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La contracrónica

Lamine, Fermín, Ferran: cuando el Barça disfruta de quien es todo encaja

CRÓNICA | El Barça se agarra a su delantera ante el Elche y se cura las heridas del Clásico

Ferran y Fermin celebran el segundo gol barceonista ante el Elche.

Ferran y Fermin celebran el segundo gol barceonista ante el Elche. / Jordi Cotrina

Laia Bonals

Laia Bonals

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Funciona bien el desquite. La rabia, como motor, las ganas de reivindicarse o la necesidad de recuperarte. Lamine Yamal volvió a sentir el césped como su jardín. Con la lesión (pubalgia) haciendo aún acto de presencia a ratos, privándole de algún esprint o arranque por la banda, se deshizo de esa versión anodina que dejó en el Clásico. Fue quien le marcó el tempo al Barça, con un gol bien madrugador, tras el que se besó el escudo del Barça. El primer amor, ese que nunca se olvida.

Había un punto de rabia en la manera en la que el de Rocafonda se plantó en Montjuïc. Con esa mirada fija y guasona, con cierta necesidad de ser él. Durante las últimas semanas, fueron miles las personas que han intentado definirle, decir qué tipo de futbolista es y puede llegar a ser. Pero Lamine recordó, sobre el verde del feudo culé, lo enamorado que está del balón. Cuando se probó y vio que las molestias no le impedían trepar por la banda sonrió y se lanzó. Disfrutó, porque es la única manera en la que entiende su trabajo. Si se trata de ir y hacer por hacer, las cosas no acostumbran a salir.

Señalaba a la grada. Con esa media sonrisa y la diversión y la calma de quien está en casa. Así se lo hizo saber a Montjuïc. "Aquí. Aquí soy feliz", les quiso decir a sus seguidores. Se mordió el escudo antes de volverse hacia Balde, que ya le esperaba. Su celebración ya recurrente le puso la guinda al pastel de un tanto que no solo le devolvía la sonrisa al delantero tras unos días estando en el foco, sino que erradicaba las dudas a un equipo que tiene aún el recuerdo de la derrota en el Bernabéu muy presente.

La libertad de Rashford

A ellos se sumó Fermín en una celebración coral, que tomó el relevo del protagonismo en este Barça. El del Campillo está que se sale. La que parecía una salida clara en verano ahora solo es un mal recuerdo de una decisión que le habría privado al Barça de un jugador inconmensurable.

Fermín asistió tanto a Ferran Torres como a Marcus Rashford en sus dianas ante el conjunto de Eder Sarabia. Ambos centros exquisitos, tensos, letales. Le dio a Hansi Flick parte de la receta para sobrellevar la falta de Pedri. Junto a Marc Casadó y Frenkie De Jong, ocupó el centro del campo, aunque en su caso más adelantado para volcarse en ataque cuando la acción lo requería. Sin duda, fue uno de los mejores del partido por su intensidad y su compromiso. Ese punto extra de adrenalina que ganó el Barça gracias a él le permitió sentirse cómodo aun cuando el Elche recortó distancias antes de la diana de Marcus Rashord.

El jugador más anárquico del Barça empieza a integrarse. No viene siendo el futbolista que tenga más claras las directrices de Hansi Flick y en ocasiones va un pelín más por libre de lo que le gustaría al técnico azulgrana, pero es que el instinto es difícil de controlar. Llevó loco al conjunto de Eder Sarabia por la banda izquierda. Mordaz y punzante, con una arracada que le permitió dejar clavados en más de una ocasión a sus rivales. Rashford es la antítesis del orden. Necesita esa libertad para poder ser, para gustarse y marcar auténticas obras de arte. Y, a medida que se va consolidando en la plantilla, más tantos estratosféricos está firmando.

El fútbol intenta siempre aislarse de lo que pasa fuera de él. Los estadios, en este caso Montjuïc, son siempre lugares donde todo el mundo va a desconectar de su realidad. De un corazón roto, una mala semana, las dudas en el trabajo... Pero, solo a veces, el fútbol sirve para mucho más (que no es poco). Ferran Torres lo hizo, marcó la diferencia. Tras anotar el segundo tanto del encuentro, sellando unos diez minutos magníficos, celebró la diana tiendo un recuerdo expreso para las personas afectadas y las víctimas de la DANA que asoló la Comunitat Valenciana el 29 de octubre del año pasado.

Con una camiseta, debajo de la zamarra azulgrana, aprovechó el foco tal y como hizo hace un año para pronunciarse. Y nos recordó a todos que, pese a que el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes, también es un refugio, un lugar donde encontrarse.

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