Opinión | Apunte
Aquellos maravillosos años

Johan Cruyff con Josep Lluís Núñez. / JORDI COTRINA
Agradecida y emocionada, que diría aquella. Llena de orgullo y satisfacción, que diría aquel. Me estreno hoy como columnista de este diario 40 años después de hacerlo en esta bendita profesión. Si sitúo la acción allá por 1985 y la conjugo en clave Barça, una aterrizó cuando el equipo masculino acababa de ganar una Liga con Terry Venables como entrenador y Archibald como rutilante estrella goleadora. Especifico aposta lo del género porque, en aquellos tiempos, el fútbol femenino se traducía en partidos de misses para recaudar fondos y poco más. Imaginar lo conseguido a fecha de hoy era una entelequia, un imposible incluso para las poquísimas que habían logrado subir un escalón. Dicho esto, aún echo de menos que presidentes y directivos de allá y de aquí se den golpes en el pecho por ellas. Que presuman. Que se llenen la boca de loas. Que aparquen ciertas chanzas que aún se escuchan en algunos corrillos. Que apuesten de verdad. Y no pierdo la esperanza porque las futbolistas me empujan a creer.
Los periodistas teníamos entonces una relación mucho más cercana con jugadores y staff técnico. Los llamabas a su casa y descolgaban el teléfono. Te tomabas un café en la bolera al lado del Camp Nou y apuntabas lo que te contaban en unos folios reciclados que te regalaba Jose, el impagable guardián del vestuario. Lo de los agentes, equipos de comunicación y estilistas es cosa del siglo XXI. Por no hablar de los viajes, en los que compartíamos avión con plantilla y directivos. Se fumaba a partir de la fila 15 y ello incluye algunos de los anteriormente mencionados. Organizaba los desplazamientos la agencia Viajes Marina cuyo propietario daba nombre al chascarrillo “Viajes Tamayo, sales en abril y llegas en mayo”. Cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor pero sí bastante más divertido.
Cuando, como este domingo, llegaba la Asamblea de Compromisarios ya sabías que con Josep Lluís Núñez no irías escasa de contenido. Con 22 años al mando del club le dio tiempo a casi todo excepto a cumplir su sueño como constructor que era: levantar un estadio nuevo. No tengo pruebas ni tampoco dudas que nos hubiéramos ahorrado el caos del retorno. Pero en 2025 el barcelonismo anda escaso de espíritu crítico y sobrado de paciencia. Vivir para ver.
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