La industria del deporte
Los grandes interrogantes de Infantino, por Marc Menchén
1.000 millones a repartir en el Mundial de Clubes: la FIFA convence al Real Madrid y al resto de equipos europeos

El presidente de la FIFA, Giani Infantino, en la presentación del trofeo del Mundial de Clubes. / EFE
Este fin de semana arranca el Mundial de Clubes, y lo cierto es que lo hace con bastante incertidumbre a su alrededor. Es obvio, tratándose de una primera edición en la que hay poco margen para el error sin que éstos le pasen factura a FIFA. Con 2.000 millones de presupuesto y un acuerdo global con DAZN para emitirse en todo el mundo, nada va a ser ajeno a la opinión pública. Habrá cuatro años para perfeccionar el producto para su segunda edición, pero Gianni Infantino sabe que la viabilidad está en juego. Si no es un éxito rotundo, ahí están ligas nacionales, clubes ajenos al evento y demás stakeholders preparados para atacar.
De ahí que hayamos visto cómo se ha rebajado el precio de las entradas hasta en un 84% para salvar una ocupación decente en el partido inaugural entre Inter Miami y el Al-Ahly. Y ese es precisamente uno de los mayores contratiempos que afronta FIFA. Como ya le sucedió a Kosmos con la Copa Davis, el Mundial de Clubes se enfrenta a la dura realidad de que los equipos individuales de fútbol -como le pasó a las selecciones de tenis- no tienen la misma capacidad que los combinados nacionales para movilizar a la afición hasta el lugar del torneo. Y que sea en Estados Unidos, con un creciente interés en el soccer, pero aún menor, no ayuda: estar un mes allí es caro y burocrático para un foráneo, mientras que los estadios escogidos doblan en aforo a los habituales de la MLS.
Podemos anticipar que no habrá excesivos problemas de asistencia a medida que avance el torneo y -a riesgo de equivocarme- veamos más cruces entre los principales clubes europeos. Es lo que históricamente ha funcionado con las giras de verano, y de lo que dependerá el éxito del torneo. Los románticos querrán ver a un Auckland City o el Wydad Casablanca dando la sorpresa, pero les aseguro que en términos de negocio nadie lo desea.
Fifa ha conseguido el respaldo de los patrocinadores con una estrategia hábil y acertada: vender el pack de los dos eventos que se disputarán de forma consecutiva en Norteamérica. Así ha enganchado a Airbnb, Budweiser, Bank of America, Qatar Airways, Visa, Coca-Cola, Lenovo y Arabia Saudí, cuya satisfacción precisamente dependerá de lo que comentábamos antes. Y no son pocos los alicientes para un Real Madrid o Atlético de Madrid, que pueden volver a España con más de 100 millones según les vaya. Casi lo mismo que por toda una Champions.
¿DAZN ganará? En países donde controla ligas domésticas apunta a que sí, ya que el coste de generar millones de leads puede compensarle si muchos se quedan pagando para cuando empiece LaLiga en el caso de España. Si se retrasará el inicio para ayudar a los mundialistas, ese es ya otro marrón donde también se la juegan algunos.
La Masia, el ‘business’
El Barça ha invertido 224 millones de euros en su cantera desde 2016-2017, pero La Masia ha respondido con creces. Solo los jugadores que han llegado al primer equipo en ese periodo ya suman un valor de mercado de 408 millones, según Transfermarkt. Lamine Yamal es el gran exponente de este modelo: formado en casa, estrella global y símbolo de sostenibilidad deportiva y económica.
Más allá del ahorro en fichajes, La Masia refuerza la identidad del club, alimenta su narrativa de cantera y consolida una ventaja competitiva frente a otros gigantes europeos. En un contexto de restricciones financieras, la generación de talento propio no solo es una necesidad: también es una herramienta de marca, conexión con la afición y viabilidad a largo plazo. Y si ahora ya permite hacer caja con lo que no llega al primer equipo, máximo aprovechamiento de un esfuerzo inversor al que muy pocos gigantes europeos llegan cada temporada.
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