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Pablo Batalla, historiador del alpinismo: "Todas las causas encuentran en la montaña una forma de reivindicarse"

Su último libro ‘La bandera en la cumbre’ (Ed. Capitán Swing) repasa la historia política del montañismo desde muchas de las vertientes ideológicas modernas

Pablo Batalla, autor del libro 'La Bandera en la Cumbre' durante la entrevista con EL PERIÓDICO.

Pablo Batalla, autor del libro 'La Bandera en la Cumbre' durante la entrevista con EL PERIÓDICO. / RICARD CUGAT / EPC

Begoña González

Begoña González

Barcelona
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La forma más fácil de identificar un movimiento político en la montaña es probablemente con una bandera en la cumbre. Pocos dudarían en calificar la conquista de una cima señalada con un emblema como una acción con un trasfondo ideológico, y más aún en casos en los que, por ejemplo, el patriotismo o el nacionalismo han sido la finalidad última de emprender dicha expedición. Sin embargo, hay muchos otros ejemplos, mucho menos claros que evidencian que la historia del alpinismo ha ido siempre ligada a la historia política.

“No es casualidad que el alpinismo nazca prácticamente a la vez que la propia modernidad. Si consideramos que la modernidad nace en 1789 con la Revolución Francesa, resulta que tan solo tres años antes ocurrió la que se suele considerar la primera expedición alpinista moderna, que es la subida de Jacques Balmat y Michel-Gabriel Paccard al Montblanc en el 86”, afirma el historiador Pablo Batalla. Su último libro ‘La bandera en la cumbre’ (Ed. Capitán Swing) repasa la historia política del montañismo desde muchas de las vertientes ideológicas modernas. 

“Entendemos muchas veces política simplemente como los partidos políticos, pero todo es política en realidad”, afirma el historiador. “Existe el alpinismo animalista, vegano o feminista por ejemplo, y fueron alpinistas también los soldados del imperio, los nazis, liberalistas o nacionalistas. Todas las causas han encontrado siempre en la montaña una forma de reivindicarse. Hacer distinciones de trato con los sherpas, o decidir apostar por las cumbres nacionales son también formas de hacer política”, afirma el experto. 

La montaña más politizada del mundo

Uno de los casos más célebres de política en la cumbre fue quizás la ascensión francesa al Annapurna en 1950. Fue la primera vez que se conquistó un 8.000 y lo hizo una expedición íntegramente francesa que reunió a los mejores alpinistas nacionales bajo las órdenes de Maurice Herzog. Él no era el mejor de los alpinistas, pero sí tenía una ideología nacionalista clara. La expedición fue un drama. Muchos perdieron sus dedos por el frío y pusieron sus vidas en juego para clavar una bandera en la cima por el simple hecho de disfrutar de una gesta patriótica. Tras el ascenso, Louis Lachenal afirmó amargamente que Francia no merecía sus dedos. Y eso también fue política. 

Tres soldados trasladan el cuerpo sin vida de un montañero en el paso Throung La del circuito de Annapurna en 2014.

Tres soldados trasladan el cuerpo sin vida de un montañero en el paso Throung La del circuito de Annapurna en 2014. / MANESH SHRESTHA

Las montañas han servido siempre como escenario amplificador de causas. Desde las gestas más épicas a las ascensiones más comunes han sido y serán siempre un altavoz para causas de todos los colores. Así, ¿podría ser el Everest la montaña más politizada del mundo ahora mismo? Es el símbolo por excelencia, pero absolutamente todas las montañas entrañan un significado para alguna causa. “Ahora hay gente que reivindica que a lo mejor la aventura es renunciar a la aventura, es decir, no coger un avión para ir al otro extremo del mundo, contaminando lo que no está en los escrito, sino hacer un alpinismo de kilómetro cero. Eso también es política”, afirma Batalla. 

“Sin embargo el Everest será siempre un altavoz, y las causas en su cima se amplifican ya sea por ser la más alta o por hacer su ascenso más épico. Hacerlo con oxígeno o sin, llegando al campo base en helicóptero o ascendiendo de una forma más tradicional, considerando a los sherpas trabajadores o miembros de la propia expedición… Todo eso son posicionamientos políticos”, añade. 

Idologías de todos los colores han utilizado la montaña

En ese sentido, quizás sean las ideologías clásicas las más fáciles de identificar en las cumbres, pero no son las únicas que usan los ascensos como forma de reivindicación. “Por ejemplo, me fijé en el alpinismo animalista. No se me ocurría que pudiera haber ahí algo que contar, pensé: ‘alguien habrá subido con su perro a alguna parte’, pero más allá de eso no sé si hay mucho que contar. Y me encontré un montón de alpinistas veganos que suben montañas para demostrar que su alimentación no les debilita o incluso llegué a un debate que yo no conocía sobre el material de alpinismo. O sea, el veganismo no es solo no comer carne, sino que los sacos de dormir y los plumíferos no se hagan con plumas de ganso, que no se eche grasa de caballo en las botas, etc”, añade el historiador. 

“No es que se haga más política en las montañas que en la ciudad, se hace la misma, pero la montaña tiene un componente extremo, todo se magnifica. En las montañas se hace hiperpolítica, todo se lleva al extremo, al límite y además en muchas ocasiones se hace de forma inconsciente con la toma de ciertas decisiones”, añade el historiador.

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