Opinión | Apunte

Jordi Puntí

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

El Mundialito, ni fu ni fa

Leo Messi, jugador del Inter Miami, durante el Mundial de Clubs.

Leo Messi, jugador del Inter Miami, durante el Mundial de Clubs. / Ap

Desde hace décadas, los amantes del fútbol sabemos que los años impares como este 2025 son años de pausa. Es un ritmo cuaternario —Mundial-pausa-Eurocopa-pausa— reservado al fútbol de selecciones. Incluso la Liga necesita la pausa de verano. La pausa es buena para que los jugadores descansen y cuelguen fotos de vacaciones en lugares remotos y en yates de lujo, pero también para que los aficionados no nos empachemoscon tanto fútbol y nos ilusionemos de nuevo. Por eso este Mundial de clubs me parece un error, y no porque no participen los últimos campeones de las tres grandes ligas —Liverpool, Nápoles y Barça—, no: si los blaugranas jugaran también me parecería una animalada.

Las razones del error son múltiples y el hecho que detrás haya una gran inversión de petrodólares no lo justifica. Al contrario: demuestra que la FIFA se mueve sólo por intereses económicos y el cansancio físico y las lesiones de los jugadores son secundarios (con la connivencia de sus clubes, claro). El Mundialito —título ridículo— se celebra en los Estados Unidos de Donald Trump y, antes del Mundial de verdad del próximo año, busca mostrar al mundo que allí el fútbol (o 'soccer') es un deporte que atrae a muchos aficionados. Su interés ha aumentado, sí, y la presencia de Leo Messi y otras estrellas crepusculares es un aliciente para el espectáculo, pero no es menos cierto que se trata de un deporte seguido sobre todo por inmigrantes, y en especial de Latinoamérica, precisamente los ciudadanos que Trump está haciendo arrestar y deportar.

Si nos fijamos en cuestiones puramente de juego, con esta competición la FIFA se dispara en el pie. En lugar de celebrar que el fútbol goza de una calidad más o menos equilibrada en todo el mundo, como ocurre con el fútbol de selecciones, aquí lo que se demuestra es el poder del dinero y el elitismo europeo. No debería sorprendernos: lo veíamos cada año con la Copa Intercontinental, el Mundial de Clubs o como se llame: con alguna excepción brasileña, hace décadas que sólo gana el campeón europeo. Al final ocurrirá como siempre: inocuo y lejano, el título sólo tendrá valor para el club que lo gane. El resto, ni fu ni fa.

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