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Andá p'allá, bobo

¿En serio ningún barcelonista va a pedir que dimitan y convoquen elecciones?

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, apareció el domingo, bueno, el lunes, pues ya era madrugada, en el programa ‘Bestial’, de Bibana Ballbè para ayudarle a remontar el vuelo después de su desastroso, dicen, inicio de temporada en TV3.

Laporta dijo que le encantaba ser presidente, cómo no, y contó que el presidente del Barça siempre tiene que decir la verdad. ¡Uf!, tremendo, tratándose de Laporta y de todo lo que estamos viviendo últimamente y no me refiero, no, a las veces que nos ha engañado con la fecha de regreso al Spotify Camp Nou. No. O sí, mira, sí.

El máximo mandatario culé, entre risas y ese estilo tan campechano que le hizo recoger, sin problema alguno, bueno sí, prometiendo renovar a Leo Messi, 30.184 votos para arrollar en las últimas elecciones, también dijo que se movía bien en el caos, que lo tenía controlado, vamos, que casi le encantaba.

Caótico retraso

Y, pocas horas después, el magnífico equipo de investigación de programa de la SER de Barcelona ‘Què T’Hi Jugues’, que ya destapó los pagos azulgranas al vicepresidente de los árbitros Enríquez Negreira, informó del caos, eso, del caso, en que se había convertido, como todo el mundo sospechaba pero no tenía pruebas, la elección de la constructora turca Limak para construir, más que reconstruir, el Espai Barça, especialmente el Spotify Camp Nou.

Lo denunciado, lo explicado, lo probado, lo expuesto, lo examinado y demostrado por los chicos rebeldes de Sique Rodríguez es puro caos, por descontado, pero espectacular, brutal y, sí, como el programa de Bibana, bestial. No tiene otra definición, bueno, sí, escandaloso, un adjetivo que le viene como anillo al dedo al Barça de Joan Laporta, para quien, sin duda, todo se hizo como se debía hacer, es decir, saltándose todas las normas habidas y por haber para que, al final, la constructora escogida, que fue la que peor nota (de mucho) recibió de los expertos, fuese Limak, la más amiga de todas, la misma que lleva 319 días de retraso en la entrega de la obra y ni siquiera tenía dinero para empezarla.

Joan Laporta tuvo el desparpajo de afirmar, en TV3, que "el presidente del Barça no debe mentir" y, a continuación, asegurar que se maneja muy bien en el caos. Pocas horas después, la SER destapaba el caos de la elección de Limak como constructora del Spotify Camp Nou.

Yo, la verdad, pagaría dinero, el que no tengo, por saber, en estos momentos, qué piensa Rafael del Pino Calvo-Sotelo, presidente de Ferrovial, una de las grandes, inmensas, constructoras perdedoras del (supuesto) concurso que abrió el Barça para decidir la empresa que se haría cargo del ‘estadi’, tras leer la información detallada expuesta por la SER sobre cómo le engañaron y cómo perdió, escandalosamente, la posibilidad de reconstruir el Camp Nou.

Es posible, bueno, seguro, que el señor Del Pino Calvo-Sotelo ni siquiera se plantea (para qué, pensará) recopilar la información de la SER e irse a un juzgado. Imposible, cierto. Pero ¿no debería hacerlo algún socio, perdón, propietario del FC Barcelona, después de comprobar y estar más que demostrado la enorme manipulación que hizo la directiva azulgrana para que la peor constructora ganase el concurso?

Leyendo lo que hemos leído ¿alguien, como así ha ocurrido, se puede atrever a señalar, a culpar, al Ayuntamiento de Barcelona de que el Barça no esté ya jugando en el ‘estadi’? ¿Cómo se puede atrever Laporta y su séquito a organizar semejante campaña cuando, ahora, la SER acaba de demostrar el caos y la negligencia que supuso escoger a Limak, que todavía está empantanada en la obra y necesitando del auxilio de constructoras menores para acabar (parte) del Spotify?

Joan Laporta y Bibana Ballbé, en 'Bestial', de TV3.

Joan Laporta y Bibana Ballbé, en 'Bestial', de TV3. / TV3

Para qué quería Joan Laporta y, muy especialmente, sus amigos Lluís Moya y Joan Sentelles, responsables de la decisión, el asesoramiento de un comité de expertos formado por ingenieros, arquitectos, planificadores, diseñadores y financieros que saben un millón de veces más sobre lo que iban a decidir Moya y Sentelles, por cierto, salpicado también por la desaparición del Reus Deportivo, si, luego, harían lo que les diese la gana.

El Barça de Laporta tiene un comité de expertos a los que no hace caso. Tiene un entrenador que decide no poner en el equipo titular a Lamine Yamal, porque ha llegado tarde a un entrenamiento, pero, luego, se deja convencer por Deco y Alejandro Echevarría para sea titular.

Dormir tranquilos

El Barça tiene un ‘compliance’ al que le parece normal que un proveedor del club (ISL) ingrese 350.000 euros en una cuenta de los directivos para que puedan pagar los intereses del aval. El Barça lleva 26 años ¡26 años! unida a la compañía Nike, pero sus ejecutivos, sus altos ejecutivos, sus cualificados profesionales, no son capaces de alcanzar un acuerdo con los norteamericanos y necesitan un intermediario, que cobra decenas de millones de euros, para firmar la renovación del contrato.

La lista del caos es interminable, pero aquí no pasa nada. Ni nadie, no ya la oposición, repito, ni siquiera, ya verán, el señor Del Pino Calvo-Sotelo, levantará la voz. ¿En serio nadie va a pedir la dimisión de Joan Laporta y la inmediata convocatoria de elecciones? Vale, para que las vuelva a ganar de calle, venga, pero, como poco, para que sepamos y comprobemos que el socio azulgrana ha decidido ser cómplice (está bastante probado, sí) de todo este caos y de todas y cada una de las irregularidades que permiten la supervivencia de Laporta y su séquito, que no solo hace perder la credibilidad a Flick ante su plantilla sino que convierte un concurso de una obra de cientos y cientos de millones de euros en un juego de intereses, sagazmente descubierto por los niños rebeldes de ‘Què T’hi Jugues’. Ellos sí apagan la luz de su mesita de noche orgullosos de haber cumplido con su deber. No sé si Moya y Sentelles duermen tan tranquilos.

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