Historias irrepetibles

Secretariat, el caballo del corazón gigante

Hace más de cincuenta años un potro llamado Secretariat fue portada de revistas como Times o Newsweek y sus récords ningún otro ha sido capaz de mejorarlos

Imagen de la histórica victoria de Secretariat en Belmont en 1973

Imagen de la histórica victoria de Secretariat en Belmont en 1973 / FDV

Juan Carlos Álvarez

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Hace años Sports Illustrated y ESPN organizaron una encuesta para elegir a los cien mejores deportistas estadounidenses del siglo XX. Durante semanas votaron lectores, espectadores, técnicos, analistas de toda clase… Cuando se conocieron los resultados, más allá de que las tres primeras posiciones fuesen para Michael Jordan, Babe Ruth y Muhammad Ali, lo que llamó poderosamente la atención fue que en el puesto treinta y cinco, justo después de Mark Spitz y de Lou Gehrig, aparecía Secretariat, el caballo que a comienzos de los años setenta estableció una serie de récords que aún hoy nadie es capaz de discutirle y que le convierten en el único animal en el olimpo del deporte americano.

Un golpe de suerte llevó a Secretariat a Meadow Farm, el criadero que la familia Chenery tenía en Virginia. Una moneda al aire en un despacho de Nueva York resolvió que a ellos les correspondería el producto del segundo parto de Somethingroyal. En 1969 tuvo una yegua que nunca llegó a correr en un hipódromo y el 30 de marzo de 1970 parió un potro de color castaño brillante, casi rojizo. Tenía tres patas blancas y una marca afilada del mismo color que le cruzaba la cara. El palmarés de su padre (Bold Ruler) hacía albergar esperanzas de que el ejemplar ayudase a reconducir la complicada situación por la que pasaban los Chenery. El patriarca, Christopher, sufrió una invalidez a finales de los años sesenta que le inhabilitó para seguir dirigiendo su finca. Poco después de su ingreso hospitalario los dos hijos mayores se plantearon en aquel momento que lo mejor era poner a la venta la explotación y recoger lo que pudiesen antes de que fuese una absoluta ruina. Penny, la pequeña de la familia, se negó a ello y prometió hacerse cargo de la dirección de Meadow Stables. Trasladó a su familia desde Denver, donde vivían, y se puso al frente del sueño familiar. En un mundo de hombres la tarea no resultaba sencilla para una mujer metida casi con calzador en ese universo. Pero demostró tener buen ojo en muchos asuntos. Una de sus primera decisiones fue aceptar que Lucien Laurin, un antiguo jinete y entrenador canadiense, les prestase ayuda mientras Penny Chenery ponía orden en las cuentas. Aquello que iba a ser un episodio puntual acabó por convertirse en una relación duradera y muy fructífera para todos.

Secretariat fue uno de los primeros potros con los que comenzó a trabajar Lucien Laurin. En 1971 llegaron algunas victorias de otros caballos que fueron reconduciendo la situación financiera del criadero pero pronto las esperanzas comenzaron a depositarse en aquel ejemplar elegante, algo distraído en sus entrenamientos, pero en el que adivinaban unas condiciones sobresalientes para triunfar en los mejores hipódromos de Estados Unidos. Laurin confió su monta a un paisano suyo, el también canadiense Ron Turcotte. Era un jockey de cierta edad que estaba pensando en la retirada pero cuando su amigo le pidió que aplazase su adiós para echarle una mano en Meadow Stables no pudo negarse. Fue el primero en entender la calidad de Secretariat, sus ganas de correr y la pasión con la que lo hacía. “Es un ganador potencial de la Triple Corona” le confesó a Laurin. Eran palabras mayores. Suponía conquistar en un mismo año el Derby de Kentucky, el Preakness Stakes en Baltimore y el Belmont Stakes en Nueva York. Solo ocho caballos lo habían logrado en toda la historia y el último había sido Citation en 1948. En un cuarto de siglo ningún otro se había acercado a algo así.

Laurin presentó en sociedad a Secretariat en 1972, el año destinado a su fogueo en los hipódromos. Se alineó en nueve carreras durante esa temporada y ganó siete de ellas. Las dos que perdió fue por distancias mínimas. Estados Unidos descubrió que estaba ante un ejemplar único aunque en un mundo tan dado al recelo y la envidia algunas voces pusieron en duda que Secretariat fuese capaz de medirse con la misma solvencia cuando saltase a las grandes carreras del calendario hípico. Era cuestión de tiempo conocer la respuesta a esa duda. Turcotte, el hombre que lo montaba, no tenía ninguna duda. Él sabía que muchas de aquellas victorias en su primer año llegaron sin que Secretariat se inmutase, sin sacar todo el genio que llevaba dentro.

En 1973, antes del Derby de Kentucky, Secretariat compitió en tres pruebas de las que ganó dos. Un pequeño problema en la boca le impidió seguramente hacer el pleno en las primeras semanas de temporada. En el arranque de la Triple Corona el caballo de Penny Chenery logró su primer gran triunfo con una ventaja de dos cuerpos y medio sobre el segundo clasificado. Una victoria incontestable que confirmó todo lo que Laurin y Turcotte intuían. Semanas después Secretariat, con todos los ojos puestos en él, llegó al hipódromo de Pimlico en Baltimore para competir en el Preakness Stakes. Allí logró otra victoria memorable con el mejor tiempo que se había hecho en toda la historia para completar los casi dos kilómetros de distancia.

Ya solo le faltaba ganar Belmont Stakes, la carrera que se disputa en el hipódromo neoyorkino de Belmont Park y que tiene la particularidad de ser la prueba de mayor distancia que se disputa en Estados Unidos y que llega hasta la milla y media. Un nuevo examen para las condiciones de Secretariat. Pero lo que sucedió fue uno de los grandes acontecimientos en la historia del deporte en Estados Unidos. El caballo tomó el mando de la prueba y en los últimos quinientos metros salió como un cohete en busca de la meta dejando tirados a todos sus rivales que solo pudieron asistir desde la distancia a su recital. Hay imágenes para la historia de aquel 9 de junio de 1973 en las que se ve a Secretariat en primer término y difuminado al fondo el resto de competidores. Esa tarde ganó con más de treinta cuerpos de ventaja sobre el segundo, la mayor ventaja registrada en la historia. Sus registros en aquellas victorias que le convirtieron en el octavo ganador de la Triple Corona aún permanecen vigentes más de cincuenta años después. Nadie ha sido tan rápido como “el gran rojo”, el apodo que le pusieron durante ese año de gloria.

En 1973 logró la Triple Corona y su dueña decidió retirarle y convertirle en un productivo semental

Secretariat se transformó en una absoluta celebridad que trascendió los hipódromos y llegó a protagonizar las portadas de Time, de Newsweek y por supuesto de Sports Illustrated. Al final de esa histórica temporada de 1973 Penny Chenery (la primera mujer en conquistar la Triple Corona como propietaria) tomó la decisión de retirar a su caballo de la competición para convertirlo en semental. En una gran operación vendió los derechos de reproducción por la friolera de seis millones de dólares que en ese momento eran una verdadera fortuna que alejó para siempre los fantasmas económicos que habían acompañado al criadero durante tanto tiempo. Secretariat vivió feliz en Virginia donde engendró más de quinientos ejemplares de los que más de un diez por ciento fueron caballos o yeguas ganadores.

En 1989, con diecinueve años, Secretariat tuvo que ser sacrificado víctima de laminitis. Una inyección acabó con el mejor caballo de la historia. El encargado de su necropsia se encontró con que su corazón era mucho más grande de lo normal para un caballo de su tamaño, lo que explicaría muchas cosas. Con Secretariat se rompió con otra tradición. En lugar de sepultar su cabeza, cascos y corazón, como suele suceder, se lo enterró completo. Su tumba es uno de los lugares más destacados en Clairbone Farm donde suele haber coloridas flores frescas. En su honor se levantaron diferentes monumentos y placas por todo Estados Unidos, pero ninguna brilla tanto como la estatua en su honor en la entrada de Belmont Park, el escenario de su triunfo más célebre. 

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