Andá p'allá, bobo
Laporta ni abandona a Florentino ni abraza a Al-Khelaifi (de momento)

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Se conoce como instinto de supervivencia. Otros le denominan populismo y propaganda. Otros, pillería o, simplemente, haber vivido, habitado, medrado y extraído todo y más del fútbol, un escenario, un deporte, perdón, un negocio, tremendamente propicio para este tipo de personajes, solo hay que echarle un ojo a la historia, incluso a la historia del FC Barcelona, para darse cuenta de que solo en la política y en el fútbol existen personajes así.
Joan Laporta, presidente del Barça, acaba de protagonizar otro ‘más difícil todavía’ y, de nuevo, ha realizado un triple salto mortal sin red y, al parecer, por lo ufano y orgulloso que regresó de su viaje relámpago a Roma, cómo no acompañado de su escudero Rafael Yuste, ha caído otra vez de pie.
Antes de seguir con esta reflexión, estaría bien, sería oportuno, que para entender esta nueva pirueta protagonizada por el presidente azulgrana, tuviésemos en cuenta que, pese a que todos los voceros presidenciales le han dado ya como ganador de su pulso no se sabe bien con y contra quién, bueno, puede ser, “¡contra todos y contra todo!”, no olvidemos, como recuerdan desde la compañía A22, promotora de la Superliga, que el señor Laporta ni se ha salido del proyecto de la Superliga y ni siquiera, por más abrazos que se diera en Roma con el catarí Nasser Al-Khelaifi, dueño del PSG y cabecilla de la nueva European Footbal Clubs (EFC), antigua Asociación Europea de Clubs (ECA), ha decidido (aún) regresar a esa asociación.

Joan Laporta, Nasser al-Khelaïfi y Aleksander Ceferin. / JORDI COTRINA
Es decir, como siempre, Laporta continúa en el alambre, que es donde mejor se mueve hasta que, tal vez, un día se caiga definitivamente. Desde la A22, compañía fundada por el banquero francés de origen marroquí Anas Laghrari, el amigo de los dineros que Florentino Pérez le prestó a Laporta para que le encontrase inversores y bancos que le prestasen los 1.500 millones de euros para financiar el Espai Barça, siempre han tolerado que Laporta se convirtiese en algo así como el negociador con la UEFA de un posible pacto con la Superliga, pero poco más.
Miami, Spotify, la multa...
Tanto A22 como Laghrari como, por descontado, el propio Florentino Pérez, impulsor único de la Superliga, son perfectamente conscientes de que Laporta ha utilizado para solucionar sus problemas domésticos, sus pleitos con la UEFA y sus enormes necesidades económicas, su papel de mediador ante el máximo organismo europeo, que debía autorizar el negocio del Villarreal-Barça de Miami, el encaje de la chapuza del Spotify Camp Nou en el calendario de la actual Champions y, por descontado, la elevada multa de 60 millones de euros por irregularidades en las cuentas, que aún está vigente, máxime después de conocer el último balance deficitario que presentará el ‘més que un club’.
Ni Florentino Pérez, ni Anas Laghrari, que se ha reunido varias veces, este sí como auténtico representante de A22 y la Superliga, con Theodore Theodoridis, secretario general de la UEFA, se fiaron nunca de Laporta. Si de alguien teme algo el ‘ser superior’ es de Javier Tebas, presidente de LaLiga, que ha pasado a ser vicepresidente de la Federación Española y, por tanto, con acceso a los árbitros, colectivo al que Florentino teme y mucho.
La Superliga y la compañía A22, su promotora, toleran que Joan Laporta ejerza de negociador con la UEFA aunque sospechen que, a menudo, ese acercamiento también lo utilice el presidente azulgrana para solucionar sus problemas con el máximo organismo europeo.
Florentino hace mucho que no espera nada de Laporta y ni siquiera está arrepentido de haberle prestado a Laghrari, al fin y al cabo, esto es un negocio y grande. La amistad (y dependencia) que Laporta tiene de Tebas, sí le inquieta a Florentino, que piensa que la enorme fragilidad del Barça, para algunos en quiebra técnica y, por tanto, con nula independencia económica, no es, de momento, un rival a tener en cuenta en los grandes escenarios futbolísticos o del negocio del balón.
Florentino, que ve con mala cara que Laporta sea ahora tan amigo de Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, y de Nasser Al-Khelaifi, dos personajes con los que el ‘ser superior’ está enemistado, cree que los movimientos, los cambios de criterio y amistades del presidente azulgrana se deben más a su delicada situación frente a determinado barcelonismo, que a un auténtico deseo de abofetearle públicamente, rechazando, repito, un proyecto al que Laporta aún está atado.
Ganar tiempo
Las numerosas críticas que ha recibido Laporta, entre los barcelonistas, por acabar en los brazos de Florentino para sacar adelante el préstamo del Espai Barça, la proximidad de la asamblea de socios-compromisarios, la presentación, por segundo año consecutivo, de un balance con déficit, los incumplimientos de plazos y el ridículo provocado por las obras interminables del Sportify Camp Nou, los anuncios jamás cumplidos y, tal vez, la crisis deportiva que, sorprendentemente, está atravesando el equipo del intocable Hansi Flick, podrían ser, son, suficientes argumentos para crear esta magnífica y llamativa cortina de humo con la que conseguir lo de siempre: tiempo. “Qui dia passa, any empeny”.

Florentino Pérez y Joan Laporta, presidentes de Real Madrid y Barcelona. / Afp
Quienes conocen bien, muy bien, a Florentino Pérez, que, en la última asamblea de socios del Real Madrid defendió la ‘amistad’ y relación con el Barça “porque, aunque el Madrid sea el club más grande del mundo, nos va bien ir a algunos sitios acompañados del Barça”, creen que el ‘ser superior’ jamás, nunca, esperó nada de Laporta. Y quienes mantienen la llama de la Superliga, especialmente la compañía A22 del tan cacareado Anas Laghrari, negocian directamente, al margen del presidente azulgrana, con el secretario general de la UEFA.
Nadie niega, en el seno de la Superliga, que el desenlace más lógico de este pulso, por cierto, con todas las leyes y dictámenes a favor del proyecto impulsado por el presidente del Real Madrid, será un pacto, un acuerdo, entre A22 y UEFA. De momento, lo que no se le puede negar a Pérez y Laghrari es que consiguieron que la UEFA cambiase el formato de la Champions y repartiese muchísimo más dinero del que repartía. Ahora solo les falta lograr más duelos entre los grandes clubs europeos y, por tanto, aún más dinero a repartir.
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