Andá p'allá, bobo
Ya nadie deja de cenar cuando pierde el Barça

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Es posible, muy posible, bastante probable, que las próximas cinco líneas sean lo último que usted lea de este artículo, que abandonará al considerar que se me ha ido la olla y no tiene sentido seguir leyendo este texto.
Me parecerá bien, está en su derecho. Yo lo único que hago es reflejar una sensación que tengo, que no porque la escriba yo es cierta, pero a la que he llegado después de muchos días, semanas, meses y años de mandato, amiguismo, chapuzas, arreglos, comisiones y lamentable gobernanza del FC Barcelona, a cargo de Joan Laporta, Alejandro Echevarría (no sé si colocar al cuñadísimo por delante del presidente), Rafa Yuste, que, por suerte ¿para quién? no se ha ido a Arabia, Ferran Olivé y, desde hace poco, Manel Del Río, aquel CEO (¿CEO, en serio?), Director General (¿Director General, en serio?), que Laporta dijo no necesitar “porque el único que tiene el club en su cabeza soy yo”.
Hace muchos años, cuando el Barça era el Barça, cuando los sentimientos hacia el ‘més que un club’ eran, eso, sentimientos, vinculación, en el mundo culé, en el entorno barcelonista, entre los enfermos azulgranas, habían dos sentencias más o menos creíbles, no, no, ciertas o, como dicen los italianos, “se non è vero, è ben trobato”.
La estrategia de alejar a los socios varios años lejos del Camp Nou, ha permitido a Joan Laporta y su séquito gobernar sin contestación en las gradas. En otras épocas, tal vez hubiese aparecido alguna pancarta como aquella histórica de "Maria Lluïsa, porta'l al cine".
Una era que de los más de seis millones de catalanes (ahora ya somos 8.113.490), tres millones de ellos (ahora ya serían, al menos, cinco) no se iban a dormir sin saber qué había hecho el Barça, insisto, fuesen o no unos enfermos seguidores del equipo. Y, dos, que buena parte de ellos se iban a la cama sin cenar cuando el equipo perdía.
Nada de eso ocurre ya. La desafección de los seguidores, ya no digamos los socios, ya ni les cuento los que aún se consideran dueños del club, ha llegado a tal extremo que, por la escasa respuesta e inquietud de la masa social azulgrana ante los desastres que está protagonizando Laporta y su séquito, uno tras otro y a cual más esperpéntico, el ‘soci’ pasa de todo, lo que podremos comprobar muy pronto, el próximo domingo, cuando Laporta, Olivé, Del Río, Cubells, claro, con su prodigiosa mano izquierda para dirigir la asamblea de compromisarios o, de nuevo, cuando aparezca en la oscuridad el ‘chaquetas’, Xavier Sala i Martín, para sacar adelante un cónclave donde se aprobarán las cuentas, de nuevo, con déficit.

Aficionados del Barça llegando al estadio Olímpic antes de un partido de las últimas temporadas, en Barcelona. / JORDI COTRINA
Si escribes en IA “quedarse sin cenar cuando pierde el Barça”, te contesta inmediatamente: “No se recomienda dejar de cenar por haber visto perder al Barça, ya que saltarse una comida puede ser perjudicial para la salud, ralentizar el metabolismo y ni siquiera es una buena estrategia para adelgazar. En lugar de eso, es mejor optar por una cena ligera”.
Hoy en día, me temo, es muy fácil conseguir el móvil de todo el mundo. Tal vez por eso me llegó ayer un mensaje de whatsapp con una reflexión de uno de los más veteranos socios del Barça (hasta me dio su número y nombre, claro). La reflexión consistía en señalar que la nula respuesta de los socios al escándalo destapado por la SER sobre cómo fue escogida Limak para realizar la reconstrucción del Camp Nou, “demuestra el estado catatónico y anestesiado en el que se encuentra la masa social del Barça. No hemos sido anestesiados, no, hemos sido asesinados, aniquilados, supongo que por orden de los prestamistas”.
Ustedes, como yo, habrán hablado con muchos socios para debatir sobre los motivos por los que la masa social del Barça ha dejado de lado su sentimental, amorosa y pasional relación con el club. Cada uno tiene su explicación, pero todos se mueven, más o menos, en señalar desde el exilio en Montjuïc hasta la incapacidad de poder poner freno a la desastrosa, manipuladora y comisionista manera de llevar el club de Laporta.
Hasta el nuevo propietario del RCD Espanyol, el estadounidense Alan Pace, se ha dado cuenta ya de que el FCBarcelona ha caído en manos de los turistas, que se dedica a celebrar, haciendo la ola, los empates en Montjuïc.
Hay incluso quien defiende que la maniobra de alejar al socio del Camp Nou durante años, preparando hábilmente (aunque lloren) un exilio doloroso en Montjuïc, es una clara estrategia para poder actuar, hacer y gobernar como les dé la gana sin posibilidad de contestación global.
Cuántos socios aseguran (y habrá que creerles) que si los socios hubiesen seguido acudiendo al Camp Nou, en determinados momentos del caos en que felizmente se desenvuelve Laporta, hubieran habido protestas, alguna petición de dimisión y hasta alguna que otra pancarta en plan “Maria Lluïsa, porta’l al cine”, de la época nuñista, aunque Laporta reconoció, en TV3, que ahora no tenía pareja.
Ellos saben perfectamente, repito, aunque hagan ver que están desesperados por no poder regresar ¡ya! al Camp Nou, que la hábil jugada de desterrar al socio a la ‘montaña mágica’ ha silenciado la contestación. Es más, hasta el estadounidense Alan Pace, nuevo propietario del RCD Espanyol, se ha dado cuenta de que el Barça ha caído en manos de los turistas, que se dedican a hacer la ola incluso con un empate.
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