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Girona - Oviedo (3-3)

El Oviedo estropea la remontada de un Girona que sigue colista

Un gol en el minuto 97 de Carmo evita la victoria de los gerundenses, que habían levantado un 0-2 gracias a Ounahi y Stuani

Ounahi, centrocampista del Girona, marca frente al Oviedo en Montilivi.

Ounahi, centrocampista del Girona, marca frente al Oviedo en Montilivi. / Efe

Marc Brugués

Girona
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Ni con dosis de heroísmo, ni con la ayuda de Sant Narcís, ni con la pasión de Cristhian Stuani hubo suficiente. No hay manera. Tampoco con el talento de Ounahi, que junto con el uruguayo lideró la que parecía una remontada milagrosa que tenía que servir para impulsar el Girona en la clasificación. Todo el mundo la veía posible después de un primer gol de Stuani de penalti, del 2-2 de Ounahi y de que el uruguayo marcara el tercero en el minuto 90, también de penalti. Como la semana pasada en Montjuïc ante el Barça, en el último de los ocho minutos de añadido (esta vez el 97) volvió a ser cruel para los gerundenses, que demostraron por qué son colistas cuando el Oviedo empató gracias a otra acción a pelota parada. Un jarro de agua fría mayúsculo para las intenciones de ir escalando posiciones.

Todo lo que no fuera ganar al Oviedo era sinónimo de problemas, de enfangarse todavía más y complicarse mucho la vida. Las buenas sensaciones acumuladas las últimas jornadas con la victoria contra el Valencia, los empates en Bilbao y contra el Espanyol, y la derrota con el Barça, invitaban a creer en un Girona que, además, recuperaba efectivos importantes. Tsygankov e Iván Martín entraron directamente en el once en detrimento de Portu y Rincón, mientras que en el banquillo estaban hombres como Ounahi, Lemar o Stuani.

No sería fácil, ya lo había avisado Míchel. Más aun después de ver cómo los gerundenses perdonaban la primera ocasión del partido. Joel Roca, después de una gran acción individual, vio cómo Aarón Escandell evitaba el 1-0 con una parada excelente. En vez de crecer e ir a más, la ocasión de Roca fue la única del Girona en una primera parte decreciente y decepcionante. Tierno y con poca pasión, no daba la sensación de que los de Míchel necesitaran los tres puntos. El Girona tenía la pelota, pero no miraba a gol y el partido no se abría. El juego no era alegre, al contrario, mustio, con un ambiente frío en la grada. El Oviedo lo intentaba tímidamente con un par de cabezazos de Viñas que salvaría Gazzaniga. No pasaba nada y era importante no equivocarse. El Girona lo hizo. Un salto temerario con las manos en alto de Àlex Moreno acabó con el VAR indicando a Muñiz Ruiz que era penalti. Viñas no perdonó y oscureció el panorama en Montilivi.

Ounahi y Stuani revolucionan el partido

La primera parte se diluyó con los tímidos intentos de un Girona muy lejos de las prestaciones ofrecidas las últimas jornadas y con un 0-1 de lo más preocupante. Los de Míchel tenían toda la segunda parte para mirar de sacudir el partido y salvar los muebles. No tenía pinta tal como entró el equipo en el campo. Sin ánimo, los de Míchel contemplaron pasivamente cómo Rondón remataba solo, con la cabeza, un servicio de córner para marcar el 0-2. El partido se ponía muy difícil.

Desde la banda, a punto de entrar, Ounahi y Stuani presenciaron el segundo gol visitante. El reto era todavía más complicado, pero con Stuani en el campo, siempre hay más posibilidades. El uruguayo revolucionó el partido a los pocos segundos. Primero, obligó a Escandell a hacer una parada antológica sobre la línea. Y, después, dentro del área, recibió una patada de Costas que hizo intervenir al VAR. Muñiz Ruiz vio penalti en el monitor y Stuani no perdonó, para hacer entrar el Girona en el partido.

Había que aprovechar el impulso del gol. El Oviedo intentaría apagar el ímpetu local con interrupciones constantes. El Girona, aun así, tenía, además de a Stuani y Portu, el talento en el campo con Ounahi y Lemar. El marroquí apareció para tomar la responsabilidad e igualó el marcador con un remate con la derecha espectacular.

Montilivi se lo creía. Había tiempo. Poco, pero había. Suficiente para que Ounahi entrara dentro del área, se deshiciera de tres rivales y forzara otro penalti. Y claro, Stuani no perdonaría para confirmar la remontada y hacer temblar Montilivi. Estaba hecho. Había que resistir solo los ocho minutos de añadido, pero tampoco.

El Girona fue incapaz y encajó el 3-3 en la salida de un córner, en el octavo minuto del añadido. Un jarro de agua fría inmenso para un equipo que no encuentra la manera de respirar y mirar hacia arriba.

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