Opinión | Barraca y tangana
Ética y moral, diseño de moda y big data

Diego Simeone, técnico del Atlético, durante un entrenamiento. / Efe
Cada vez es más difícil ser hincha. A esta conclusión he llegado tras años de observación ligera, pero cierta. Después de acumular indicios, hace poco vi la prueba que me faltaba.
En la camiseta del Atleti, durante un partido cualquiera, leí el lema ‘Visit Rwanda’ e imaginé a miles de aficionados del Atleti sintiendo la obligación de visitar Ruanda, porque al fin y al cabo es una orden que tu propio equipo te está dando. Una orden particular y algo exótica, todo sea dicho (Ruanda no es Chinchón ni Laredo ni Benidorm, precisamente, que están más a mano), y que se une a lo de Simeone haciendo aspavientos para que animen todo el rato. Es decir, primero animar aunque no te apetezca y luego visitar Ruanda.
No es nada fácil ser hincha. Peor que ir al gimnasio.
Como soy idiota, imaginé también a todos esos aficionados rojiblancos en una agencia de viajes, cambiando divisas por si acaso y tomando el vuelo con desgana, visitando Ruanda y preguntando: «Ya está, ya he visitado Ruanda, ¿ahora qué toca?».
Este fenómeno poliédrico no es exclusivo de los seguidores del Atleti, aunque los demás no recibamos órdenes de visitar Ruanda, al menos por ahora. Últimamente, lo de ser de un equipo de fútbol se está complicando. Para dar la opinión sobre cualquier tema debes estar previamente formado en disciplinas de lo más variado (porque no dar nuestra opinión es algo que ni nos planteamos, obvio). Antes parecía algo básico y con decir ‘este es bueno’, ‘este es malo’, ‘esto no me gusta’, ‘estoy a favor’, ‘los árbitros roban’, ‘hay que poner huevos’ y poca cosa más, podías ir tirando. A veces, con emitir algún gruñido era suficiente. Ahora, en cambio, la complejidad nos está abrumando.
Ahora, para poder posicionarte en los asuntos que atañen a tu equipo debes saber sobre macroeconomía, microeconomía, política local, regional, nacional e internacional, arquitectura, inteligencia emocional y artificial, derecho, marketing, psicología, ética y moral, diseño de moda y big data.
El reglamento cambiante
Y todo ello, apunto, sin añadir lo del reglamento cambiante, los penaltis que antes eran y ahora no son o la magia interpretativa de la manos, que ya me he rendido con los árbitros.
Así las cosas, el siguiente paso asoma por pura lógica. Pronto será obligatorio cursar estudios de hincha y obtener un certificado oficial (previo pago, también obvio) para poder sacarte un abono. Tocará pasar el verano encerrado, sin bajar a la piscina, porque eres un burro y has suspendido Comisiones FIFA, teoría y práctica, Megaestadios II y Análisis de Datos, porque los profesores de Liberar Asiento o Ceder Entrada e Ingeniería Financiera y Fair Play te tienen manía, y porque el de Terceras Equipaciones de Calentamiento te ha pillado copiando.
Ojalá ocurra todo esto, por favor. Es absolutamente necesario. Luego, en las comidas familiares de Navidad, cuando la abuela pregunte qué van a estudiar sus nietos, los chavales dirán que pasan del fútbol, que es muy difícil, y van a lo fácil: estudiar Ingeniería de Caminos, entrar como astronauta en la NASA o ir a la República de Ruanda, pero para opositar a Notario.
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