Opinión | Apunte

Francisco Cabezas

Francisco Cabezas

Jefe de Deportes de EL PERIÓDICO

Nico Williams y un bochorno absoluto

Nico Williams dibuja un corazón en un partido con el Athletic.

Nico Williams dibuja un corazón en un partido con el Athletic. / Europa Press

A mediados del pasado mes de abril, en uno de aquellos ágapes en los que Joan Laporta se gusta de lo lindo, el presidente del Barça se mostraba firme mientras alzaba el mentón. Podía reír y soltar chascarrillos, pero cuando hablaba de Nico Williams, el gesto cambiaba. El extremo del Athletic, en ningún caso, podía ser una opción para su club. Hace un año, Nico ya le había dado la espalda y el mandatario, que es orgulloso como pocos, no quería olvidar aquello. Laporta no se fiaba y no tenía inconveniente alguno en proclamarlo a los cuatro vientos. Si había que fichar un delantero, cualquiera menos Nico.

Todo pareció cambiar una vez acabada la temporada, por mucho que Deco, director deportivo azulgrana, tuviera entre ceja y ceja que quien debía reforzar el ataque azulgrana era Luis Díaz. Ya fuera por su dualidad como extremo y ariete. Ya fuera porque intuía que convertir el vestuario del Barça en un camerino de coleguitas podía traer algún problema. Por mucho que la dupla Nico-Lamine, campeona de la Eurocopa con la selección española, permitiera salivar con un producto futbolístico y mercadotécnico difícil de igualar.

Pero los dirigentes del Barça se dejaron enredar. Lamine, nuevo pantocrátor del club, apretaba de la mejor manera que podía hacerlo, por redes sociales. Y Nico no tuvo inconveniente alguno en lanzar a sus agentes a negociar un futuro conjunto que el Barça llegó a dar por hecho.

Si bien es cierto que los representantes de Nico Williams, faltaría más, estaban en su derecho de reclamar cláusulas liberatorias en el caso de que el Barcelona tuviera problemas para inscribirlo -los precedentes con Dani Olmo o Koundé invitaban a la extrema prudencia-, también lo es que, a 4 de julio, con todo el verano por delante, Laporta habría tenido tiempo suficiente para sacar sus habituales conejos de la chistera para ajustarse al 'fair play' financiero. Más ahora que le sobran aliados en todos los frentes.

Hubo un día en que Griezmann se rio del Barça de Bartomeu (no una, sino dos veces), pero también del Atlético, cuando jugó con las aficiones y los dirigentes de ambos clubes con aquel documental producido por Piqué llamado La Decisión. Nico Williams ha necesitado sentirse del Barça durante tres semanas. Un amor de verano que ha acabado con el futbolista renovando para media vida, y pintando una declaración de amor por el Athletic en una pared con un spray, no con una tiza como hacíamos nosotros cuando éramos críos. Era el mismo muro donde los vándalos le habían declarado su odio.

La escena sirve como colofón de un bochorno absoluto. Algo ya habitual en una jungla en la que futbolistas, agentes, dirigentes y periodistas retozan en la mentira ante la mirada de unos aficionados que son los que siguen pagando la fiesta.

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