Carrascazos

Champú anticaspa, por Lluís Carrasco

De la Fuente, junto a sus ayudantes, tras el partido ante Francia de la Nations.

De la Fuente, junto a sus ayudantes, tras el partido ante Francia de la Nations.

Lluís Carrasco

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Lean esta alineación: Joan Garcia, Balde, Iñigo, Cubarsí, Eric; Casadó, Pedri, Fermín; Nico, Olmo y Lamine Yamal.

Sí... Esta selección, (que podría ser el Barça del primer partido de Liga) hubiese pulverizado el domingo a Portugal a golazos y bandazos, una Portugal bien dirigida pero antigua, con más laca que juego y más nostalgia que ritmo. 

Joan Garcia, ese fenómeno con nombre de conserje, que portero es, pero portero de élite y el mejor de España, Balde, que habría hecho más kilómetros que una mochila de Ryanair, Iñigo, que parece no estar y te saca de en medio a miradas, Cubarsí, con esa cara de haberse perdido camino a clase de mates, habría secado a Cristiano y lo habría devuelto a Arabia envuelto para regalo, y Eric, que, entre crítica y crítica, nos habría regalado su enésima redención en una noche grande.

Y qué decir del centro del campo. Casadó, que habría hecho lo suyo: robar, cubrir, dar y gritar, desapareciendo de las cámaras como un mágico espectro. Pedri, aún con cara de dependiente de mercería, habría hilvanado todos los hilos de la trastienda hasta hacer su particular telaraña con la medular lusa. Y a su lado, Fermín, el Rocky Balboa de Los Palacios, habría reventado líneas como quien abre latas de sardinas...

La zurda de ópera

¿Y arriba? Nico Williams habría hecho tantas bicicletas que habría dejado a Semedo con vértigo crónico. Olmo habría jugado más al escondite que al futbol, y Lamine Yamal, con su zurda de ópera y cara de pillo, habría diseñado ya el escenario del Balón de Oro a su medida 

Con esos once y sin Luis de la Fuente, el new Barça hubiese traído el torneo sin consultar a Florentino

Pero no. Nos quedamos con los suplentes de los suplentes. Con el fútbol de la grasa en la cabeza, libreta anticuada y el miedo a la caverna. Con un plan A que nunca tuvo plan B, ni G, ni P, ni S, ni GPS.

Así que, si algún día nos preguntan qué habría pasado si De la Fuente hubiese sabido de fútbol y no de obediencia, podremos responder sin pestañear: habríamos dado un baño, con agua caliente, y champú anticaspa.