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22 POSESIONES PERDIDAS

Lamine Yamal pierde el pulso

El extremo apenas dejó un pase en toda la tarde, sin fuerza para superar el marcaje de Carreras, y se vio involucrado en la tangana final

Lamine Yamal se levanta del suelo en el clásico.

Lamine Yamal se levanta del suelo en el clásico. / AFP7 vía Europa Press / AFP7 vía Europa Press

Joan Domènech

Joan Domènech

Barcelona
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Había dos dieces en el campo. Sus propietarios estrenaban el dorsal esta temporada, elevados a la categoría de estrella principal del equipo. Sólo se vio un 10. El de la camiseta blanca.

Lamine Yamal había convulsionado el clásico, pero su frasecita de coleguilla en una charla de la Kings League se amplificó a la categoría de ofensa al Madrid. No había nada noticioso el jueves -ni en toda la semana, sin ninguno de los dos equipos con la confianza suficiente para alardear de su vida- y la gente de la Kings League deseaba promocionarse. Lamine Yamal estaba aquí y allá, en las dos aceras, y era el único que iba a pisar el Bernabéu para disputar el gran duelo.

Lamine Yamal camina sobre el césped del Bernabéu.

Lamine Yamal camina sobre el césped del Bernabéu. / Valentí Enrich / SPO

Osadía e imprudencia

Indiferente a la trascendencia del clásico, que pide recogimiento y discreción antes para no ser castigado después, el extremo se situó en la primera fila de combate. Con osadía y con imprudencia. Con confianza y con altivez. Olvidando que no está en su mejor momento físico, que la pubalgia no se cura en un par de semanas ni desaparecerá por ser quien es, que no estaban sus hermanos mayores, Lewandowski y Raphinha, ni sus primos Dani Olmo y Gavi.

Tampoco estaba el jefe para espabilarle. Hansi Flick se agitaba encerrado en un palco, impotente por las lagunas que veía desde su atalaya. Solamente pudo aplaudir a Fermín, el modelo de la antiestrella. Y a Pedri, el ejemplo de la discreción.

Imagen del palco antes de que comience el clásico.

Imagen del palco antes de que comience el clásico. / Valentí Enrich / SPO

No era un chiquiparc

Hizo, o hicieron por él, un vídeo enaltecedor en el que recordaba que perdió el miedo en Mataró, como si el Bernabéu fuera un chiquiparc. Como si el jardín madrileño fuera el paraíso de la inocencia, un oasis de paz, un parque en el que no entran los malotes, desoyendo los peligros que siempre acechan. Convencido de que nada ni nadie pueden entorpecer su camino hacia la gloria.

Y en el minuto uno cometió un penalti. O eso pitó Soto Grado, llamado al orden para el VAR para que viera la patada de Vinicius a Lamine Yamal. Hasta la siguiente intervención digna de un 10, Mbappé había marcado dos goles (uno anulado) y empezaba a amargarse la tarde frente a Szczesny, el héroe del Barça por evitar que las ausencias, la de Lamine en primer lugar, se convirtieran en una catástrofe azulgrana.

Hansi Flick, en una cabina de radio del Bernabéu.

Hansi Flick, en una cabina de radio del Bernabéu. / Valentí Enrich / SPO

Pero el extremo no se marchó del campo. Ni le sacaron Flick ni Marcus Sorg, la extensión del entrenador, que sumó su tercera derrota ejerciendo de sustituto. Dieron paso a Roony Bardghji a la banda derecha, y desplazaron a Lamine Yamal hacia el centro, alejándolo de Álvaro Carreras, que vivió una tarde plácida frente a un delantero lejos de su mejor forma y que no le persiguió ni una sola vez en ataque. Lamine Yamal renunció a bajar a la defensa después del lío que montó en el primer minuto.

Enfrentamiento final de los jugadores al término del clásico.

Enfrentamiento final de los jugadores al término del clásico. / Manu Fernandez / AP

22 posesiones perdidas

Malos números dejó Lamine Yamal en el clásico del desafío excepto un precioso centro al área que Koundé malogró con un mal control ante Courtois. Dos disparos fuera, cuatro regates de ocho intentados, sólo forzó una falta y sumó 22 posesiones perdidas, según la estadística de Sofascores.

Siguió el de Rocafonda hasta el final, y entonces pagó por sus palabras por la tangana que le montaron los jugadores del Madrid. Vinicius le provocó, caliente como estaba por haber sido sustituido, y el clásico acabó igual que acababan cuando Xabi Alonso era jugador del Madrid. Con un enfrentamiento general en el césped.

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