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Legión FC, el equipo de fútbol que une en Barcelona a los ucranianos

La guerra de Ucrania, en directo

El equipo Legión FC, integrado por jugadores ucranianos, en el Camp Municipal de Futbol Vallbona.

El equipo Legión FC, integrado por jugadores ucranianos, en el Camp Municipal de Futbol Vallbona. / Marc Asensio

Arnau Segura

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"Es complicado de entender, sentir que es posible. Tú estás aquí y tu país está ahí, en guerra. Es un sentimiento muy raro. Tú estás aquí viviendo normal y ahí 'bum', todo cambia en un momento", escupe el joven delantero Rinat Daulbaiev (Kharkiv, Ucrania; 2007). Fue y será siempre el autor del primer gol en cuarta catalana del Legión, un equipo formado por ucranianos que este curso debuta en la última categoría del fútbol territorial catalán. Cuando estalló la guerra, en febrero de 2022, tenía 14 o 15 años. Gesticula cuando habla, como intentando atrapar al vuelo alguna explicación para tanto dolor que se le escapa. "Me levantaba por la mañana y veía a mis padres sufrir. Es complicado entender que esto pueda pasar. Yo intentaba no mirar cosas. No quería. No quería sentir esa energía", repite Rinat en el campo del barrio barcelonés de Vallbona.

 El Legión nació en 2021 como equipo de fútbol 7, con este nombre por un doble motivo: por las legiones francesas, formadas originalmente por extranjeros, y porque en Ucrania se conoce a los futbolistas foráneos de la liga local como legionarios. En el escudo se entremezclan las banderas de Ucrania y de Catalunya y juegan de amarillo, como su selección. El club nació con la voluntad de ser un punto de encuentro de la comunidad ucraniana en Catalunya: un punto de apoyo y ayuda para encontrar trabajo o vivienda por ejemplo, para adaptarse a una nueva vida en definitiva. Para tejer vínculos y combatir la soledad y la atomización del emigrante.

Barcelona. 14/10/2025. Entender Mas. El equipo Legión FC, integrado por jugadores ucranianos que han huido de la guerra, en el Camp Municipal de Futbol Vallbona. AUTOR: Marc Asensio Barcelona, Catalunya, España, Ucrania, futbol, deporte, inclusión, comunidad ucraniana, guerra, Nou Barris, equipo, Vallbona, Taras Kis, FC Legión

El equipo Legión FC, en el Camp Municipal de Futbol Vallbona. / Marc Asensio

 "Puede ser complicado encontrar equipo si no hablas castellano o si no conoces a nadie. Aquí los chicos crecen. Se juntan, hablan, están contentos, están mejor mentalmente. Aquí se sienten un poco como en casa, como en Ucrania", explica Taras Kis (1979), presidente y a la vez delegado. Él nació en el oeste de Ucrania, cerca de Polonia, a unos 20 kilómetros de Leópolis, y llegó a España en 2011 persiguiendo la estela de un futuro mejor, solo. Eligió Barcelona porque era del Barça. Ahora tiene una empresa de reformas. Ha dado trabajo a algunos jugadores. La idea del Legión es que los jóvenes tengan "una base para crecer".

En enero de 2022

La última vez que estuvo en Ucrania fue en enero de 2022. "Mis amigos me dijeron que habría guerra seguro, que solo faltaba saber cuando". Dice que en los primeros meses muchos se plantearon volver para luchar. Ivan Ivlev (1985), portero y secretario, cuenta que el otro portero se marchó al frente cuando estalló la guerra. Continúa vivo, pendiente del equipo a través de las redes. "Aquí estamos juntos y pasamos tiempos buenos y tiempos malos", dice Ivlev.

El capitán es Yaroslav Annich (2000). Nació en la ciudad de Zaporiyia, tan castigada, al sur de Járkov y al norte de Crimea, a nada del frente. Había jugado en las categorías inferiores de clubes como el Metalurh Zaporiyia, equipo de segunda división, y atisbaba un futuro como profesional. Pero la guerra enterró tantos sueños: "La vida cambió mucho". Escapó cuando empezó la guerra: "Mira, cuando empezó la guerra yo tenía 22 años. No creo que se pueda llevar a la guerra a alguien con 22 años sin experiencia", afirma. También eligió Barcelona porque era del Barça. "Cuando llegamos con mi esposa teníamos 400 euros y solo conocía a una persona en Barcelona". El fútbol le ha dado "una familia", "unidad". En el equipo son varios refugiados.

 Sonríe un segundo, "tengo un niño de un año y cuatro meses", pero pronto emerge la crudeza del presente. Sus padres se fueron a Moscú cuando era un adolescente para buscar trabajo "porque ahí era más fácil y los sueldos eran más altos" y siguen ahí, tan lejos: no sabe cuando volverán a verse, separados por un nuevo telón de acero. Su hermana sigue en Zaporiyia, sola con dos hijos porque su marido está en la guerra. "Si estás aquí con tu esposa, tus hijos no sufres tanto. Con tres, cuatro años ya tienes amigos, tu zona social. Ya tienes tu vida y todo está más o menos bien y todo esto ya no duele tanto. Pero cuando hablo con mi hermana sí que duele", suspira. "Hay drones y están todo el día en peligro", afirma para añadir. "Sí, tengo amigos que han muerto en la guerra".

"Mi madre me dice que en nuestra ciudad no se ven, que no hay hombres", asegura Kis. No pueden volver a Ucrania. O pueden volver a Ucrania, pero no regresar. Annich dice que confía que la guerra pueda acabar en dos años. "Ojalá. Ahora llevamos casi cuatro años y no vemos ninguna luz. No sé como terminará esto, pero la sensación es que ya no hay paso atrás. Pase lo que pase vamos hasta el final. Con un coste grave, pero no se puede aceptar lo que está sobre la mesa ni se puede tirar atrás porque habría muerto mucha gente para nada. Todo esto debe tener una razón", reivindica Kis.

Una vía de escape

Respira y continúa: "Las bombas ya no sorprenden. Es tener más, menos suerte". Las fotos y los vídeos les aguardan cada mañana, al despertar, a todas horas. Y en esa situación el fútbol aparece como "una medicina psicológica", una vía de escape para no pensar en la vida que han dejado y que sigue y que muere en Ucrania. "Estas dos horas te olvidas un poco de todo", enfatiza. En el campo, un refugio, un reducto de paz de 100 metros por 70, la guerra "no existe".

Marc Mateos (2002), uno de los dos o tres catalanes del equipo, cuenta que en el grupo de whatsApp se habla sobre todo en ucraniano, pero ellos a veces sorprenden al resto al responder: "Ahora es fácil con el Chat GPT", ríe. La experiencia de jugar en el Legión es "única". "Es como estar de vacaciones en Ucrania", dice. En cierto modo lo es: ahora que no se puede volver a casa es estar un poco más cerca.