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BARCELONA - GIRONA (2-1)

Araujo, el nuevo delantero centro de Flick, desata la locura en Montjuïc

Un gol del uruguayo en el último minuto regala una victoria alocada al Barça ante el Girona

La contracrónica del Barça-Girona: Toni Fernández, Lamine y Araujo de Alexanko

Dos amarillas y dos cortes de mangas de Flick: "El fútbol es emoción, no iba para nadie"

Araujo celebra el gol de la victoria del Barça ante el Girona.

Araujo celebra el gol de la victoria del Barça ante el Girona. / Jordi Cotrina

Albert Guasch

Albert Guasch

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El Barça de Hansi Flick se ha tornado frágil. El Barça de Flick era sinónimo de fortaleza, de orden, de cohesión y de todas esas propìedades admiradas en un equipo de fútbol. El aura adquirido por el técnico alemán en un entorno hipercrítico resultaba extraordinario. Y merecido. Pero el Barça de Flick ha dejado de ser fiable, en particular en su estructura defensiva. El Barça de Flick ya no deslumbra, pero ganó al Girona en el último minuto con la fuerza del entusiasmo, de la locura y de Ronald Araujo, el delantero centro inventado por él (2-1). 

El Girona pudo haber causado al Barça un destrozo similar al Sevilla. Desarboló la línea adelantada como quiso y se plantó ante Szczesny con una claridad impactante. Pero cayó de rodillas en el último aliento por culpa de un remate del uruguayo en el primer palo a pase de De Jong cuando confiaba en el empate. Araujo llevó al éxtasis a Montjuïc cuando la desesperación había alcanzado al siempre frío técnico germano.

Lamine Yamal felicita a Roland Araujo por el gol ante el Girona.

Lamine Yamal felicita a Roland Araujo por el gol ante el Girona. / Jordi Cotrina

Unos minutos antes Flick había sido expulsado por protestar y con el gol de la victoria soltó dos monumentales cortes de manga. En algo empieza a parecerse a Joan Laporta. Su equipo es ahora un caos, pero al menos este sábado encontró una forma heterodoxa para cantar victoria. Como Laporta, se salvó con un giro inesperado. Butifarras para la posteridad.

El Barça de Flick, en cualquier caso, se ha deshilachado, le han saltado los botones y camina con una pinta desgarbada pese a haber recuperado el liderato momentáneo. Ha entrado en una fase inquietante, no tanto por los resultados -dos derrotas y un triunfo- sino por cómo se presenta en sociedad. Las señas de identidad se han borrado, las que le hacían atractivo. Las lesiones tendrán su peso. Tanto se ha desfigurado que el entrenador alemán acabó por colocar a Araujo arriba, una decisión chirriante que funcionó milagrosamente.  

Pedri, como Messi

Se hizo el dormido el Girona el primer cuarto de hora. Le despertó el gol de Pedri. Hay que hablar de ese gol, el segundo de la temporada del canario. Recibió y como un gato se paseó por la cornisa del área, en un movimiento paralelo a la portería, elegante y sin prisas, y cuando vio hueco, más que disparar, pasó el balón al poste, y adentro, con Gazzaniga de estatua, como medio equipo visitante. Recordó a Messi en aquellos viejos y dulces tiempos de azulgrana.

Pedri festeja el primer gol del Barça en Montjuïc ante el Girona.

Pedri festeja el primer gol del Barça en Montjuïc ante el Girona. / Jordi Cotrina

Entró entonces cafeína en el cuerpo del Girona. Witsel ejecutó una chilena espectacular seis minutos después que igualó el marcador y el viento cambió repentinamente de dirección. Ya no se dejaba hacer el equipo de Michel. De repente, descubrió algo. Descubrió cómo atacar en profundidad a la defensa del Barça. Casi siempre procedente de errores en el medio del campo azulgrana. 

Si no terminó la primera parte con dos o tres goles de ventaja fue porque quiso demostrar al mundo la razón por la que es el segundo equipo menos goleador de la Liga. Vanat, Portu, Bryan Gil y Witsel provocaron cuatro reacciones vehementes de Michel en la banda, al que cabía imaginar con venas hinchadas en el cuello de frustración, ocasiones de las que se tuvo que acordar al final del partido.

Debut de Toni

Toni Fernández, nacido en Rubí y con 17 años recién cumplidos, se estrenó con el primer equipo del Barça en la Liga. Ya jugó la temporada pasada en un partido de Copa ante el Barbastro. No dejó huella. Le pasó un poco como a Dro, diluido en su debut ante la Real Sociedad. 

Flick ejecuta dos cortes de manga tras el gol de Araujo y después de ser expulsado.

Flick ejecuta dos cortes de manga tras el gol de Araujo y después de ser expulsado. / Jordi Cotrina

Flick le colocó de delantero centro y fue como meterle en una cueva. Ahí no pudo mostrar su habilidad como extremo y fue reemplazado en el descanso por un Fermín recuperado que agitó al Barça. Salió a desfogarse tras tres semanas de ausencia. En 11 minutos descargó tres veces la escopeta desde cierta distancia.

No fue suficiente ese ímpetu del andaluz para revertir el marcador enseguida. Ni el de Rashford. Flick actuó con independencia del empate. Puso luces largas al sustituir a Lamine Yamal y Pedri cuando faltaba media hora para el epílogo. Aguardan el Olympiakos y el Madrid a la vuelta de la esquina. Lamine Yamal, en el foco tanto por lo que hace en el campo como fuera, tuvo una participación burbujeante. Buenas acciones mal resueltas. Necesita más tiempo para recuperar la forma.

Curiosamente, sin ellos, el Barça se sintió impulsado por una tramuntana. Duró poco. Y Flick se inventó un nuevo Alexanco en la figura de Ronald Araujo. Más de 10 minutos colocado como delantero centro. Un fascinante viaje al pasado ante las lesiones de Ferran, Lewandowski y Raphinha. Y funcionó, demostrando una vez más que el fútbol es un juego muy loco, muy emocional y muy imprevisible.

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