A 350 KMS/H.

Davide Tardozzi, usted sí es un auténtico señor, gracias

A 350 Km/h con Emilio Pérez de Rozas

A 350 Km/h con Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Déjenme que les cuente esta historia que, posiblemente, ya conozcan, porque no es (solo) una historia deportiva. Es más, ni siquiera es una anécdota. Es mucho más que eso, es una historia que tiene que ver con la intolerancia, la injusticia, la incomprensión, por descontado con la educación y, también, sí, claro, con las buenas costumbres y maneras, tan fáciles de perder en el deporte.

El catalán Marc Márquez Alentá, de 32 años, renacido tras cuatro años de sufrimiento que ninguno de nosotros le desearía a su peor enemigo, vuelve a ser el rey, casi invencible, de MotoGP. Y ayer, en Mugello, la casa del italiano Francesco ‘Pecco’ Bagnaia, tricampeón del mundo, arrolló, de nuevo (ha ganado 12 de las 17 carreras que se han disputado este año) y, en la entrega de medallas, una parte del público pitó y abucheó al ocho veces campeón del mundo.

Fue tan vergonzosa la situación que el italiano Davide Tardozzi, expiloto y actual Team Manager del equipo Ducati Lenovo, abandonó la celebración y se enfrentó al público, blandiendo el rojo de su camiseta, golpeándose el corazón y gritándole al respetable, bueno, al poco respetable, que dejase de ser maleducado.

Davide Tardozzi considera que el resurgimiento físico, mental y deportivo de un herido y maltrecho Marc Márquez merece el respeto y admiración del mundo de las motos y esa es la razón por la que el Team Manager italiano mandó callar a los 'tifosi'

“¡Cállense, por Dios! ¡Este chico es rojo!”, les dijo Tardozzi. Miren, pudo haber salido Claudio Domenicali, CEO de Ducati, que estaba allí, pero puede que se lo impidiera su rango. Pudo haber aparecido Gigi Dall’Igna, el ‘gurú’ y creador, a nivel técnico, del imperio Ducati, pero él no se mete en esos líos. Y pudo haber surgido Mauro Grassilli, Director Deportivo de Ducati Corse, pero acaba de llegar, demasiado nuevo para estos menesteres.

Fue don Davide, el señor Tardozzi, quien dio la cara. Miren, en Mugello se comentaron infinidad de motivos por los que Tardozzi, no solo defendió a su piloto (ahora estrella, líder destacadísimo del campeonato y futuro campeón del mundo de MotoGP) sino que trató de dar una lección de educación y urbanidad a los ‘tifosi’.

Cuentan que Tardozzi es un hombre, por más ejecutivo que sea, de sangre caliente. Por descontado de sangre roja, roja Ducati. Tal vez lo hiciese por su país, para que muchos no pensasen que todos los italianos son así de rencorosos y vengativos. MM93 acabó, en la pista, con Valentino Rossi y, ahora, hace tambalear el pedestal de Bagnaia. Sin duda, Tardozzi lo hizo por su equipo. También por el deporte.

David Tardozzi, jefe de Ducati Corse, junto a Marc Márquez, hoy, en Madonna di Campiglio.

David Tardozzi, jefe de Ducati Corse, junto a Marc Márquez, hoy, en Madonna di Campiglio. / INSTAGRAM DE MARC MÁRQUEZ

Pero, sobre todo, lo hizo porque consideró que si alguien merece ser aplaudido es Marc Márquez Alentá. Tardozzi fue el primer ‘ducatista’, ¡el primero!, que pensó que Marc era el piloto ideal para relanzar a Ducati en esta década. Nadie en todo el ‘paddock’ se enamoró del pundonor, la velocidad, la personalidad, la sabiduría, el coraje, el pilotaje, simpatía e inteligencia de Marc, como Davide Tardozzi, que hizo lo posible y lo imposible (descartar, en el último segundo, a ‘Martinator’) para que Marc fuese el siguiente campeón de rojo.

Pero es que hay más, mucho más. Tardozzi se enfrentó a parte de esos ‘tifosi’ porque lo que está haciendo Marc con la Ducati es digno de admiración, no de abucheos, sea catalán, sea el verdugo (deportivo) del ‘Doctor’ o quien le está moviendo la silla a un despistado Bagnaia, que ha perdido el rumbo.

"He oído pitos, sí, pero también muchos aplausos". Marc Márquez, que forzó la jubilación de Valentino Rossi y, ahora, se impone a 'Pecco' Bagnaia, se tomó con enorme filosofía el abucheo de los 'tifosi', intuyendo que iba a pasar.

Y, además, si algo piensa la cúpula de Ducati, toda Ducati, incluido Domenicali, es que la fábrica de Borgo Panigale, Italia entera, el Mundial, el deporte, le debe admiración eterna a Marc Márquez Alentá por haberse reconstruído y sacrificado durante cuatro años interminables, con operaciones, dolor y recuperaciones infinitas para volver como el Ave Fénix, renacer de sus cenizas (nunca mejor dicho, pues en la clínica Mayo de EEUU le hicieron polvo el húmero derecho y se lo reconstruyeron de nuevo en el quirófano) y deleitar a la afición de todo el mundo, sí, con carreras como la de ayer o mejores, mucho mejores.

Uno solo de estos motivos pudo ser suficientes para empujar al bueno y caballeroso Tardozzi a mandar callar a los aficionados italianos rebeldes y/o ‘rossistas’. Uno solo, tal vez, pero estoy convencido que fueron todos juntos y alguno más, lo que hizo que el Team Manager de Borgo Panigale saliese disparado hacia la tribuna y reclamase un poquito de por favor, educación y justicia para MM93, que, repito, se lo ha ganado a pulso.

Marc Márquez saluda al equipo Ducati Lenovo tras ganar, ayer, la carrera al 'sprint' de Mugello.

Marc Márquez saluda al equipo Ducati Lenovo tras ganar, ayer, la carrera al 'sprint' de Mugello. / DUCATI CORSE

Hay quien dice que no hay nadie más rojo que Tardozzi. Bueno, sí, dicen que Domenicali lo es. No mucho más, no. El CEO de Ducati, que llevaba una pegatina en su coche de ‘DesmoDovi’, el emblema del gran piloto rojo Andrea Dovizioso, la arrancó de su Audi el día que a ‘Dovi’ se le ocurrió decir que “yo doy las indicaciones correctas a los ingenieros, pero ellos no me solucionan los problemas”.

Ducati, el rojo, es la prioridad absoluta de Domenicali y Tardozzi. Por respeto a los suyos, nadie osa decir que lo rojo está por delante de sus familias. Pero casi. Marc ahora es puro rojo. Es más, el emblema del catalán en sus redes sociales es ‘todo al rojo’. Y, de momento, ha hecho saltar la banca.

Suscríbete para seguir leyendo