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La industria del deporte

¿Quién ha perdido qué?, por Marc Menchén

En España, el negocio audiovisual deportivo ronda los 1.900 millones de euros anuales

Casadó y Raphinha se felicitan por uno de los goles del Barça al Valencia.

Casadó y Raphinha se felicitan por uno de los goles del Barça al Valencia. / Dani Barbeito / SPO

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En días tontos en los que hay apertura tenders audiovisuales, uno se imagina a Juan y Medio en medio de la sala abriendo ofertas. Solo que aquí no gana el que más se acerca al valor real, sino el que más está dispuesto a subirlo confiando en que sabrá exprimirlo. Así se decide quién se lleva la exclusiva de tal o cual competición. Pero en realidad, hace tiempo que aquí ya no es tanto la competición quien decide cuál es el precio justo, sino plataformas como Movistar Plus+ y DAZN, que tras una década de inversiones ya empiezan a ver el retorno de las cosas. Y eso implica que en ocasiones ya no es cuestión de perder, sino de no querer renovar a cualquier precio.

En la actualidad, en Europa ya sólo el fútbol masculino puede generar situaciones en las que un operador pierde unos derechos porque otro ha ofrecido “un poco más”. Lo que estamos viendo, tras más de una década de maduración del mercado de la televisión de pago, es que cada plataforma ya tiene clarísimo qué competiciones le funcionan. Y, más importante aún, qué retorno real puede obtener por cada euro invertido, ya sea en suscriptores o en publicidad.

En España, el negocio audiovisual deportivo ronda los 1.900 millones de euros anuales. Y en este escenario, Telefónica ha sido históricamente el gran motor, pero también ha aprendido a base de ciclos y apuestas a futuro qué deportes tiran de la demanda. Hoy sabe qué contenidos traen abonados y cuánto está dispuesta a pagar sin perder dinero.

¿Conclusión? Que en su modelo actual no entra el “toco todo”. Su apuesta se concentra en LaLiga y la Champions League -son casi 1.000 millones al año-, imprescindibles para captar a cualquier aficionado de Real Madrid, Barça o Atleti, entre otros. Ahí sí podemos anticipar que echará el resto. Todo lo demás, premium o no, son complementos que no mueven su aguja de la escalabilidad.

Y ese será el verdadero campo de batalla en los próximos meses. LaLiga y UEFA deben sacar pronto sus licitaciones en España, y todo apunta a que ahí es donde Movistar Plus+ y DAZN irán con todo. Una pugna en el horizonte que ayuda a entender lo que ha pasado estas últimas semanas.

Porque esto no va de perder derechos. Va de priorizar lo que tiene encaje estratégico. Telefónica decidió que tocaba pagar menos por la ACB y la NBA, pero reforzó su apuesta por la Euroliga, clave para consolidar su atractivo entre los fans blaugranas y merengues.

DAZN, a falta del jackpot futbolístico completo, ha tirado por el camino del nicho con volumen. Empezó con Fórmula 1 y MotoGP, y ahora va a por la canasta (Liga Endesa + parte de la NBA) y al corazón del fan USA: NFL, Nascar, basket universitario… Cada uno juega su partida. Pero ya nadie juega a todo.

Más capital al RCD Mallorca

Hay clubes de LaLiga que no quieren descolgarse de la zona alta y, como mínimo, tener las armas necesarias para garantizar su plaza en Primera División. Es el caso del RCD Mallorca, que esta semana ha anunciado una ampliación de capital de 8,6 millones de euros. La inyección, ya comprometida durante el verano, es la que le ha servido para poder mantener el bloque del año pasado y dar la campanada en los últimos días del mercado con los fichajes de Pablo Torre y Jan Virgili, ambos procedentes del FC Barcelona.

Los baleares, uno de los primeros que se abrió al capital estadounidense en LaLiga, ha cumplido un ciclo inversor de cinco años que ayuda a entender su nueva situación, muy alejada de aquel equipo al borde del concurso de acreedores que deambulaba entre Segunda División y, momentáneamente, en Primera Federación. Hoy, el conjunto bermellón ya ha completado la transformación de su estadio y ciudad deportiva, con la ambición de entrar pronto en el top ten de Primera.

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