 se adentra en la parte norte de las Terres de l’Ebre, desde las calas de l’Ametlla de Mar a la bahía del Fangar (con salida desde el puerto de L’Ampolla) para navegar rumbo a una cata de ostras y mejillones. Al día siguiente, en la etapa 3, tocará sentirse en otro mundo entre los arrozales, dunas, bosques de ribera y lagunas del Parque Natural del Delta de l’Ebre, el hábitat acuático más importante de Catalunya y Reserva de la Biosfera. Aquí, que cada cual escoja su propio medio de transporte sin humos – a pie, en bicicleta, en canoa o a caballo—, pero es indispensable recorrer sus caminos para observar alguna de sus más de 300 especies de aves marinas y, por supuesto, sus grupos de flamencos. Por la tarde, el camino vira hacia el interior, pasando por la medieval Tortora para terminar en Horta de Sant Joan, donde Picasso encontró la inspiración y la calma para dar el paso definitivo hacia el cubismo.

Flamencos en el Parque Natural del Delta de l’Ebre.

Flamencos en el Parque Natural del Delta de l’Ebre. / Mariano Cebolla / Agència Catalana de Turisme

La etapa 4 se detiene en el Parc Natural dels Ports, para disfrutar con calma de sus caminos entre bosques, acantilados y cascadas. Luego se puede disfrutar de un merecido descanso en las catedrales del vino de Gandesa y Pinell de Brai, de estilo modernista, para terminar con un baño de historia en Corbera d’Ebre, donde se encuentra el Centro de Interpretación de la Batalla del Ebro, uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil.

El Ebro sigue como hilo conductor en la etapa 5, que empieza con la vista impresionante que se obtiene desde el castillo templario de Miravet. Tras cruzar el río abordo de un transbordador, la ruta sigue por Tivissa para adentrarse finalmente en los paisajes vinícolas esculpidos en terrazas del Priorat y el Montsant. Aquí hay que dejarse guiar por el instinto (o el sentido del olfato) para detenerse en alguna de sus múltiples bodegas.

Terrazas de viñedos en el Montsant.

Terrazas de viñedos en el Montsant. / Agència Catalana de Turisme

Y de los placeres mundanos a la espiritualidad en la etapa 6: tras pasar por Montblanc y las montañas de Prades (que albergan cuevas con pinturas rupestres) se llega al Monasteri de Poblet, uno de los monumentos monásticos más importantes y mejor conservados de Europa. Además, la vida monástica sigue activa, como si el tiempo se hubiera detenido. Siguiendo la Ruta del Císter es como finaliza este tramo con la etapa 7, que pasa por el Castillo de Guimerà y Vallbona de les Monges, el monasterio cisterciense femenino más importante de Catalunya. Luego, de nuevo un placer: probar el aceite de oliva virgen extra que se elabora en la DOP les Garrigues para terminar, con la satisfacción de la ruta completada, frente al imponente conjunto monumental de la Seu Vella y el Castell de La Suda.

--> Toda la información para completar el tramo 2 del Grand Tour de Catalunya se puede consultar en este enlace.

--> Y si se quiere poner un poco de música al ‘roadtrip’, nada mejor que dejarse llevar por esta ‘playlist’

Tramo 3. Lleida – La Seu d’Urgell

Tramo 3 Grand Tour Catalunya

Tramo 3 Grand Tour Catalunya / ACT

El tercer tramo del Grand Tour de Catalunya comienza en la planicie de Lleida y, a partir de entonces, el camino apunta cuesta arriba para adentrarse en los Pirineos de Catalunya. Es momento, por lo tanto, de abrigarse algo más y de descubrir la belleza de unos paisajes naturales que han sabido mantener su esencia con el paso de los siglos, igual que sus muestras de arte románico. Y habrá varios momentos en lo que será necesario dejar de mirar al frente y alzar la vista al cielo nocturno, salpicados de más estrellas de las que se pueda llegar jamás a contar.

En este sentido, la etapa 1 de este tercer tramo puede comenzar en la Seu Vella de Lleida, con su campanario octogonal de 60 metros, y termina en Àger, en plena sierra del Montsec, cuyo cielo nocturno tiene tal visibilidad que se ha merecido la consideración de Reserva Starlight. Vale la pena simplemente estirarse sobre el césped y dejarse maravillar por el baile de las constelaciones, aunque si se quiere ir más allá –y aproximarse a los astros—el lugar idóneo es el Parc Astronòmic del Montsec. Al día siguiente se puede visitar el Congost de Mont-rebei, con paredes verticales de 500 metros, creado por la erosión del río Noguera Ribagorçana, para luego acabar en Camarasa, lugar de peregrinación para los amantes de los deportes de aventura.

Vista de la Seu Vella de Lleida.

Vista de la Seu Vella de Lleida. / Agència Catalana de Turisme

La etapa 2 supone la entrada definitiva a los Pirineos de Catalunya, y lo hace por la puerta grande: la Vall de Boí, con sus ocho iglesias y una ermita románicas de los siglos XI y XII, declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco. Vale la pena participar en una de las visitas guiadas que organiza el Centre del Romànic de la Vall de Boí. Luego, desde el pueblo de Boí, un servicio de taxis locales conduce hacia el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, ideal para una buena excursión entre montañas que se alzan por encima de los 2.000 metros.

Y al otro lado de esas montañas se encuentra la Val d’Aran, protagonista absoluta de la etapa 3. Tras un primer paso por su capital, Vielha, hay que seguir el curso del río Garona para ir en busca de sus numerosas cascadas e, incluso, animales en semilibertad en el parque de fauna salvaje Aran Park de Bossòst. La etapa 4 sigue profundizado en el valle, con sus típicos pueblecitos con casas de piedra, su arte románico con sello propio y, claro, su gastronomía. Indispensable comerse una buena olla aranesa o degustar algunos de los quesos de la que es la quesería más alta de los Pirineo en Bagergue, a 1.419 metros de altitud. Como las fuerzas ya comenzarán a flaquear, la mejor culminación de la etapa es un buen baño en aguas sulfurosas en los Banhs de Tredòs, el establecimiento termal más alto de Europa.

La iglesia románica de Arties sobresale entre las casas de piedra.

La iglesia románica de Arties sobresale entre las casas de piedra. / Agència Catalana de Turisme

Este descanso será fundamental para afrontar la etapa 5, y última del tramo, que propone múltiples actividades de aventura en el Pallars Sobirà. Por ejemplo, emprender una ruta a caballo, en BTT o a pie por los senderos del Parque Natural del Alt Pirineu. Y si se quiere probar el ráfting, se tiene fácil: Sort, Llavorsí, Rialp, Esterri d’Àneu y la Ribera de Cardós son las capitales de esta especialidad que se practica en las aguas bravas del Noguera Pallaresa. Para planes más tranquilos, una visita al Ecomuseu de les Valls d’Àneu o la Casa de l’Os Bru de Isil. La ruta termina en la Seu d’Urgell, donde combinar naturaleza, tradición, arte y gastronomía. De hecho, el queso que allí se elabora es el único con denominación de origen protegida de Catalunya.

--> Toda la información para completar el tramo 3 del Grand Tour de Catalunya se puede consultar en este enlace.

--> Y para ponerle ritmo al viaje, esta es la ‘playlist’ más adecuada.