Andà p'alla, bobo

El Cholo no lo sabe, o sí, pero el Atlético sufre "secuestro emocional"

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas / ·

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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El Atletico ya está de vacaciones, por lo visto en el primer partido del Mundial de Clubs ‘made in USA’ frente al campeón PSG, más bien pareció que había ido de vacaciones a Los Ángeles o donde fuera que se jugaba ese partido. Perdonen, pero me interesa muy poco.

Solo dos equipos, de las decenas y decenas de clubs que han acudido a la llamada del dinero del consorcio FIFA-EEUU, no ficharon antes de desplazarse a las Américas. Uno, fue el Atlético, que regateó hasta perderlo (de momento) el extraordinario fichaje de Álex Baena, excelente cerebro futbolístico. Cuentan que lo rechazaron por cinco millones de euros.

Iban a ganar

Vale, sí, el equipo de Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo (no toda la culpa es del Cholo Simeone) no está ya de vacaciones por no haber fichado, pero esa decisión, ese regateo, es una nueva demostración de que los colchoneros, desde Simeone al capitán Koke, mienten mucho, tanto como para asegurar, antes de subirse al avión, que iban a intentar ganar el Mundial. Tela. Llevaban más de dos meses preparándolo.

Yo, que no soy nadie, creo que hace ya mucho tiempo que el proyecto del Cholo está finiquitado, que el Atlético debería atreverse a cambiar de técnico. Miren, lo que ha hecho Simeone es para que el estadio lleve su nombre y el escudo un asterisco con su cara. Ahora, homenaje y a otra cosa.

El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone.

El entrenador del Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone. / Reuters

Este Atlético, incluso la plantilla que tiene en estos momentos (en verano se gastaron 200 millones de euros), debe jugar mejor, debe jugar a algo, debe ser atrevido, valiente y perder tras haber arriesgado no tras haberse asustado cuando estaba ganando 1-0 o 0-1. Esta plantilla merece un entrenador de altura y hasta el club, pues, seguro, que le saldría mucho más barato, pues nadie cobra lo que cobra Simeone, nadie.

El otro día oí a alguien decir una frase, dos palabras, magistrales: “El Atlético, su dueño, su presidente y la afición sufren lo que se llama un ‘secuestro emocional’. ¡Caray!, secuestro emocional, que bien encontrado.

Miedo al futuro

Y llamé a mi amigo Miquel Roca, uno de los mejores psiquiatras que hay en España. Y como es un experto futbolístico (es amigo de Llorenç Serra Ferrer, así que no es extraño), no tuve necesidad de explicarle nada, claro. “Me parece una gran definición, sí”, me comentó Roca. “Es lo que científica o medicamente llamamos ‘secuestro de la amigdala’, por el nombre de la parte del cerebro, la amígdala cerebral, que procesa, hace balance, de las emociones, recuerdos, futuro, miedo y respuesta a estímulos amenazantes”.

El ‘secuestro emocional’ (por parte del Cholo, claro) que sufre el Atlético en general (dicen que hay muchos socios y simpatizantes que están cansados del Cholo, pero no se atreven a verbalizarlo, a exteriolizarlo) consiste en eso, en el miedo a que lo que venga, el que venga, tampoco sepa sacarle el mejor partido a esta plantilla, que tiene calidad.

Hay quien piensa, con razón, que el Cholo Simeone tiene el trabajo más fácil del mundo: colocar al Atlético tercero de LaLiga española. Eso, con la plantilla que tienen los colchoneros, lo conseguiría cualquier otro entrenador y, a lo mejor, jugarían hasta mejor a fútbol.

Es decir, no cambian porque temen el futuro y creen que el Cholo siempre les garantiza el premio de la Champions. El problema (y lo voy a decir pronto y bien) es que el Cholo tiene el trabajo más fácil y cómodo del mundo: clasificar al Atlético tercero, tan fácil que, con el equipo que tiene y tal y como están los otros 17 equipos españoles, es imposible acabar cuarto de La Liga. Imposible.

Es evidente que el dueño, Miguel Ángel Gil Marín, no se atreverá a nada hasta que el pueblo rojiblanco no baje el dedo en el Metropolitano, cosa, repito, que no ocurrirá en la vida. Nunca.

Están secuestrados emocionalmente y no saben que si apostasen por otro gran entrenador, menos gastado, con un discurso, proyecto, preparación, ambición y colaboradores más modernos, más agresivos, como poco, seguirían donde están, nunca más abajo. Es imposible.

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